martes, 28 de junio de 2016

ABANDERAR FRENTE OPOSITOR.

Baltazar Hinojosa Ochoa asume la responsabilidad que le toca por la derrota electoral del 5 de julio. Ya está de regreso en la capital tamaulipeca; se reunión con los dirigentes de su partido y ahí estableció que, al grito de ya, va a trabajar intensamente para que su partido recupere la gubernatura y las alcaldías que perdió.


Confiesa Hinojosa Ochoa que terminada la elección, reconoció su derrota y se tomó unos días para reflexionar sobre lo acontecido; que leyó, luego dejo de leer, todo lo que se escribió sobre las razones del comportamiento de los electores. No comparte, dice, esas interpretaciones y, en cambio, hace notar algunos elementos que, en términos multifactoriales, dieron pie a la derrota electoral.


Por ejemplo, confiesa que al inicio de la campaña los encuestadores le decían que 62 de cada 100 tamaulipecos no estaban dispuestos a votar por su partido, por su candidatura. Y que, de pronto subió hasta 66, pero que a la postre, gracias al trabajo se bajó hasta el 50%. Y eso, se entiende, levanto el ánimo de la campaña: pero, porque sucedió, la tremenda voltereta de votos emitidos, ¿Qué sucedió con el voto duro?


Ante los priistas Baltazar Hinojosa hace un recuento de hechos y de coyunturas. Que los encuestadores afirmaban que no votaría más del 40% y, la realidad, fue totalmente distinta, según las cuentas del IETAM. Le concede Baltazar la derrota a la inseguridad pública; que los ciudadanos pasaron la factura. Y agrega que, a ese problema, se tiene que agregar otro: el de la desigualdad social… por cierto, ya José Benites, de SEDESOL estatal, anuncio que ya no hay despensas… o sea que los recortes si afectan a los programas sociales.


El plato fuerte, o la decisión fuerte, que anuncia Baltazar es su intención de abanderar un frente opositor, para reconstruir, construir, las condiciones de que su partido, el PRI, vuelva al poder, para recuperar la gubernatura, las alcaldías y diputaciones que se perdieron. Ya lo dijo a la estructura del PRI y, se entiende, este martes que se reúna con los medios de comunicación, confirmara su decisión de hacer un trabajo inteligente de oposición, no criticar y rechazar por inercia.


Hay un punto en el discurso de Baltazar que tiene que ponderarse, palabras más, palabras menos, afirma que no estamos incrementando que la gente vote por el PRI. En otras palabras, el voto duro del partido respondió y lo hizo bien. La cuestión es que hay un núcleo importante de la sociedad que no se incorpora: los estudios/investigaciones dicen que, entre más estudio tiene la población, menos se identifica con el PRI o que, de plano, los jóvenes no se incorporan, ni votan por el mismo.


Así que, luego entonces, ya Baltazar tiene bien claro los problemas que tienen que atajarse: la  inseguridad pública y la desigualad social en el ámbito gubernamental; y en el ámbito partidista, ampliar el espectro de la militancia: ir por quienes, casi por inercia, ni militan, ni votan por el tricolor, es decir, las nuevas generaciones. Ahora, la cuestión, es como se pueden implementar decisiones y políticas relativas; como frente opositor podrá, por decir, abanderar las causas sociales… retomar aquello de la democracia con justicia social.


No es fácil la tarea que Baltazar está asumiendo: tiene que lograr, en los hechos, que el PRI recupere la confianza de la ciudadanía; tiene que lograr que las acciones del partido, como de sus legisladores, se identifiquen con las necesidades y problemas de la comunidad, que se olviden de protagonismos y de que, a como dé lugar, tienen que servirse. Por cierto, con eso de que el gobierno es un botín, ya panista del centro apartan hasta secretarias para sus hijos y sobrinos. Si no es ahora, cuando, piensan.


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viernes, 24 de junio de 2016

AMIGO (COMPLICE) O COLABORADOR.

Hace tiempo le escuche decir a un amigo periodista una anécdota, de esas que cuentan, son de la vida real: en una reunión de amigos, carne asada, cheves y wikis de por medio, estaba un encumbrado funcionario federal. En cierto momento, saluda a un amigo, lo abraza y le dice: “Te quiero mucho, somos amigos desde hace muchos, te quiero ayudar, pero ¿Cómo le hago? ¡Eres bien pendejo!


La anécdota, vista tal cual la narro el periodista, pinta a un funcionario excepcional. Y es que, muchos dicen, amistad que no se refleja en la nómina, no es amistad. Y, en este caso, el servidor público hace constar el motivo, la razón, de porque a su amigo no lo tiene en la nómina. Rara avis, puesto que eso es lo más normal: gobernantes y funcionarios públicos de alto nivel, prefieren al amigo, aunque sea un ignorante, pero que le garantice lealtad.


Cuando Manuel Cavazos Lerma fue gobernador apantallo con una de sus frases de campaña, pero luego no aplico: palabras más, palabras menos, siempre explicaba que al momento de gobernar, es más difícil hacer de un amigo un excelente colaborador; que el prefería que un excelente colaborador se hiciera su amigo. Como diría en su momento Jesús Reyes Heroles: primero el plan, luego el candidato. Por cierto, ya pregonan eso los panistas rumbo al 2018.


