martes, 20 de octubre de 2015

EGIDIO EN LA ENCRUCIJADA DEL PODER.

Son muchos los que se quieren sacrificar para gobernarnos, me dijo hace días un campesino. Y luego pregunto: ¿Quién decide? No halle que responderle, se entiende que, en cada partido, las bases del mismo, luego toda la ciudadanía. Sin embargo, hay una realidad incuestionable: en el PRI, nunca han decidido las bases. Antes todo lo decidía el Presidente de la República.


El campesino, del municipio de Reynosa, no cree en la democracia desde que participo en una elección como parte de una planilla: ganaron la elección, pero días antes a todos los citaron y, cuenta, el gobernador les dijo: Firmen, era una solicitud de licencia y se creó una Junta de Administración Civil. Hoy, le digo, eso ya no puede suceder, hay más variables al momento de tomar una decisión política.


Para las elecciones de gobernador del próximo año, solo en el PRI, andan un buen numero: Alejandro Etienne, Alejandro Guevara Cobos, Baltazar Hinojosa Ochoa, Enrique Cárdenas, Marco Antonio Bernal, Mercedes del Carmen Guillen Vicente… así, en orden alfabético, porque dicen que no hay nada para nadie. Son 6 y fueran 7 si se incluyera a Ramiro Ramos Salinas. Hacen mucho ruido, están invirtiendo para “posicionarse”… atrás quedo eso de que “el que se mueve no sale en la foto”.


¿Quién tomara la decisión? Como vivimos en un centralismo político, como un día se dijo, el fiel de la balanza: el Presidente de la República. Pero como, no son tiempos de imposición, porque ahora ya existe una oposición real: el PRI pierde elecciones de gobernador, hasta con candidatos independientes. Por lo tanto, EPN se tiene que informar y, dentro de la estructura, los más cercanos, los que tienen una fotografía más real solo son dos: Egidio Torre Cantú y Manlio Fabio Beltrones, el gobernador de la entidad y el líder nacional del PRI.


Ambos, Egidio como Manlio, corren un solo peligro: que su recomendación, que su información, se vea distorsionada por los intereses que ambos tienen para el futuro inmediato. Egidio, como cualquier otro gobernante, quiere trascender, haciendo notar que “heredo” el cargo a su favorito, tal y como lo hizo en su momento Tomas Yarrington y luego Eugenio Hernández Flores. Y su favorito, cuentan, es Alejandro Etienne. En la coyuntura de no poner en riesgo un triunfo, tendría que apoyar –no vetar- a quien este mejor posicionado.


Nadie desconoce que Manlio Favio negó, desde que llego al liderazgo partidista, tener aspiraciones presidenciales. Pero medio mundo, que lo conoce bien, sabe que desde ahí está construyendo las condiciones para ser, a la larga, el candidato natural a la Presidencia de su partido. En esa coyuntura, tiene dos opciones: favorecer a un amigo, Marco Antonio Bernal, o apuntalar a quien garantice un triunfo inobjetable y, claro, hacerlo por esa razón su amigo.


Una coyuntura extra, sin duda, es que el propio Presidente de la República pueda tener su propio candidato. Ahí es donde, sin duda, descansa la mayor fortaleza de Alejandro Guevara Cobos. Un padrinazgo fuerte, fundamental para llegar al poder. Si esta fuera la coyuntura, lo único que podría aniquilar la oportunidad serian dos vetos: el de Egidio como el de Manlio Favio, con información de que, de ser el candidato, no garantiza un triunfo.


En este momento, como quien dice, todo es un volado: no hay nada para nadie. Y el descarte, que anuncien a unos y otros, que no van, tiene que ser pronto, no pueden estirar el plazo, porque al avanzar los tiempos, los roces, los choques entre unos y otros, puede provocar que la operación cicatriz se complica: se tiene que impedir, a toda costa, que haya deslizamientos hacia otros partidos, que haya ruptura… el PRI ya no puede aguantar esos momentos de crisis.

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