sábado, 22 de octubre de 2016

RENUNCIAS, DESPIDOS Y AVIADORES.

Sexenio tras sexenio siempre ha sido, en Tamaulipas, el mismo cuento o la misma historia. Las campañas políticas eran la premisa, indispensable, para la pretensión de buscar obtener una chamba o, simplemente, mejorar la que se tenía en ese momento. Había, como quien dice, una especie de movilidad dentro de la misma estructura partidista en el poder, que era la priista.

Había, como quien dice, una especie de movilidad territorial. Por ejemplo, con Emilio Martínez Manautou, muchos de los nuevos funcionarios públicos llegaron desde el Distrito Federal o de otras entidades; con Tomas Yarringtón, como con Manuel Cavazos Lerma, arribaron muchos de Matamoros; y, obvio, con Eugenio Hernández Flores y Egidio Torres Cantú, buena parte de una elite victorense se adueño de los principales cargos públicos estatales.

RENUNCIAS GUBERNAMENTALES.
Se parte, también, de una premisa: en una renovación sexenal, los primeros en irse son quienes tienen puestos de confianza. Por eso, desde que se supo que había perdido el PRI, de que se aproximaba la fecha de la toma de posesión, se extiende la incertidumbre en palacio de gobierno, en unas y otras dependencias… incertidumbre, que se transforma en certidumbre cuando se filtra una orden gubernamental.

Todos los que tienen puestos de confianza tienen que presentar su renuncia. Y la orden va para Secretarios, Subsecretarios, Directores Generales, Directores, Coordinadores y titulares de organismos descentralizados. No se incluía a los jefes de Departamento, porque son en la práctica los que hacen la chamba. Así, más o menos, fue el contexto de la entrega-recepción de Egidio a Francisco Javier.

SE VAN, PORQUE SE VAN.
Como reguero de pólvora se filtraron informaciones. Una de ellas, la del DIF, dio una dimensión exacta de lo que estaba sucediendo: en una grabación difundida en las redes sociales se escucha la voz, esa de que se van, porque se van. Reunieron a todos en un salón y, de manera autoritaria les dijeron, palabras más, palabras menos: están despedidos, no hagan escándalos, por favor, al salir dejen llaves de sus escritorios de sus vehículos, todo, todo, todo.

Con ese antecedente, en los círculos sindicales de Blanca Valles, se fueron conociendo casos de despido: Que les llamaban y les pedían que firmaran la renuncia, personas que tenían hasta 20 años de antigüedad, solo les dieron 20 mil pesos, mil pesos por año trabajado y los despidieron. De ser cierto, solo hay una explicación y el peligro es latente para todos aquellos empleados que, sin ser sindicalizados, sin ser jefes de departamento, tienen la condición de “confianza”, paso previo a recibir la base, que nunca recibieron.

TRIPLE AVIADURIAS.
Solo Jesús Nader (Administración) y Lidia Madero (Salud) han negado el despido masivo. Sin embargo, casi todos los nuevos funcionarios, hace hincapié en que van a correr a los aviadores; el más insistente es Héctor Escobar Salazar (Educación). Y la verdad, si, a esos tienen que correrlos, pero siguiendo el protocolo… en la UAT, corrieron a uno que tenía 20 años cobrando y, ¡oh, sorpresa, gano la demanda!

Hay un caso que pinta el grado de corrupción e impunidad: el caso más sonado de los aviadores, es uno que, pretendiendo asegurar una chamba, entrego su currículum y al revisar el sistema apareció con nombramiento en ¡tres secretarias!, es decir, el ingrato cobraba tres sueldos y, la pregunta, sin la menor duda es: ¿cumplía con alguna de sus tareas administrativas! Eso, los aviadores, se deben terminar… se ve difícil, pero en fin… se vale soñar.

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