Todo lo anterior viene a colación por la renuncia que presento Manlio Fabio Beltrones al liderazgo del PRI nacional. Se han ventilado que hubo dos reuniones con el Presidente EPN; que le planteó la necesidad, para continuar, de una congruencia; que era necesario castigar, si, castigar  a quienes con sus acciones dieron pie a que la corrupción y la impunidad procrearan el hartazgo que consolido la alternancia política en algunas entidades.


Y los nombres todo mundo los conoce, el más señalado, fue el gobernador de Veracruz a quien, se recuerda, hasta se pensó en pedirle que renunciara para que no hiciera más daño al partido; y, entre los comentaristas nacionales, consignan que Luis Videgaray, el Secretario de Hacienda, conocido el resultado del 5 de junio casi festejo el que ya, Manlio, estuviera fuera de la jugada, adjudicándose el resultado.


Y Manlio renuncio porque, como bien dice, las acciones del gobierno las resienten los partidos políticos, luego entonces, por ahí se tiene que empezar. Renuncio, porque el Presidente prefirió seguir con sus amigos y cómplices, que le son leales y no con los colaboradores que, puede ser eficientes, eficaces, pero no leales… y es que, eso era Manlio: no un amigo, solo un colaborador a quien le tenían asignada una tarea y fallo. No es, amigo ni cómplice.


En este sentido ya se supo que el gobernador electo Francisco Javier García nombro a un equipo estratégico con un solo fin: revisar perfiles para ocupar más de 2000 cargos, desde Secretarios hasta Jefes de Departamento. Hagan de cuenta que son, o serán, los cazadores de talento, muy al estilo de Vicente Fox; entre ellos, se anotan Jesús Nader, Carlos García, Gerardo Peña, Javier Garza de Cos, Francisco Elizondo; obvio, también esta Cesar Verástegui, hasta Lidia Madero y otros más.


Lo decíamos en un texto anterior: la primer decisión de todo gobernante es, sin duda, nombrar a sus Secretarios; decisión que mostrara el talente de congruencia, si son amigos o cómplices, o serán colaboradores eficientes, eficaces; porque, de una u otra manera, por lo regular quienes reciben ese tipo de nombramientos ya tienen una imagen, buena o mala, o media mala y la suspicacia entre los sociedad sobre su probable actuación. Por ejemplo, se dijo que Lidia Madero la enviaron en misión diplomática por malos manejos: ¿hará lo mismo en Tamaulipas si recibe un cargo?


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sábado, 18 de junio de 2016

EL NUEVO LIDER PRIISTA.

La sociedad y en especial los priistas están siendo bombardeados con ideas, con propuestas, que tienen que ver, digamos, con los resultados y consecuencias del voto ciudadano el 5 de junio. La idea central, urgente, es la necesidad que tienen de un nuevo liderazgo; hablan de reconstruirse. Y hay quienes, como Manuel Muñoz, asume que Tamaulipas los necesita. ¿Qué significo, entonces, el voto para ellos?


Hasta el gobernador Egidio Torre Cantú, el primer priista del Estado, se entiende que líder real del PRI, sentencio que se tiene que respetar la voluntad de los votos. Y esa voluntad, mayoritaria, dijo que el PRI ya no responde a sus necesidades de gobierno. Por eso, y no otra cosa, el voto sirvió para dar margen a una alternancia, después de 86 años de gobierno priista.


En este momento, creo, estoy convencido, el pueblo tamaulipeco no necesita al PRI. Quien si necesita es el PRI: de sus verdaderos y auténticos militantes, para enderezar el barco y dar muestras, a esa sociedad tamaulipeca, que sigue pensando en el bienestar de todos. Y enderezar el barco requiere, en este momento, de la aparición de un verdadero líder. De un líder que sea capaz de cimbrar el alma, las emociones, de sus seguidores.


El problema de raíz en el PRI ha sido uno: quienes lo han dirigido, la elite que está en el poder, nunca han pensado en los intereses del pueblo; han pensado, eso sí, en los intereses que los une, que los hace cómplices, que se superpone incluso en momentos críticos a los intereses de la base militante, de los sociedad que se pretende representar.


Se han mencionado nombres: Desde Enrique Cárdenas hasta Ernesto Robinson, sin olvidar a Edgar Melhem, a Mauricio Cerda Galán y a los que se auto promueven solos como Manuel Muñoz Cano. Todos, sin la menor duda, tienen experiencia sobrada para dirigir a su partido. Experiencia que, sin embargo, se convierte en energía negativa por una sencilla razón: no son líderes que se precien de ser, digamos, jóvenes, sangre nueva.


El PRI perdió, fue perdiendo su voto duro, porque fue incapaz de entender a las nuevas generaciones; fue incapaz, también, de provocar la generación y formación de nuevos cuadros, acordes con los nuevos tiempos, no bajo la premisa de condiciones de una democracia dirigida, donde las decisiones son de la cúpula y las bases militantes no tienen vela en el entierro.


En este proceso, al que le dicen reconstrucción, el PRI se da cuenta que ha sido incapaz de forjar lideres jóvenes, que se identifiquen con ese grueso del electorado que –cuentan-, decide una elección si participa. Y, todo hace indicar, en Tamaulipas decidió participar: fueron 12 puntos arriba en relación con la elección de gobernador anterior… es decir, la gente salió a votar.


