jueves, 20 de abril de 2017

CORRUPCION Y DEBIDO PROCESO.

Los últimos días han sido, para mexicanos y en especial para los tamaulipecos, de noticias espectaculares que tienen que ver con la corrupción, ese mal en el cual México es casi casi el campeón mundial. Por un lado, allá en Florencia (Italia) se detuvo a Tomas Yarrington; y ayer, en Guatemala, hubo una audiencia pública en la cual Javier Duarte rechazo la extradición.


Las señales para combatir la corrupción siempre son buenas. La detención de ambos políticos, para unos, es oxigenar momentáneamente al gobierno priista de Enrique Peña Nieto en virtud de que da señales de combatir la corrupción. Sin embargo, tal como se ven las cosas, como que la extradición –de uno y otro-, no será cosa fácil para México.


¿FACIL O COMPLICADO?
De acuerdo a las reglas de extradición, nos han repetido una y mil veces, el proceso tiene dos vertientes. Una, rápido y sencillo; y otra, largo y lleno de recursos legales. Y todo hace indicar que, tanto en Italia como en Guatemala, cada caso seguirá el mismo procedimiento: el más largo y será, en todo caso, una verdadera lucha jurídica por repatriar a ambos políticos.


Cuando Tomas Yarrigton compareció para que le dieran a conocer porque se le detenía, y le enteraran de las ordenes de aprehensión en su contra (la de USA y la de México), prácticamente dijo que las desconocía, que no había sido notificado, y que, en principio, no aceptaba el proceso de extradición. En el caso de Javier Duarte, fue más específico: que la respuesta la daría, digo, cuando conozca su defensa la solicitud formal de extradición para conocer los cargos y los elementos de prueba en su contra.


EL DEBIDO PROCESO.
México se ha caracterizado, en el proceso judicial, por la corrupción, la improvisación y hacer todo a la carrera, es decir, integrar los expedientes de las averiguaciones penales con enormes, o muchas, deficiencias. Eso ha provocado que buena parte de personas identificadas con la delincuencia y el crimen organizado, o delincuentes de cuello blanco, que han sido detenidas, tarde o temprano consigan su libertad.


Por el debido proceso, por ejemplo, Caro Quintero –narcotraficante-, salió de prisión y ya no lo volvieron a ver ni el polvo. Y todos recordamos el caso de Florence Cassez: sentenciada a 60 años por secuestro, delincuencia organizada y posesión ilegal de armas; que obtuvo su libertad en virtud a errores o vicios en su aprehensión: la detuvieron y luego la escenificaron como si fuera una película.


ENTRAÑAS DEL SISTEMA.
Tanto  Yarrington como Duarte conocen a la perfección el sistema político mexicano, sabe de sus juegos, de sus acuerdos y negociaciones, como también conocen las debilidades del sistema penal y judicial. Por la postura inicial, tomando en cuenta que llevaban meses huyendo, escondiéndose de la justicia, es de pensar que no se van a entregar fácilmente. Yarrington ya dijo que no acepta la extradición. ¿Qué puede alegar para impedirla? Por otra parte, creemos sea más fácil para Estados Unidos justificar tal acción. Duarte quiere saber, a ciencia cierta, de que lo acusan… es, como quien dice, la misma postura.


Y es que, salvo lo que digan los tratados internacionales, hasta donde sé: un extraditado solo puede ser juzgado por los delitos que, en la petición formal, le imputan. Así que el duelo, en primera instancia será legal: demostrar, con evidencias, de que ambos merecen ser juzgados. Si no lo demuestran, el país (Italia o Guatemala) pueden negar la extradición pensando que son perseguidos políticos.


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