martes, 11 de noviembre de 2014

¿COMPARTIR O COMPETIR?

Cuando Jesús Galindo habla de la ingeniero en la comunicación social, tal y como lo hizo este lunes en la ULSA-Victoria, invariablemente obliga a su auditorio a pensar. A mí, sus palabras, me hicieron recordar el texto de Luis Alberto Machaco “La revolución de la inteligencia”, donde afirma que todos nacemos igual de inteligentes, pero el contexto de nuestro desarrollo hace que, a la larga, unos sean más inteligentes que otros.


En principio debo hacer notar que Jesús Galindo Cáceres, en su papel de investigador, es un ejemplo de cómo se debe trabajar la ciencia en los entornos de la sociedad. Doctor en Ciencias Sociales y Maestro en Lingüística, cuando abrazo la investigación como forma de vida tejió un plan: asumir la investigación en función a un proyecto, digamos eje, donde puedan albergarse dos o más variantes.


Asi, inicio estudiando la 1) “Cultura Política” y luego siguió con la 2) “Cultura Mexicana”; posteriormente centro sus esfuerzos de análisis, reflexión e investigación en la 3) “Cultura de la investigación y la metodología”  que, que quizá, lo lleva a iniciar una 4) “Construcción teórica en el ámbito de la comunicación”. Y en esta época, su tema de reflexión, estudio y análisis es la “Ingeniería de la Comunicación Social”. Y cada periodo cubre, advierte, de 5 a 7 años de trabajo.


La llegada de Galindo a dar la conferencia en el Congreso “Comunicación sin límites” se puede explicar, incluso, consecuencia de una ingeniería social de la comunicación: Zyanya Castillo y Laura Díaz escucharon la conferencia que Galindo expuso en el año 2013 en Monterrey, en el Congreso de CONEICC. Así que, ahora, enteradas del Congreso que realizaría su Universidad hicieron la propuesta, se investigo y todo, como dirían en Matamoros, arreglado.


Es difícil explicar en pocas palabras la ingeniería de la comunicación social. Sin embargo, se puede establecer que las decisiones y acciones van siendo consecuencia de otras. Y puso dos ejemplos: la distancia abismal de México y Japón en cuestión de patentes, es decir, de productos científicos y tecnológicos; haciendo notar que los estudiantes de Secundaria en Japón desarrollan más patentes que los científicos mexicanos. ¿Por qué? Porque allá hay una ecología, un ambiente, que lo facilita y promueve.


El otro ejemplo es determinante para la psicología y comportamiento del mexicano. Dos jóvenes son parte de un intercambio académico-cultural: una alemana viene a México; y la mexicana se va a Alemania. Al mes, la joven alemana ya tenía muchos amigos, era parte de tres grupos, uno de cine-club mexicano; otro, de ambientalistas y ecologistas y uno más que investigaba la cultura mexicana. En cambio, la mexicana: se quería venir, estaba aburrida, porque no tenía amigos y no había nada que hacer. ¿Cómo explicarlo? La capacidad de socializar, que te lleva a compartir y no a competir.


Cuando Jesús Galindo esboza sus ideas de una cultura de compartir y no de competir, como decía Cantinflas, sin querer queriendo me acorde del calificativo que adjudican a los mexicanos: “individualistas y nada cooperativos” y la explicación de las cestas en donde, una tenia cangrejos mexicanos y en la otra chinos: en la mexicana, cuando uno quería salir, las otras lo jalaban… en cambio, en la chinas fue otra actitud: una subió arriba de otra, así, sucesivamente, hasta salir, jalándose unas con otras: todas salen.


Fue claro, contundente, el expositor cuando cuestiona a los jóvenes sobre lo que hacen, sobre su mundo. Es fácil explicarlo: si no estudian, no aprenden; si no practican, no desarrollan un talento. Pero sobre todo, obvio, si no  comunican, no consolidan su proceso de socialización, de compartir y no competir. Es simple: si no se comunican es porque, en la práctica, no tienen nada que comunicar. Aun no le dan un sentido a su vida.


Contacto:
Web: http://meligue.blogspot.mx/




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