jueves, 20 de julio de 2017

JUICIOS A LOS POLÍTICOS.

En este momento, si hacemos cuentas, se identifican procesos penales o judiciales a diversos políticos, entre ellos por ejemplo, al exgobernador tamaulipeco Tomas Yarrington Ruvalcaba; los más sonados son el de Javier Duarte, el de Borge o el de Padres. Y en todos los casos se han iniciado ante la insultante realidad que, prácticamente, obliga al gobierno a actuar.


El fin de semana, y el inicio de la presente, hemos sido testigos de cómo se ha incrementado la información sobre esos procesos penales. Pero sobre todo, con la extradición de Javier Duarte, se inicia –en redes sociales-, una especie de desencanto ante la presumible burla a la justicia de este y otros exgobernadores que están siendo juzgados.


JUICIO POLÍTICO.
Una de las características de la corrupción en México es que florece por una suerte de conjunto de complicidades que descobijan la impunidad que persiste. Por ello, es preciso señalar que el primer juicio que un gobernante, o servidor público, es el político: que cae en la desgracia del gobernante o de la cúpula en el poder: Javier Duarte cayó porque su enriquecimiento fue evidente, descomunal, y no era posible justificarlo.


En Tamaulipas hay casos de juicios políticos. Uno fue de Javier Higareda Adams, alcalde de Reynosa, por el gobierno de Tomas Yarrington Ruvalcaba; Manuel Cavazos Lerma también enjuicio, quito la impunidad, a Pedro Silva y a Víctor Manuel Márquez Gatica, de la época de Américo Villarreal Guerra. Y lo mismo sucedió con Pedro Hernández Carrizalez, que dijo al ser puesto en prisión: “Yo no me mandaba solo”.


JUICIO MEDIÁTICO.
Los políticos, de aquí y de allá, en principio son víctima de un juicio mediático; la información, tanto oficial como generada por otras fuentes, da la imagen de como la corrupción de un político va en aumento. Al menos, aquí en Tamaulipas, más de un político ha sido señalado como corrupto al desviar recursos público e incluso, unos, hasta han renunciado a sus cargos públicos para, dicen, “enfrentar” las acusaciones.


Se puede hacer una revisión de periódicos, o escuchar la radio o televisión, y vamos a encontrar más de un señalamiento de corrupción: aquí en Tamaulipas, por ejemplo, el actual gobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca en más de una ocasión ha hecho declaraciones públicas sobre irregularidades del gobierno anterior; incluso, el contralor mismo, Mario Soria Landeros, ha señalado irregularidades pero confiesa que no tienen evidencias para proceder. ¿Ustedes, amables lectores, le entienden?


JUICIO PENAL.
En más de una ocasión las autoridades mexicanas han dado muestras de ineficiencia. Al construir una acusación, la hace, con deficiencias de tal suerte que el acusado hasta se burla. Tal es el caso de Javier Duarte, como bien lo ejemplifica el cartón de La Jornada: Duarte, diciéndole a los fiscales que lo acusan, que la acusación esta mal fundamentada. Se ríe, tiene la certeza de que puede salir libre… y si revisamos, leemos pues, datos y mas datos sobre la acusación, como que llega un desencanto. Es la advertencia que nos hace el jurista Miguel Carbonell: http://www.eluniversal.com.mx/entrada-de-opinion/articulo/miguel-carbonell/nacion/2017/07/18/la-batalla-de-javier-duarte


Y es que, así, por el debido proceso salió una secuestradora (Florence Cassez) o un narcotraficante como Caro Quintero: No ha logrado salir Elba Esther Gordillo, aunque ha reducido, eliminado más de una acusación, da la impresión de que Javier Duarte puede lograrlo o cuando menos escabuir a buena parte de la sanción que debe corresponderle, según el juicio mediático y por las cantidades que se robó, que desvió, que acumulo, que se enriqueció.


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