El nuevo líder del PRI sabe, por ejemplo, que no podrá presumir logros y beneficios del Presidente de la Republica, tampoco de los gobiernos locales. Va a remar a contracorriente: tendrá que ganarse, en principio, el apoyo y la simpatía de los priistas; venderles una oferta partidista y electoral, que los convenza de que, ahora sí, el partido esta con el pueblo. Y, la verdad, no veo, a lo largo y ancho de la entidad, alguien que tenga esas condiciones de liderazgo.


Y es que, por otra parte, entiéndase, si el gobernador electo piensa en su partido –y no en servirse-, hará bien las cosas, para ganarse la confianza –la legitimidad real, no la del voto útil-, de tal suerte que los tamaulipecos lleguen a pensar que no se equivocaron al impulsar con su voto la alternancia política. Por lo pronto, ya Francisco Javier da muestras de que quiere ser bien visto por el pueblo: sabe que los baños de pueblo no hacen daño.


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jueves, 16 de junio de 2016

EL PRI SIN ENTENDER SEÑALES DE LA SOCIEDAD.

Dice el poeta que somos el arquitecto de nuestro propio destino. Creo que eso, también, funciona para las organizaciones. Y por lo visto el PRI, el partido que tuvo una estrepitosa derrota el 5 de junio, parece no entender las señales que la sociedad le envía y que, dicho en palabras del común de la gente, dan vida al hartazgo que genero el voto de castigo.


Si, el PRI de Enrique Peña Nieto, de Manlio Flavio Beltrones, así como de toda la clase gobernante surgida de ese partido, tal y como sucedió en la sesión  de los senadores mostraron que, pese a la derrota, quieren seguir siendo opacos, corruptos, piensan que la impunidad es eterna. Pero no, todo tiene un límite y el ciudadano, bien que sabe, del poder de su voto.


La sociedad civil, apuntalada por la firma de 634 mil ciudadanos, demando a la clase gobernante, a los partidos integrantes del Congreso, la discusión y aprobación de la ley 3x3; que conlleva la obligación de los servidores públicos de hacer tres declaraciones: la patrimonial, la fiscal y la de conflicto de interés. Y que fuera publica, demandaba; que ya no sean secretas, confidenciales o reservadas.


Pues no paso. Los senadores no discutieron las leyes anticorrupción en el periodo normal, porque los líderes del PRI, no asistían a las reuniones; así que se negoció y se está desarrollando un periodo extraordinario. Y ayer se aprobaron. El resultado de la votación fue 59 votos a favor de que no sean públicas, mayoría con los senadores del PRI como del Verde. Perdió la moción de que fueran públicas porque los senadores del PT abandonaron la sesión y hubo algunos del PAN que no acompañaron a sus correligionarios.


No es una derrota completa, pero tampoco es una victoria completa. Y es que el senador Zoé Robledo del PAN, explica claramente el papel que jugaron los senadores: “Llegamos al punto de quiebre, les damos el voto a los ciudadanos o no;  les decimos que jugaron a la democracia como nunca y perdieron como siempre”. Y es que, la elite política, sigue en sus trece: solo ellos pueden decidir el destino del país, de los ciudadanos, de la política.


No tengo a la mano, vaya pues, los argumentos que esgrimieron los senadores priistas para negar que la declaración patrimonial, fiscal y de intereses sean públicas. Pero hay una realidad: en el proceso electoral anterior 700 candidatos usaron la plataforma para presentar su 3x3. Es decir, tarde o temprano, el político va a ir dimensionando, lo que hoy niegan los senadores priistas, la necesidad de ser transparente, de ser congruente y no ofrecer oportunidades de ser cuestionados.


En una conferencia universitaria, en una de esas conferencias que organiza el ITAI para fomentar la cultura del acceso y transparencia de la información, se le pregunto al conferencista su sueldo: “No puedo divulgarlo por temor”. Teme ser secuestrado, pensamos muchos. Y la realidad es que, en aquel entonces, el ITAIT solo ofrecía rangos: de 40 a 50, de 50 a 80 mil pesos mensuales para los Comisionados. ¿Sera el mismo temor de los senadores priistas?


La ley anticorrupción, para unos la 3x3, nace de la sociedad y el PAN la arropa. ¿Sera congruente con esta línea el gobernador electo Francisco J. García? ¿Presentara y hará obligatoria esa decisión a todos sus colaboradores? Tiene 4 meses para que su equipo de trabajo elabore proyectos, para que vuelvan a presentar aquellos que Ramiro Ramos y correligionarios detuvieron. Ni modo que no pueda cambiar leyes, ajustarlas a modo, puesto que tendrá la mayoría en el Congreso.


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martes, 14 de junio de 2016

CERO IMPUNIDAD.

Tamaulipas ya tiene gobernador elector: Francisco Javier García Cabeza de Vaca. Pertenece al PAN y al momento de recibir su constancia como tal, sentencio o puntualizo dos situaciones: que no habrá una cacería, pero que no está dispuesto a tolerar la impunidad, es decir, la corrupción. La primera da que pensar; la segunda, recibe aplausos.


Al detalle, cada sexenio, cada cambio de gobierno, se daba un cambio –o enroques en su caso-, según quien fuera el gobernador entrante. Por ejemplo, Tomas Yarrington Ruvalcaba trajo a muchos de sus compañeros de Matamoros, entre ellos, por ejemplo a Miguel de la Rosa, a Jorge A. Pérez, Simón del Villar; con Eugenio Hernández Flores y con Egidio no hubo tanta movilidad, al ser parte del grupo de Victoria.


