jueves, 9 de octubre de 2014

MEXICO BRONCO.

Cada que me entero de algún hecho, violento o no, pero que tiene una tremenda repercusión en la vida cotidiana de los ciudadanos, me acuerdo de la reforma política de José López Portillo. En aquella ocasión Jesús Reyes Heroles la justifico alegando que era necesaria para no despertar al México bronco. Tengo la impresión que, de vez en cuando, las formas de gobernar, las actitudes  de los lideres y políticos, dan muestras de quererlo despertar.


Y es que, la verdad, son tantas las cosas, los hechos o situaciones, que evidencian una especie de falta de sensibilidad, o de racionalidad o cordura, en el comportamiento de los gobernantes y líderes políticos, que de plano es momento de pensar que todo tiene un límite. El pueblo mexicano es guadalupano, aguantador, pero hay momentos en que ya no es posible resistir.


En la historia hay momentos que marcaron o definieron un rumbo del país. Obvio, la revolución mexicana; pero también el movimiento estudiantil de 1968, como también –si no en todo el país, si en algunas partes-, el movimiento indígena chiapaneco de 1994, que le declaro la guerra al ejército mexicano. Antes de ellos, recuérdese, en tiempos de Echeverría hubo grupos guerrilleros en el país, que secuestran a poderosos de la elite económica y política.


Los hechos que tienen como protagonistas a los estudiantes normalistas de Guerrero están mostrando, hasta la saciedad, cuan podrida esta la estructura político-gubernamental; ponen en evidencia, además, como los partidos políticos con el afán de ganar una elección no se detienen a revisar, a cuidar, las candidaturas que asignan de manera “ciudadana”, tal y como sucedió en el Estado de Guerrero al PRD. Por eso, sus líderes, ya pidieron perdón… pero eso, obvio, no es suficiente.


Veo luchar a los estudiantes normalistas y recuerdo los lemas de estudiantiles de 1968:

a)     Mi nombre, ofendido; Mi apellido, humillado; Mi estado, la rebeldía.
b)     Todos nacimos el dos de octubre.
c)     La revolución no se hace en la cafetería.
d)     Me he superado: ya no veo televisión.
e)     Los exámenes no me beneficiaran. La libertad, si.
f)      En cada estudiante duerme un monstruo. El problema es desatarlo.


Corrupción, irresponsabilidad, tráfico de influencias, nepotismo y compadrazgo, son los signos más comunes en los gobiernos de México, en los tres niveles de gobierno. Antes de 1988 no se pensaba en alternancia en el poder; se ha dado ahí en donde, de plano, los niveles de esos vicios y estados de cosas son ya insostenibles. La alternancia en el poder es fruto de un cansancio de la ciudadanía por ver que sus partidos políticos realmente cambien.
La verdad es que, aquí y en cualquier parte de México, los ciudadanos son testigos de cómo el gobierno dice empeñarse en cambiar las cosas, en potenciar el desarrollo social, en acabar la pobreza, en mejorar la educación y…, sin embargo, los hechos ahí están a la vista: por eso, Enrique Peña Nieto propuso y logro reformas constitucionales que van a cambiar –dice, a mover-, a México: la cuestión es hacia donde, hacia una mayor concentración de la riqueza, a ensanchar la brecha de ricos y pobres.


Hasta la fecha, cada gobierno sexenal, nos ofrece una solución y que será distinto al anterior, o anteriores; la historia muestra que, en la práctica, de pronto son iguales o son peores. Y la decisión la tiene, si fuera plenamente libre, el ciudadano con el ejercicio de su voto. Participar es la solución, para no llegar a los extremos que se viven ya en algunos lugares, donde la violencia hace acto de presencia: participar es decidir.


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Web: http://meligue.blogspot.mx/







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