miércoles, 31 de diciembre de 2014

2015: VIVIR MEJOR.

El inicio de cada año es como los cumpleaños: repasamos nuestra vida y hacemos propósitos de avanzar, de mejorar, de disfrutar. Hoy, sin embargo, no intento ser diferente, pero si hacer notar que cada uno de nosotros tenemos la fórmula para vivir mejor. En el “Discurso del método”, René Descartes afirma: “… mi propósito no es el de enseñar aquí el método que cada cual debe seguir para guiar acertadamente su razón, sino solamente el de mostrar de qué manera he tratado de guiar la mía”.


No soy pretencioso ni quiero emular a Descartes. Pero si quiero advertir que todos, como seres humanos, tenemos una capacidad intuitiva y una racional; y que medio mundo, sobre todo en el Facebook, hace notar que debemos estar agradecidos al GADU, al Dios en que creemos, el que nos haya dado la vida y nos haya permitido vivir un año más. Sin embargo, creo en las palabras del poeta: “Somos el arquitecto de nuestro propio destino”. Y es a partir de ahí, creo, como podemos vivir mejor un 2015.


Tenemos que poner nuestro granito de arena, que inicia con la fe, la creencia, en la existencia de un Ser Supremo: y en que hay una vida y hay una no vida (muerte). La vida tenemos que vivirla a plenitud; disfrutar la salud y tratar de evitar la enfermedad. ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo decir que se es feliz? Si, para vivir o disfrutar mejor la vida, solo hay una receta y una condición: hacer lo que te gusta y, obviamente, ser humano a plenitud.


Un día Armando Fuentes Aguirre, mejor conocido como Catón, me dijo: lo más sublime que le puede suceder a uno, es que hagas lo que más te gusta y, además, te paguen. Lo he logrado con la docencia y en la investigación académica; el espíritu, el alma, se nutre con algo más: leer y escribir; leer para satisfacer hambre de conocimiento y de explicaciones de la naturaleza y de la vida; escribir, para describir, explicar las cosas que están y suceden a mí alrededor.


Ser docente e investigador me ha permitido viajar y conocer a gente extraordinaria, que anda en mis mismos misterios y caminos del conocimiento. Leer y escribir, sobre todo escribir, escuchar comentarios que estimulan a continuar haciéndolo; que conlleva a conversar y escuchar unas y otras explicaciones, siendo testigos de las múltiples explicaciones que cada uno tiene de los eventos de la vida. Por ejemplo de la política, los interesados son la política. Pero ahí tienen que un exalumno, hoy convertido en excelente reportero, presume que sus textos más leídos y compartidos en la red, nada tienen que ver con la política (https://www.facebook.com/ricardo.brussolo.5?fref=ts ).


Ser humano a plenitud significa que las enseñanzas, las predicas, de tus creencias, religiosas o no, sean realizadas. Por ejemplo, en la masonería enseñan una preparación para la muerte: ordenar tu vida, dando a la muerte una significación e interpretación filosófica: morir a los vicios, morir a la ignorancia, es decir, aprender y desarrollar practicas que van de la mano de las virtudes morales, hacer la distinción entre el  bien y el mal.
Las enseñanzas de Jesús, también conocido como uno de los Grandes Iniciados, son muy claras: ser humildes, hacer a un lado pecados como la soberbia, la vanidad, la avaricia; pero también, que debemos saber amar a nuestro prójimo, lo que conlleva, practicas de apoyo, comprensión y solidaridad para quienes están a nuestro alrededor… y sobre todo: Tener Fe.


Tener fe en el Ser Supremo de nuestra creencia, en la familia, en los seres queridos, en nuestros amigos; en ver cada momento de nuestra vida como una oportunidad para crecer, para fortalecer nuestro cuerpo y mente, recordando a Rudyard Kipling: Cuando vayan mal las cosas como a veces suelen ir,/cuando ofrezca tu camino sólo cuestas que subir,/ cuando tengas mucho haber pero mucho que pagar,/y precises sonreír aun teniendo que llorar,/ cuando ya el dolor te agobie y no puedas ya sufrir,/ descansar acaso debes pero nunca desistir.


Tenemos que ver el vaso con agua, medio lleno y no vacio. Agradecer al GADU la oportunidad de vida, para seguir haciendo lo que te gusta, en mi caso: dar clases, leer, escribir y ahora hasta tomar fotografías; y claro, seguir compartiendo cada instante con Martha y Ana Rosa, las reinas de mi casa; con mis padres, hermanos y amigos; con mis alumnos, exalumnos y compañeros de trabajo.


