No sé cual sea la fuente del rector de la ULSA para
afirmar que solo 3 egresados de preparatoria logran ingresar a la Universidad.
No estoy actualizado, pero hace muchos años la pirámide educativa establecía
que de cada 100 que ingresaban a la primaria, solo 14 llegaban a la
universidad; que de esos, 7 concluyen sus estudios y solo 3 logran titularse.
A todos mis alumnos, cuando les doy clases por primera
vez, les digo que ya son exitosos, precisamente porque logran llegar a la
Universidad. Sin embargo, en 33 años de experiencia docente he visto
evolucionar, digamos, el nivel de aprovechamiento o de interés por los
estudios: cada día, o cada semestre, el interés es menos… hay ausentismo en el
aula, hay deserción y no se diga reprobación.
Iniciado en el UAT el periodo de evaluación en un grupo
de 32 alumnos aplique el examen ordinario. Solo llegaron a tiempo, a las 8 am,
12 alumnos; en un lapso de 30 minutos, retrasados pues, llegaron 3 más: le
cargaron la culpa al microbús, una que venía llegando de Matamoros y, otro más,
de plano, que se le había olvidado que tenía examen. Media hora después de
finalizado el examen, llego un alumno: se me hizo tarde, me dijo.
¿Cómo explicar el fenómeno del poco, o casi nulo, interés
que tienen los estudiantes por aprender?
La primera explicación es echar la culpa al profesor, de que no sabe
enseñar, de que no sabe de la materia o de que falta. Pero hay una exigencia
formal: las evaluaciones no se pueden eludir, a menos claro, que alguien
manipule calificaciones en el sistema escolar, como ya sucedió en una ocasión
en la facultad: en aquella ocasión, se dijo, se habían corregido hasta 1500
calificaciones… a 800 pesos por unidad. ¡Imagínese!
Cuando tuve la oportunidad de ser Coordinador de la
Carrera de Comunicación pude observar un hecho extraordinario: los alumnos de
excelencia, los que tenían derecho a una beca que entregaba el rector, eran
alumnos del grupo vespertino y en algunos semestres eran personas adultas: que
trabajaban y estudiaban. La explicación: saben que no pueden perder tiempo y
aprovechan toda oportunidad para estudiar… los otros, prefieren divertirse y se
contentan con pasar, no ambicionan dieces ni promedio alto.
Tarde, muy tarde, les cae el veinte a la gran mayoría de
los estudiantes: si estudian, le echan ganas, obtienen buen promedio y se
pueden titular así; otros, por ser excelentes estudiantes, logran aprobar el
examen de CENEVAL y así también se titulan. Los otros, solo tienen la opción de
hacer un curso sustitutivo de tesis, o la tesis. Así, pocos son los que se
titulan y luego, cuando necesitan el titulo, no pueden conseguirlo pronto.
Hay otro detalle: no conocen ni siquiera las reglas y
procedimientos escolares. Un alumno me dijo que no sabía que era examen
ordinario y que extraordinario. Un caso extraordinario: en uno de los grupos
tengo 4 alumnos que están en tercera oportunidad de inscripción; eso significa
que, si no aprueban, quedan excluidos, fuera, de la Universidad. Solo uno fue a
clases, presento exámenes y aprueba: los otros tres, no fueron a clase, no
presentaron exámenes ni tareas y trabajo: obvio, van a quedar fuera de la Universidad.
¿Se inscriben por inercia? ¿Para qué hacerlo si no tienen pensado ir a clases?
Estoy plenamente convencido de que la educación no hace
rico a la gente, pero si ayuda a tener mayores y mejores oportunidades
laborales; incluso, les digo a mis alumnos: las calificaciones sirven para
abrir puertas y generar oportunidades. En términos particulares, lo he dicho,
la culpa es de padres de familia que no inculcan sentido de responsabilidad; ya
en términos estructurales, es del sistema y estructura educativa que se muestra
incapaz de responder a las expectativas de la sociedad y de la población.
Contacto:
Correo: meliton@prodigy.net.mx
Web: http://meligue.blogspot.mx/
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