Cada sexenio había una renovación, o semirenovación, del grupo en el poder en tanto que se cambiaba a Secretarios, Subsecretarios, Directores Generales, Directores, Subdirectores y hasta jefes de departamento. El resto no tienen por qué preocuparse. Sin embargo, en esta ocasión, cuando hay un nuevo gobierno, el de la alternancia, ya no habrá enroque en los mandos superiores…de que se van, se van, decían en campaña los panistas.


No habrá cacería de brujas, se dice, cuando en la práctica sería una cacería de malos servidores públicos. Ya Armando Charles, líder de la sociedad civil y experto en derecho, hizo notar que el nuevo gobierno tendrá hasta un año para fincar responsabilidades a quien, o quienes, hayan realizado un ejercicio del presupuesto público. Recordemos: tanto Tomas, como Eugenio y Egidio pusieron a alguien tras prisión, para dar ejemplo de combatir la corrupción.


El gobernador electo ofrece no hacer una cacería de brujas. Sin embargo, es imposible que no vulnere, que no enfrente con la justicia, a quienes se han enriquecido con sus responsabilidades públicas. Ya, por ejemplo, circulan en las redes sociales descripciones y explicaciones de irregularidades en el sindicato burócrata. ¿Estaremos ante el fin del cacicazgo de Blanca Valles? Incluso, ya hasta se menciona a su potencial sucesor.


Las promesas de campaña generaron expectativas y movieron a los ciudadanos a emitir un voto por la alternancia, por el hartazgo de corrupción e impunidad. De ese tamaño es el reto, el compromiso, del gobernador electo Francisco J. García: no puede decir, en los hechos, borrón y cuenta nueva, tal y como lo advierte en su mensaje en el IETAM. No es que el pueblo quiera sangre ni que quiera ver guillotinados a quienes se sirvieron en lugar de servir.


Y es que, a veces, no hay que buscarle tres pies al gato para encontrar un punto de arranque, para jalar a la madeja. Hace días, por ejemplo, se publicó que en 2015 solo se ejerció el 52% del presupuesto en seguridad pública, que no hubo capacitación, que significó regresar a la federación 168 millones de pesos. Como bien dice la ley de responsabilidades de los servidores públicos, la omisión es un delito. ¿Sucedería igual en otras secretarias o programas federales de incidencia estatal?


La elección del 5 de junio ya tiene una repercusión en la esfera pública. Cuentan que ya Gilda Cavazos está presionando a las distintas dependencias del ejecutivo y organismos públicos descentralizados que apuren la entrega-recepción. Como pensaban que ganaría el PRI, ahí la llevaban despacio. Ahora, se apuran y, obvio, buscan hacerlo de la mejor manera, para que no haya suspicacias. Ya no habrá quien cuide las espaldas a los que se van.


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jueves, 9 de junio de 2016

CONFIANZA Y SIMULACION.

En una democracia, se asume, el poder lo tiene el ciudadano: con su voto, indiscutible, puede decidir quién gobierna. Por eso, el gobernador Egidio Torre Cantú, no tiene empacho en advertir que se tiene que respetar la voluntad ciudadana. Así es, el nuevo gobernador electo es Francisco Javier García, del PAN. Para quien, la tarea de gobernar y de cumplir las promesas de campaña no es nada fácil.


A estas alturas, de que apenas los priistas van asimilando la derrota, se han dicho y escrito múltiples explicaciones sobre la derrota priista: unas explicaciones apuntan a traiciones, cuando menos externamente, a Miguel Ángel Osorio Chong como a Manlio Fabio Beltrones: de ser cierto, solo evidencian que no les interesa la cuestión partidista, pero si, y mucho, llevar agua a su molino: uno, para impedir fortalecimiento de su adversario rumbo al 2018; y el otro, por venganza, porque repudiaron a su alfil político.


Internamente, también, una explicación va por ese rumbo: las traiciones o la falta de apoyo y colaboración de quienes fueron adversarios de Baltazar en la puja por la candidatura: lo dejaron solo y, en lo que pudieron, le pusieron piedritas o de plano enviaron a su gente a participar y coadyuvar en la derrota de su partido. Las otras explicaciones, nacen de la operación política, de una actitud de confianza y quizá, hasta de pronto, en una mediocridad.


En la primer elección que Egidio Torre Cantú tuvo un medio revés como líder real del PRI, sentencio en el Consejo Político Estatal: se va a cambiar, o modificar, lo que sea necesario para enderezar el rumbo; y recuerdo, por ejemplo, que se cambiaron personajes y se crearon áreas regionales, dependiendo de la Secretaria General, para que monitorearan el quehacer gubernamental y revisar donde había fallas. Para que la función pública actuara como imán para el trabajo político.


A los priistas los perdió la confianza. Creyeron que el pueblo, los votantes, seguirían aguantando la corrupción, la impunidad  y la falta de sensibilidad, de vocación de servicio, de los servidores público. Siempre fueron, o han sido, los mismos; en el cambio generacional, heredaban los puestos a sus hijos. Basta ver una que otra planilla para las alcaldías; incluyendo a personas, hombres o mujeres, sin ninguna liga con el partido, el trabajo y militancia partidista, sin baños de pueblo.