¡Feliz y prospero año 2015!


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viernes, 12 de diciembre de 2014

HACER BIEN LAS COSAS.

Hoy es un día especial para mi familia. Un día como hoy, inicie con Martha la formación de mi familia, han pasado años de eso, y hoy creo que solo puedo reflexionar con lo que consigno en el titulo: Hacer bien las cosas. No puedo asegurar si las cosas las he hecho bien, pero lo que sí puedo asegurar, es que he disfrutado mi matrimonio, mi vida laboral y mi etapa de colaborador periodístico.


¿Qué significa hacer bien las cosas? No voy a imitar a René Descartes, que en su Discurso del Método afirma: que no busca decirle a la gente como se conduzcan, solo la forma en que él hace las cosas y le ha funcionado bien. Solo quiero hacer comentarios y reflexiones sobre lo que significa hacer bien las cosas. Hacerlas, por ejemplo, como docente, como político, como parte de una familia.


En principio, en todos lados, hay reglas de convivencia, lo que significa hacer bien las cosas en relación a las reglas ahí establecidas: las hay en la familia, como también, en el club social o en el mundo laboral. En pocas palabras: hacer bien las cosas en función al contexto. Ya en el plano personal, hacer bien las cosas, significa hacerlas en relación con la ética, con los valores y lo principios ideológicos que se profese.


No hacer bien las cosas tiene sus bemoles: la sanción necesaria, según las reglas. Es muy común, por ejemplo, que en la política no se hagan bien las cosas: al Partido Acción Nacional le acaban de suspender, por ejemplo, su proceso de elección interna. Según Miguel Gracia Riestra, del Tribunal Electoral Estatal, se le ordena al PAN reponer su proceso de elección interna, porque no se siguió el debido proceso. Se brincaron pasos o etapas.


Los políticos mexicanos, y los tamaulipecos no son la excepción, están acostumbrados a no hacer bien las cosas. El ejemplo más reciente es la elección interna del PAN: Pablo Cantú Hinojosa se defiende, afirmando: reconoce que, efectivamente, no se hicieron bien las cosas, que se brincaron una etapa, pero que el solo obedeció las ordenes de un superior. Lo que significa que Cesar Verástegui, Juan García Guerrero y Agustín Chapa tendrán que esperar sus ambiciones de ser líder partidista… Hasta que termine la elección federal 2015.


El gobierno, en términos generales, tampoco ha hecho bien las cosas. Si hay corrupción e impunidad, es porque no se han aplicado de manera correcta las leyes; si hay, digamos, nuevos ricos –como decía Jesús Silva Hersong-, es porque no han funcionado los controles gubernamentales y propician que haya servidores públicos que lleguen con las manos en bolsas y salgan con las bolsas en la mano. No funciona la contralaría como prevención de “enriquecimientos inexplicables”.


No hacen bien las cosas los constructores, solapados por el gobierno, que construyen edificios públicos, u obras públicas, como puentes y pavimentación de calles, si en menos que canta un gallo aparecen fallas, roturas o baches. El caso del puente de la Colonia La Moderna queda en la memoria histórica: construido y reconstruido dos veces, y se sigue cayendo con las lluvias. Ni como aplaudir la obra. Y sucede eso, simplemente, porque está mal planeada, con resistencia insuficiente, porque la supervisión técnica de obras publicas deja mucho que desear.


Hacer bien las cosas conlleva una actitud. Por ejemplo, ayer en la posada de la Facultad de Derecho, Carlos Hinojosa no logro dominar sus emociones y en  la medida que pudo se burlo de quienes, en un proceso antidemocrático –sin competencia electoral-, defienden sus derechos humanos y promueven amparos. Una convivencia que, se entiende, es de compañerismo, de fraternidad, se mancha por quien emocionado, marca con sus palabras la diferencia.


Hacer bien las cosas bien puede ser un propósito de año nuevo. Hacerlas en toda la extensión de la palabra: en cada uno de los contextos en los cuales nos desenvolvemos, sea la familia, la vida laboral, la social o la política; hacerlo, quizá no por lo que marque las conveniencias sociales, pero si, por la ética, la legalidad, la responsabilidad. Con nuestros actos nunca, nunca, debemos afectar a otros.


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