Como gobernador priista Egidio Torre Cantú, no solo tiene
que tomar decisiones político-administrativa relativas al arte de gobernar,
tiene que hacerlo también en relación al ejercicio del poder, sobre todo, al de
acrecentarlo y de conservarlo. Por eso, sin la menor duda, se le considera como
el primer priista de la entidad: en esa coyuntura las decisiones relevantes del
PRI tarde o temprano pasan por su aprobación o su veto.
Y cada decisión y acción que tome solo tienen un destino:
que su partido gane las elecciones. Así, cuando en las elecciones su partido
tuvo un tropiezo decidió cambios en el partido y hasta en el gobierno. Se
cambiara, dijo, lo que sea necesario para recuperar el terreno. Se vio en la última
elección federal: el terreno se recupero, 8 de 8 diputaciones federales.
Con esto, uno se pregunta: ¿Qué hace la diferencia entre
el PRI y sus adversarios? Creo que son muchas las diferencias, pero una de
ellas, sin la menor duda, la capacitación: los cuadros directivos del partido,
encabezados por Rafael González Benavides, toman cursos y mas cursos, desde la
historia de su partido, hasta del marketing y la propaganda política, sin
descartar la estrategia política. Es decir, hay preparación, hay formación de
cuadros.
Naye Gómez es la responsable a nivel estatal del ICADEP,
la escuela de cuadros del PRI. El financiamiento público que reciben los partidos
hay, etiquetado, recursos para formar y desarrollar los cuadros, como una forma
de promover e intensificar las prácticas democráticas en el país. Hasta la
fecha, al menos en Tamaulipas, no conozco, no se, que un partido político
distinto al PRI tenga activa su escuela de cuadros, que forme lideres.
En el caso del PRI, da la impresión, que Naye Gómez está
haciendo bien su trabajo. Y a las pruebas me remito, cuando menos, al ICADEP
victorense que está coordinado por Horacio Reyna. Ya presume Horacio su tercera
generación de cuadros. Tuve la oportunidad de ser testigo de la graduación de
las dos primeras generaciones y me sorprende la tercera: hay inscritos 89
alumnos. Y, lo positivo, es que una gran mayoría son menores a los 30 años: en
pocas palabras, si se emocionan, deciden hacer carrera política, ya no serán
improvisados.
Lo significativo de esta nueva generación es que, quienes
han sido sus conferencistas, se percatan inmediatamente, que hay jóvenes que ya
tienen una plena identificación con el partido; otros, digamos, son parte de la
sociedad civil, pero aprovechan para adquirir conocimientos teóricos. La verdad
es que, si los conferencistas o los profesores, hacen bien su tarea, al
concluir sus cursos, todos, pero todos, deben declararse como priistas. Solo
tengo una inquietud: ¿Cuál será la formación profesional de ellos?
He platicado con algunos de esos alumnos y siempre les
manifiesto una inquietud: ¿Qué sucede con los egresados de esa escuela de
cuadros? Reciben una capacitación y luego, qué onda con ellos: ¿A dónde van? Y
es positivo, bastante, que al menos buena parte de la primera y segunda
generación hayan sido cooptados en una u otra trinchera del partido,
principalmente en el área de capacitación. La capacitación siempre es una
inversión y como tal se tiene que pensar y aprovecharla la coyuntura, no perder
la inversión.
Sucede en el PRI estatal: dan cursos, incluso, a nivel de
diplomados o de especialidad, se concluyen, presumen los diplomas, y luego
cambian al líder y la escoba agarra parejo: y los que llegan, unos, no saben ni
cuando se fundó el PRI, otros quizá ni que es un partido, y tienen que empezar
de cero… gastar en otros cursos de capacitación, porque los que sabían, se
fueron y los que llegan, las mas de las veces, sin improvisados y hasta
principiantes en eso de la política.
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