Y otro factor que, de plano, procreo la derrota priista está en la simulación: un comité de campaña donde había muchos generales, que daban órdenes, y poco que hacían un trabajo efectivo. Quienes estuvieron en la campaña son testigos, por ejemplo, del trabajo para hacer concentraciones: el acarreo, el forzar a una estructura gubernamental, a estar presentes… sin preguntarles, por ejemplo, si comulgan o no con el partido. No faltaban, simplemente, porque les pasaban lista: fueron y al votar se acordaron que es libre y secreto. Castigaron al partido que los ha usado y ninguneado.


El PRI, tanto nacional como local, no ha sido capaz de aprender de sus propias experiencias. Ya había indicios: derrotas en elecciones federales. EPN, por ejemplo, perdió en Tamaulipas; candidatos a senadores en dos elecciones consecutivas perdieron la elección, y en la mayoría de los diputados federales. La baja en votos, no lo vieron como una señal, se engañaron con la última elección federal: y resulto que ahora no tuvieron “enemigos” a modo.


Dicen los priistas: vamos a volver dentro de seis años. La cuestión que, volver, demanda corregir un rumbo; aprender a vivir en la oposición, buscar y desarrollar estrategias que les permitan recuperar terreno, pero sobre todo: que el gobierno de la alternancia, resulte un fiasco, de tal suerte que los tamaulipecos piensen, salimos de Guatemala, para estar en Guatepeor. En pocas palabras: dependerán de la forma en que trabaje y se comprometa el nuevo gobierno.


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martes, 7 de junio de 2016

LECCION DE RESPONSABILIDAD.

Tal y como estaba pactado el 5 de junio los tamaulipecos, con credencial de elector en mano, llegaron a las urnas y depositaron su voto: decidieron el destino político de la entidad, dando su voto mayoritario (de confianza) a Francisco Javier García, el candidato del PAN. Y en este caso, como debe ser, Baltazar Hinojosa, reconoció que el voto no le fue favorable. Los tamaulipecos dieron una lección de responsabilidad.


Es válido establecer que gano la democracia, pero sobre todo, que gano la participación ciudadana. Según las cuentas del PREP, la participación ciudadana rebaso el 56%; lo que significa un incremento de 12 puntos en relación con la elección anterior. ¿Por qué salió a votar la población? La respuesta, sin duda, debe de tenerla el PRI: participación que los condujo a la derrota.


La Victoria del PAN, para decirlo en palabras duras, es aplastante. La diferencia entre uno y el otro, el ganador y el perdedor, es de aproximadamente 180 mil votos; ni como cuestionar o impugnar. Pero eso no es todo, la mayoría parlamentaria será panista; así como los principales municipios de la entidad: Nuevo Laredo, Reynosa, Altamira, Mante… en total, como 25 municipios sean panistas. Para el PRI, Victoria, Matamoros y Tampico, de los principales.


La elección fue una lección de responsabilidad. Si, de los ciudadanos que, ese día, tomaron la decisión de acudir a la urna; fueron más que hace 6 años, que fue lo que hizo la diferencia. Los motivos y razones para hacerlo creo que, por años, los dirigentes prisitas y los gobernantes, los conocían, pero hacían oídos sordos a las imágenes de enojo, coraje, impotencia de buena parte de la población.


En las otras elecciones los panistas lo sentenciaron. Nos beneficia el voto de castigo, de los inconformes del PRI. Castigo porque se cansaron, digamos, de ver como los programas sociales son insuficientes; de ver cómo, en el quehacer gubernamental, el tráfico de influencias se incrementa y consolida un esquema de corrupción. De cómo el nepotismo, y el cinismo, enquistados en las esferas el poder y de la administración, se olvidan de hacer bien las cosas.


Los candidatos priistas tuvieron que enfrentar en sus campañas varios aspectos negativos: no podían presumir, por ejemplo, los logros de sus gobiernos, cuando estos tienen menos del 50% de aprobación; no podían presumir, digamos, un prestigio de su partido, de sus líderes y legisladores, porque son mal vistos por la sociedad. Y en otro plano, tampoco podían presumir “honorabilidad”, basta recordar las múltiples acusaciones que se lanzaron.


Los tamaulipecos demostraron que si pueden participar en la solución de sus problemas, en este caso, con su voto. Decidió la alternancia en el poder: ahora, lo que sigue, es que, quienes llegan, para quienes la administración pública, es una especie de botín, tengan la sensibilidad para responder a las expectativas que generaron las promesas de campaña: la población quiere, seguridad, y eso lo prometieron todos los candidatos, pero también quieren bienestar social.


La alternancia no debe ser gatopardismo político. No debe ser solo un cambio de personas en el poder; tiene que ser algo más, políticas publicas comprometidas con la población en general; más eficiencia y eficacia, pero también, más transparencia, menos opacidad; mas honradez que corrupción. Y eso, como la corrupción, son tan evidentes en todo el quehacer público. Ese es el reto de Francisco Javier García: cumplir las expectativas que generaron sus promesas, que fueron el impulso para el voto a su favor, para el triunfo.


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viernes, 3 de junio de 2016

EL VOTO EN TAMAULIPAS: DURO, RAZONADO O UTIL.

