viernes, 5 de enero de 2018

EQUIDAD Y/0 CAPACIDAD DE GENERO.

De un tiempo acá las mujeres van ganando terreno en todos los ámbitos; y el político-electoral es uno de ellos. La legislación electoral, y la particular de algunos partidos políticos, les conceden a las mujeres determinados derechos que se tienen que cumplir al momento de nombrar candidatos a puestos de elección popular. Para alcaldes de Tamaulipas, por decir, 22 candidatos tienen que ser mujer.


Y en el caso de los municipios la integración de las planillas del cabildo, forzosamente, también tienen que cumplir el requisito de la equidad de género. Por eso dicen que la equidad política es horizontal, pero también es vertical. Con esto, lo que se busca, es darle a la mujer un empoderamiento de tal suerte que sus ideas y acciones se vean, se sientan, en la vida pública del país.


CUESTION DE CAPACIDAD.
La mujer ha vivido por años, o siglos, dentro de una cultura de machismo o de marginación, discriminación pura. Con los movimientos feministas del siglo pasado se inicia una transformación en la forma de ver, de sentir y de actuar en relación con la mujer. Se dan ordenamientos laborales primero, luego políticos; de tal suerte que hoy en día, avanza y se consolida, una legislación en favor de la equidad de género.


Cada año, en el Día de la Mujer, se pronuncia uno y mil discursos, se hacen eventos, se imparten conferencias, se publican libros. Sin embargo, la explicación más socorrida para explicar la discriminación de la mujer, es que todo es cuestión de cultura: ni la mujer, a veces, asume sus propios derechos. Y en cuestión política, fue la llevada, traída, aplaudida y vilipendiada Mercedes del Carmen Guillen Vicente, la que dijo que la participación de la mujer en política no es cuestión de género, pero si de talento, de capacidad.


EL GÉNERO EN LOS INDEPENDIENTES.
Me acorde de la expresión de Paloma al momento que leo que Tania Gisela Contreras López, hoy por hoy, la primer mujer en presidir (interinamente) al IETAM, informa que hay 23 aspirantes a ser candidatos independientes a presidencias municipales. De ellos, asentó, 20 son hombres y 3 son mujeres. Efectivamente, en el censo y en el padrón electoral, porcentualmente hay más mujeres, pero, se ve, se nota, no participan tantas.


Observando el panorama político resulta que a nivel nacional luchan 6 por ser candidatos independientes; de ellos, 4 son hombres y solo 2 mujeres. Y, por otra parte, los partidos políticos tienen a puros hombres; en suma, 7 hombres y 2 mujeres, por si mismos, por decisión propia o partidista, buscan el puesto de Enrique Peña Nieto; ni por asomo, en cuestión de iniciativa, se da una competencia pareja de género. Luego, entonces, es por capacidad, por recursos, y no solo por el simple género.


EL SEXO EN EL PODER.

Una revisión a la página del Senado, aparecen los siguientes datos (actualizado en diciembre de 2017): hay 48 senadoras y 77 senadores. La cuenta no sale, porque en total son 125 y se compone de 128 en total. En todos los partidos políticos es obvia la diferencia a favor de los hombres. Incluso, uno se acuerda, si, del caso de las juanitas: las mujeres que habiendo rendido protesta como legisladores presentaron su petición de permiso para ser sustituidas por hombres, en algunos casos, por el marido.


Y si nos vamos al Poder Ejecutivo, la verdad, la discriminación de género es aún más patente: de 24 unidades o dependencias de Enrique Peña Nieto, en lo que va del sexenio solo aparecen 4 mujeres: Claudia Ruiz Massieu, Rosario Robles, Arely Gómez y María Cristina García Cepeda; y lo que son las cosas, las 3 primeras han ocupado 2 cargos en la Administración Pública Federal, sin contar que Arely Gómez antes fue Senadora. Con estos datos, la verdad, ni para que revisar la estructura estatal o local.


LA CAPACIDAD NO TIENE GENERO.
Estoy convencido: la mujer es igual de capaz que el hombre. Al menos, como docente por más de 30 años, los alumnos más brillantes siempre fueron las mujeres; y los primeros lugares también. La cuestión de genero se observa, eso sí, en el ambiente laboral y más en el político y en el de servicio público, a nivel de decisión. ¿Por qué sucede así? La única respuesta está en quienes toman la decisión para la selección y la contratación. Se entiende que, en términos electorales, ya no es tan agudo este problema.


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