En este momento, si hacemos cuentas, se identifican
procesos penales o judiciales a diversos políticos, entre ellos por ejemplo, al
exgobernador tamaulipeco Tomas Yarrington Ruvalcaba; los más sonados son el de
Javier Duarte, el de Borge o el de Padres. Y en todos los casos se han iniciado
ante la insultante realidad que, prácticamente, obliga al gobierno a actuar.
El fin de semana, y el inicio de la presente, hemos sido
testigos de cómo se ha incrementado la información sobre esos procesos penales.
Pero sobre todo, con la extradición de Javier Duarte, se inicia –en redes
sociales-, una especie de desencanto ante la presumible burla a la justicia de
este y otros exgobernadores que están siendo juzgados.
JUICIO POLÍTICO.
Una de las características de la corrupción en México es
que florece por una suerte de conjunto de complicidades que descobijan la
impunidad que persiste. Por ello, es preciso señalar que el primer juicio que
un gobernante, o servidor público, es el político: que cae en la desgracia del
gobernante o de la cúpula en el poder: Javier Duarte cayó porque su
enriquecimiento fue evidente, descomunal, y no era posible justificarlo.
En Tamaulipas hay casos de juicios políticos. Uno fue de
Javier Higareda Adams, alcalde de Reynosa, por el gobierno de Tomas Yarrington
Ruvalcaba; Manuel Cavazos Lerma también enjuicio, quito la impunidad, a Pedro
Silva y a Víctor Manuel Márquez Gatica, de la época de Américo Villarreal
Guerra. Y lo mismo sucedió con Pedro Hernández Carrizalez, que dijo al ser
puesto en prisión: “Yo no me mandaba solo”.
JUICIO MEDIÁTICO.
Los políticos, de aquí y de allá, en principio son
víctima de un juicio mediático; la información, tanto oficial como generada por
otras fuentes, da la imagen de como la corrupción de un político va en aumento.
Al menos, aquí en Tamaulipas, más de un político ha sido señalado como corrupto
al desviar recursos público e incluso, unos, hasta han renunciado a sus cargos
públicos para, dicen, “enfrentar” las acusaciones.
Se puede hacer una revisión de periódicos, o escuchar la
radio o televisión, y vamos a encontrar más de un señalamiento de corrupción:
aquí en Tamaulipas, por ejemplo, el actual gobernador Francisco Javier García
Cabeza de Vaca en más de una ocasión ha hecho declaraciones públicas sobre
irregularidades del gobierno anterior; incluso, el contralor mismo, Mario Soria
Landeros, ha señalado irregularidades pero confiesa que no tienen evidencias
para proceder. ¿Ustedes, amables lectores, le entienden?
JUICIO PENAL.
En más de una ocasión las autoridades mexicanas han dado
muestras de ineficiencia. Al construir una acusación, la hace, con deficiencias
de tal suerte que el acusado hasta se burla. Tal es el caso de Javier Duarte,
como bien lo ejemplifica el cartón de La Jornada: Duarte, diciéndole a los
fiscales que lo acusan, que la acusación esta mal fundamentada. Se ríe, tiene
la certeza de que puede salir libre… y si revisamos, leemos pues, datos y mas
datos sobre la acusación, como que llega un desencanto. Es la advertencia que
nos hace el jurista Miguel Carbonell: http://www.eluniversal.com.mx/entrada-de-opinion/articulo/miguel-carbonell/nacion/2017/07/18/la-batalla-de-javier-duarte
Y es que, así, por el debido proceso salió una
secuestradora (Florence Cassez) o un narcotraficante como Caro Quintero: No ha
logrado salir Elba Esther Gordillo, aunque ha reducido, eliminado más de una
acusación, da la impresión de que Javier Duarte puede lograrlo o cuando menos
escabuir a buena parte de la sanción que debe corresponderle, según el juicio
mediático y por las cantidades que se robó, que desvió, que acumulo, que se
enriqueció.
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