Tamaulipas está viviendo una elección inédita: por primera vez el PRI enfrenta una oposición real y la probabilidad de una alternancia, la primera en más de 80 años, es real. Inédita también por la presencia de una guerra sucia, donde las propuestas quedan sepultadas con las descalificaciones y las acusaciones. La expectativa, sin embargo, es sobre el abstencionismo: ¿será menor al 50% como en la elección anterior?


La expectativa de los cuartos de guerra, tanto del PRI como del PAN, hace cábalas sobre el grado de participación ciudadana. Para el PAN, si la participación es superior al 50%, tiene la certeza de que pueden ganar alcaldías, diputaciones y hasta la gubernatura. El PRI, en cambio, considera que una participación de ese nivel, será suficiente para triunfar, para retener el poder.


Los datos duros sobre la participación ciudadana son elocuentes en las ultimas 4 elecciones para gobernador: en 1992 voto el 54.90%, en 1998 el 55.88%, en 2004 el 51.76% y en la última, la de 2010, disminuyo hasta el 44.4%. Hay una tendencia a la baja y cuando así sucede, en vista del voto duro que tiene el PRI, obtiene el triunfo.


El problema puede ser planteado en contextos diversos o preguntas: ¿Qué razones motivan a los ciudadanos a no votar? ¿Por qué los partidos políticos son incapaces de emocionar, de incentivar, el incremento de la votación? ¿Por qué la autoridad electoral, con sus promocionales, no impactan en la decisión de votar?


PROBLEMA CULTURAL.

Por lo regular cuando conversamos con una persona, hombre o mujer, sobre las elecciones, cuando nos dice que tiene años de no votar, la pregunta inminente es: ¿Por qué no votas? Y su respuesta, casi inercial, es solo una: ¿para qué, siempre son los mismos, todos son igual de corruptos? La cuestión es que, si esto lo tomamos, como una verdad, ¿Qué hacer, o que, puede cambiar esta dinámica?


Los estudios muestran que la sociedad no está acostumbrada a participar. La encuesta de cultura política (2012) enfatiza, por ejemplo, que más del 60% de la población no tiene interés en participar en la solución de problemas que son comunes, sea en la vecindad, la colonia o el ejido. Si observamos, por ejemplo, otro elemento, como es el público, o la audiencia, se encuentra un fenómeno similar: Price en su texto “Opinión Pública” hace un ejercicio sobre los tipos de público, que trasladamos a nuestros datos.


Hay un público general, en este caso, el 100% de la población que tiene credencial para votar. Mismo que se hace objetivo con el grado de participación en cada elección: 1992: 54.9%; 1998: 55.88%; 2004: 51.76% y en 2010 de 44.4%. Partiendo de la última elección, el público votante será de 44 votantes por cada 100. El público atento, en este ejercicio, el 50% de los que votan son 22; el público activo, es decir, el que participa de una manera consciente (el 15%) vienen a ser 3 o 4 por cada 100.


Los datos nos conducen a una conclusión: el grado de interés por ser participe en problemas de la comunidad va en concordancia con la participación ciudadana. La cuestión es que el grado de participación ciudadana, elección tras elección, va disminuyendo. Para la elección presente, la perspectiva es que se incremente la votación en función a que hay, o se presenta, una opción válida para la alternancia política.


CULTURA DEL FRAUDE ELECTORAL.

Quienes tenemos, por decir, una edad que rebasa los 50 años, que nacimos entre la década de los 50´s y 60´s, conocimos perfectamente la etapa fuerte del presidencialismo mexicano: la etapa que Daniel Cossío Villegas califico como “Monarquía Sexenal Hereditaria en línea transversal” o que Pablo González Casanova describió en su libro “La democracia en México” (19965), donde explica los pilares del presidencialismo, la existencia de caciques y factores reales del poder.


Fue una etapa donde las elecciones las organizaba el gobierno; en la Secretaria de Gobernación (a nivel nacional) o en la Secretaria General de Gobierno (estatal) había una Comisión Electoral. El gobierno era juez y parte, la oposición no contaba. Fue el auge del fraude electoral, como una medida para legitimar, vía elecciones, la elección de los gobernantes.


El fraude electoral, tal y como se conoció, fue un conjunto de acciones que trastocaba el nivel de participación ciudadana: el carrusel, grupos de ciudadanos que votaban en varias casillas electorales; la urna embarazada, introducían votos antes de iniciar la elección, obvio con las complicidades de los funcionarios electorales; embarazar una urna, consistía en provocar un desorden en la casillas en tanto que se aprovechaba para introducir votos; el robo de las urnas, cuando había indicios de una derrota, la gente del candidato se roba la urna ahí donde hay temor de perder; compra del voto, sea vía despensas o por dinero; hacer que los muertos también voten.


El fraude era tal, que por mi trabajo periodístico, en cierta elección un funcionario de casilla me confeso: fue tan poca la votación, que en la casilla hicimos un acuerdo, aplicamos una regla de 3 simple: a todos los candidatos les aplicamos un porcentaje de incremento, en base a la votación real que obtuvieron. Así, todos ganan, los partidos chiquitos hasta diputaciones obtienen.


La respuesta al fraude electoral al paso del tiempo fue: ciudadanización de los órganos electorales; credencial de elector con fotografía y elementos que impiden su falsificación; lista nominal electoral con fotografía, para impedir que unos voten por otros; tinta indeleble al momento de votar… en fin, más y más elementos que, se entiende, van en contra del fraude electoral. Pese a todo esto, el nivel de participación ciudadana no se incrementa, incluso, hasta disminuye: la certeza de más legitimidad en los procesos electorales no ha incrementado la participación ciudadana.


