Una vez que Patricia llego y no causa el daño que uno se
imaginaba, dada su magnitud e intensidad, leo en las redes sociales textos de
muchas interpretaciones: desde los que se burla, alegando que llego y le
robaron 4 grados de intensidad, hasta los que dan por hecho que las oraciones y
plegarias funcionaran, hasta unos que, en contraste, hacen ver que todo fue un
embuste el gobierno, una cortina, que magnifico el hecho.
Creo que en mucho ayudo, como algunos lo hacen notar, las
condiciones geográficas por donde entro Patricia a tierra firma; y, por el
otro, creo que el gobierno no exagero en relación con la peligrosidad y que
funcionaron las medidas de prevención. La prueba es que, en ciertos lugares,
los daños de Patricia si son lamentables… por las aguas, los derrumbes y las
inundaciones; los cultivos destruidos. Bien, si, que no hubo daños en pérdidas
humanas.
Lo anterior me permite hacer comentarios y reflexiones
sobre la realidad y la percepción. Hace muchos años, cuando estudiaba la
preparatoria, leí un pequeño libro: Dialogo entre Hilas y Filonus; un
materialista y un idealista. En aquel entonces me llamo la atención, mucho,
como se explicaba que la realidad no era conocida, que algunos cosas eran
relativas, como el color, los sabores o los olores o incluso la naturaleza
concreta de algunas cosas.
Eso me lleva a considerar que la realidad y la percepción
(de la realidad) son distintas. Y es algo que se puede observar hasta en la
política: la realidad se conoce, o se ve distinta, según sean nuestras propias
experiencias o las vivencias de otros. Y más hoy en día: la información que
fluye en los medios de comunicación o en las redes sociales nos informa y, a
veces, nos distorsiona un hecho al magnificarlo o al minimizarlo. Eso fue lo
que paso con Patricia: la información nos proveyó de una imagen que nos llevo a
pensar lo peor.
Lo que sucede es que la información fue tal, que a medio
mundo puso a temblar: la historia de los huracanes, su grado y su tamaño; las
imágenes de comparación con el Catrina o la imagen que, horas antes se
difundió, proveniente de la NASA y que mostraba a un México cubierto por la
estela de nubes… hicieron su papel: temimos lo peor y México se preparo para
ese escenario. La prevención, la organización, la coordinación de unas y otras
dependencias, dio sus frutos. Hoy, después del viernes por la tarde, estamos
agradecidos con Dios porque no hubo un desastre que lamentar.
La información nos provee de imágenes que anidan en la
mente y a partir de ahí forjamos una realidad. En política sucede así: se
machaca tanto y tanto, por ejemplo, de que el centro (Peña Nieto) toma todas
las decisiones del PRI, en toda la Republica, y es entonces que nacen las
especulaciones –la realidad para unos-, que dan por sentado la política ira en
una dirección: Que Alejandro Guevara Cobos tiene la bendición del fiel de la
balanza; que Baltazar Hinojosa, Marco Antonio Bernal como Mercedes del Carmen
Guillen tienen buenos padrinos, cercanos a Peña Nieto.
Con esta visión, luego entonces, ni un chance tienen
Alejandro Etienne, Ramiro Ramos Salinas ni Enrique Cárdenas del Avellano. No
ven, que hoy en día, el centralismo político funciona, pero no como antes: no
puede ser impositivo ni arbitrario. No, porque hay otros elementos que afectan.
Tan es que funcionan otras variables, entre ellas, el descontento de la gente,
la percepción de corrupción e impunidad, que Nuevo León dio el ejemplo del
papel que juega la sociedad civil con Jaime Rodríguez, con El Bronco.
La percepción de una realidad política no puede derivar
solo de una variable, el nepotismo y el compadrazgo, del interés cupular;
cuenta, también, los componentes del escenario, los actores que participan y,
sobre todo, el empuje de reglas de juego que nace y fortalecen una nueva
práctica democrática entre gobernantes y gobernados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario