Sorprendió a medio mundo que Guillermo Martínez, memo
para los amigos, se haya incorporado a la campaña de Baltazar Hinojosa Ochoa.
Para nadie es un secreto el talento, el conocimiento, la experiencia de Martínez
en el ámbito de la comunicación, la propaganda política, la persuasión de la opinión
publica. Es, por eso, un valioso elemento. La cuestión, ¿Por qué llega?
Se puede elucubrar varias razones de la incorporación del
excoordinador de Comunicación Social gubernamental a la campaña del candidato
priista. De entre las más socorridas, que es el puente entre el actual
gobierno, el de Egidio Torre Cantú; tal y como sucede con David Vallejo en
relación con la Universidad Autónoma de Tamaulipas, hoy en manos de Enrique Etienne
Pérez del Rio.
Hay, sin embargo, otras lecturas que es preciso
consignar. La más elemental es que Felipe Garza Narváez, simplemente, ya esta
rebasado para esos menesteres; porque hace buen rato que no tiene trato, ni con
editores, concesionarios y periodistas. La otra, sencillamente, que es una
respuesta a la encuesta que, si bien es cierto que favorece a Baltazar, lo
ubica con un ventaja mínima, para unos eso significa un “empate técnico”.
En una campaña electoral, entiéndase, una de los
ingredientes prioritarios es el engaño, el mentir, el manipular. Y eso sucede,
en la práctica, con las encuestas. Por eso es necesario precisar que las
encuestas son, como bien se dice, un instrumento para tomar decisiones. Pero,
ojo, hay que entender que hay dos tipos de encuestas: las que son de consumo
interno; y las que son publicadas.
Hace días, ¿se acuerdan?, la empresa encuestadora
“desmintió” una encuesta en la que el candidato panista llevaba ventaja sobre
Baltazar Hinojosa. Con la nueva encuesta, ¿también la desmentirán?, hagan de
cuenta que la empresa queda bien con ambos contendientes. Ahí es donde está el
meollo del asunto: el PRI, el equipo de campaña, debe tener encuestas propias,
si es así, saben perfectamente si la encuesta más reciente es válida o es otra
charada.
Los cuartos de guerra, de uno y otro candidato, saben
perfectamente el papel que cumple una encuesta que se publica: sirve para
influir en la opinión pública, modificar la intención del voto, reforzar el ánimo
de los votantes, desanimar al adversario, conseguir apoyos y patrocinios para
el candidato. Funcionan como parte del establecimiento de la agenda: anima y
desaniman.
¿El arribo de Guillermo Martínez al equipo de campaña es
la reacción a la encuesta? Si es así, es un reconocimiento implícito a que las
cosas, a que los trabajos, por conseguir el poder político estatal no caminan
bien. Es reconocer, aceptar, que el grueso del votante aun no está convencido
de por quién va a votar. Y ahí es donde se necesita, se requiere, de un
comunicador con experiencia:
Sin embargo, Guillermo Martínez sabe perfectamente que,
para que funcione una publicidad política, requiere de un producto (candidato)
vendible, que el contexto de la percepción del mensaje sea el ad hoc, es decir,
que logre vencer eso que llaman hartazgo por más de lo mismo, que motive,
convenza, persuada. El mensaje tiene que ser congruente con los hechos: no
mentir.
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