HARTAZGO Y RESPUESTA CIUDADANA.

La realidad de los números indica que, elección tras elección, el partido en el poder, entiéndase el PRI, ve disminuir su porcentaje de votación. En este sentido, si tomamos de referencia lo que sucedió en el periodo de 2000 al 2012 (gobiernos federales panistas) en Tamaulipas hubo repunte del PAN, llegando el PRI a perder las diputaciones federales como las senadurías.


La explicación a los resultados electorales fueron dos: el PRI en todo momento señalo a los delegados federales que operaban los programas sociales con fines electorales, y las fotografías en los medios de comunicación con entrega de despensas fueron reiterativas; en cambio, el PAN, siempre dio otra respuesta: que el PRI recibía un voto de castigo, por el hartazgo y la corrupción, por la impunidad y complicidad.


Efectivamente, hoy en día, se puede decir que hay un hartazgo social. Que se pone en evidencia cuando las evaluaciones, vía encuesta, hace notar que la aprobación de los gobernadores, del Presidente Enrique Peña Nieto como de los gobernadores, anda por el 45%. A esto agregamos datos elementales: el 91% de la población considera corruptos a los partidos políticos; el 83% a los legisladores, sea a diputados y senadores; en tanto que a los servidores el 87% los considera corruptos. Obvio, en Tamaulipas no es la excepción.


TIPO DE VOTO.

Siempre se ha conocido la categoría de “voto duro”. Al menos, desde que tengo memoria, se ubicó que el PRI tenía un voto duro considerable que le permitía ganar las elecciones. Hoy en día, ese voto duro, ha disminuido; la explicación nace a partir de la evolución o dinámica de la población: las generaciones de y cercanas a la revolución mexicana, que vivieron la “revolución con justicia social” creyeron a plenitud la política y las acciones de la “familia revolucionaria”.


Las nuevas generaciones ya no tienen esa identificación con el movimiento revolucionario. Cuando Enrique Blackmore (+) era el líder municipal del PRI en Victoria un día lo entreviste. Me dijo: para llegar aquí siempre paso por ahí, señalando (oficinas del PAN, que estaban a media cuadra) y veo jóvenes, entrar y salir; llego aquí  veo a puras personas mayor que yo. ¡Que diera por tener aquí, a la mitad de los jóvenes que veo allá!


Manuel Montiel Govea es uno de los jefes de prensa con mayor experiencia. Lo fue de dos gobernadores como de un rector universitario, antes de la Cámara de Diputados, de la Secretaria de la Reforma Agraria como de la embajada de México en Italia. Conoce y tiene experiencia. En una conversación me hizo notar el crecimiento del voto duro del PAN. Era el jefe de prensa de Pascual Ruiz, candidato a la alcaldía: el día de la elección al conocer los resultados me lleve una tremenda sorpresa. Habíamos hecho una encuesta y en ella Pascual rebasaba con mucho al candidato del PAN, a quien para muchos resultaba un desconocido. Pensé, vamos a ganar de calle: y me sorprendí por el número de votos que obtuvo. Es un indicio de cómo ha crecido el voto duro del PAN”, palabras más, palabras menos, según las recuerdo.


Hay otro fenómeno que sucede en un proceso electoral: el voto razonado. Expresión que escuche, muchas veces, al periodista Lupe Díaz Jr (+), al autor de la columna “Desde la Capital” que incluso lo escribía: para él, el voto razonado, era votar por un candidato a gobernador, por el candidato a diputado, quizá de otro partido, y así igual con el candidato a la alcaldía. Obvio, explicaba sus motivos y razones, desde que conocía su honradez, no votar de quien conocía las pifias y corruptelas de otro.


Es lo mismo que he escuchado decir para el presente proceso electoral. En un evento del PRI, escuche decir a una abogada: voy a votar en forma razonada. Lo hare por Cabeza, porque ya es impostergable un cambio; por Xicoténcatl (candidato independiente a la alcaldía) porque es un hombre honesto y luchador; y por Carlos Morris, a la diputación local, porque es mi amigo. En otro contexto, a este tipo de prácticas, se le conoce también como “voto cruzado”, a veces practicado por los mismos particos políticos.


Al voto duro, al voto razonado, se agrega el voto útil. Fue Vicente Fox que, como candidato presidencial, saco a relucir el voto útil, para sacar al PRI de Los Pinos. Es un voto pragmático, no tiene nada que ver con plataforma político-electoral, tampoco con la oferta política de un candidato, ni con las promesas de campaña. Solo buscan sacar, quitar, a los que están en el gobierno… Por eso, en esta elección, todos los candidatos del PAN hacen alusión a que “de que se van, se van”, soportando tal coyuntura en el voto útil. No esgrimen que son los mejores, solo que quieren gobernar en lugar de los otros, los que “se van”.


Al respecto Ricardo Anaya, líder del PAN, declara: “invitamos a los ciudadanos a ejercer de manera útil su voto y dárselo a las candidatas y candidatos de Acción Nacional” porque “son los que en todos los estados tienen más probabilidades de vencer al PRI”.


ELECCION, UN VOLADO.

