Poco a poco se van ventilando hechos, coyunturas y circunstancias
de como los vientos de cambio van a llegar al gobierno. Llegan, recuérdese, al
Poder Ejecutivo con Francisco Javier García y en el Congreso Local tendrán
mayoría. Los cambios son inminentes y eso, quiérase o no, nos induce a
preguntar: ¿serán de forma y de fondo o solo serán de personas?
El tema de los diputados siempre es recurrente, por la
realidad y la percepción de la imagen que tienen, los de siempre. Víctor Gordoa
dice que él recomienda a quien sea candidato, si fue diputado, que no lo diga…
porque se van acordar de que no hizo nada o de que no volvió, como prometió,
con sus representados.
Por más de 80 años los diputados no priistas supieron lo
que es gritar en un desierto. Presentaban una y otro propuesta y nada, se
quedaba en la congeladora; imagino que eso, a partir de la próxima legislatura,
le sucederá a Alejandro Etienne como a Carlos Morris, que se estrenan como
diputados, uno plurinominal –se quedó con las ganas de presidir la Gran
Comisión-, en tanto que el otro, el sobrino de oro, gano la diputación en las
urnas.
Los nuevos diputados, digamos los panistas, tienen muchas
formas de cumplir las promesas que hicieron a los electores. Por ejemplo, una y
otra vez han propuesto eliminar la tenencia y en campaña lo recordaron: de que
se va, se va, dijeron. Y eso sería un buen principio. Otra cosa que pueden
hacer es no faltar a las sesiones, presentar proyectos e iniciativas, es decir,
trabajar y cumplir.
También es recomendable, muy sano, que no se olviden de
sus electores. Su tarea principal es legislar, pero por costumbre, han
desarrollado –o mejor dicho-, han presumido que son gestores sociales en apoyo
a la población más vulnerable. Tienen que darse baños de pueblo, pero ahí en el
Congreso se comenta que un diputado externo su afán de irse de vacaciones a un
lugar donde no lo conozcan y le recomendaron: vete a tu distrito.
Y lo más importante: tienen que demostrar que saben, que
conocen sobre lo que legislan. No vaya a suceder como a los priistas, que más
de una ocasión les enmendaron la plana, por eso del famoso “debido proceso”:
les ordenaron, por ejemplo, que cumplieran con reformar la Constitución Estatal
y compaginarla con la Federal, lo hicieron hasta que recibieron un ultimátum. O
sea, no les daban ganas de hacer bien las cosas.
Lo más grave, recuérdese, cuando los obligaron a reponer
el procedimiento para elegir a los magistrados electorales. Lo hicieron en lo
oscurito y como hubo impugnaciones, tuvieron que hacer una convocatoria
abierta. Por eso, cuando los actuales diputados toman decisiones legislativas
vinculadas con la cuestión electoral el abogado Armando Charles se regordea con
las pifias y les recuerda en el Facebook las reglas que escondieron o que, de
plano, ignoraban.
No imaginamos que los vientos de cambio conviertan al
Legislativo en un verdadero y autentico poder libre, autónomo, como un correcto
contrapeso así como lo imagino Montesquieu en El Espíritu de las Leyes. Serán,
como los priistas, fieles, obedientes y cumplidores sumisos al Poder Ejecutivo.
Me gustaría que algún día la izquierda se recupere, que sea un Congreso de 3
fuerzas definidas, que negocien y debatan, para tomar una decisión relevante.
Dirá alguno de mis tres lectores que a mi edad me pongo a
soñar. Y la verdad que si: ve un lo que sucede, lo que hacen, los congresos en
otras entidades y se imagina que algún día puede suceder lo mismo en México o
en Tamaulipas: como por ejemplo que el Poder Ejecutivo comparezca y explique, a
los representantes del pueblo, lo que está sucediendo con la Administración
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