¿Qué está sucediendo con la actual campaña electoral? Si nos basamos en las encuestas, al menos en las que se han hecho públicas en medios impresos, diríamos que la elección es como un volado. Por un lado, dos encuestas ubican al candidato del PRI con 6 puntos de ventaja; en tanto que una, solo una, proporciona datos contrarios, que el PRI pierde con 3 puntos, o sea, que hay un empate técnico. Obvio, priistas y panistas, hacen notar que van a ganar. Los priistas, dicen, no se atemorizan. La empresa encuestadora, que da por perdido al PRI, en la elección anterior en NL, le daba a El Bronco el segundo lugar, se equivocó con 21 puntos


Y la cuestión es que, tomando de referencia a los medios, encontramos que hay dos escenarios. Los medios de comunicación impresos dan mayor cobertura al candidato del PRI, de ahí se puede deducir que es, este candidato, el que lleva la delantera; otra cosa, advierte, son las redes sociales: la denostación en contra del candidato del PRI da la impresión de que son más, si, más, los que no estarían dispuestos a darle su voto. Es cosa que, cada uno, puede constatar.



La decisión final es de los ciudadanos, de aquellos que tienen credencial para votar y que actúan, digamos, con una responsabilidad cívica. El 5 de junio será la encuesta real, la verdadera, la que vale. Vale consignar, por otra parte, que un partido político tiene mayores probabilidades de ganar por su estructura y capacidad de movilización el día de la elección; otros partidos, en cambio, esperan que los electores salgan y vayan a la urna electoral. En este caso, la evolución histórica indica que, en la última elección, solo votaron 44 de cada 100 ciudadanos.

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jueves, 2 de junio de 2016

MOTIVOS PARA VOTAR.

Terminaron las campañas electorales y los ciudadanos, según la autoridad electoral, está en la etapa de pensar, de reflexionar, como va a emitir su voto. Recordemos que, según la Constitución Política del país, los ciudadanos tenemos el derecho de votar y ser votados. Y lo hacemos para elegir a quienes nos gobiernan. En este caso será para elegirá al gobernador, a los 43 alcaldes y a los 22 diputados de mayoría.


Es un derecho de votar que en la práctica muchos, aproximadamente 50 de cada 100, no lo hace. Se ha querido explicar porque hay tanto abstencionismo: para unos, dicen que siempre son los mismos; otros, que estas asqueados de tanta corrupción e impunidad. El caso es que, por esos detalles, siempre tenemos gobernantes que han sido electos por una minoría.


Visto el fenómeno de votar desde otro ángulo, nos preguntamos: ¿Por qué vota el mexicano, el ciudadano? Y las respuestas son múltiples. Incluso Andrés Valdez Zepeda, académico de la Universidad de Guadalajara, ya hizo un enumeración de los tipos de votos que se pueden identificar en un proceso electoral. Se queda uno sorprendido, dado lo limitado del espacio, es imposible describirlos, pero en la evolución política se han distinguido ciertos rasgos que explican la forma de votar.


1.     Por el partido, su plataforma política, su oferta electoral. Esta fue, quizá, la primera forma de cómo los ciudadanos emitían su voto; hubo por eso, en un principio, dos bandos: derecha e izquierda, luego apareció las versiones de centro, centro-izquierda, centro-derecha. A este voto se le puede identificar con el “voto duro”: sea quien sea el candidato, siempre se va a votar por el partido.
2.     Voto corporativo. En México hagan de cuenta que nació esta forma de votar, una derivación del anterior. Aquí los ciudadanos votan porque reciben la instrucción su organización, sea sindical o de profesionistas, de colonos o de burócratas. Por eso, antes, por el voto corporativo en el PRI había cuotas para los sectores y sus organizaciones. Se da aun, pero en menos cantidad. Madero, por ejemplo, es cuota para el sindicato petrolero.
3.     Voto por la persona. Es algo que ha sucedido en México: las ideas de partido político deja de interesar a los ciudadanos; se fijan en la persona. Hubo en algunas elecciones que se desdibujada el logo del partido, o se ponía chiquito… como para que no hiciera daño.
4.     Voto de castigo. Es un fenómeno que nace del hartazgo, de la molestia o enojo del ciudadano con el partido político. Se visualiza este tipo de voto, cuando un partido y su candidato hacen poco oferta política, pero reciben muchos votos… y lo explican diciendo, no votaron por mí, fue en contra del partido en el poder.
5.     Voto cruzado o voto razonado. Es cuando los ciudadanos, en la práctica, votan por el candidato, alegando que es razonado: para gobernador de un partido, para alcalde de otro y para diputado de otro más.
6.     Voto útil. Es el que enarbolan partidos que no tienen muchos adeptos o simpatizantes, pero demandan que los ciudadanos voten por un partido con el solo propósito de que no siga ganando el mismo partido. Al menos es lo que pregona en esta elección Francisco Javier García en su afán de convertirse en el próximo gobernador de la entidad.


Lo importante, este domingo 5, es que cada uno de los ciudadanos con credencial de votar, vaya a la urna y emita su voto por el partido o candidato que le merezca mejor opinión. Si no encuentra un candidato que satisfaga plenamente sus expectativas, que lo haga en todo caso, por el candidato que le significa menos puntos malos, con el menos malo, pues. No hacerlo, es soslayar una responsabilidad y dejar que otros, que si votan, tomen una decisión que a lo mejor no le gusta.



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