Cuentas los que saben que a los gobiernos los conocen, o
los recuerdan, por su obras públicas. A Emilio Manautou, por ejemplo, se le
recuerda por el Centro Cultural; en el caso de Américo Villarreal Guerra, por
el acueducto de la Presa Vicente Guerrero… a Manuel Cavazos Lerma por la
carretera Rumbo Nuevo, aunque luego Tomas Yarrington la enderezo. El caso es
que, efectivamente, se les recuerda por sus obras.
Siempre las obras públicas han sido ocasión para la
publicidad política. Inician con el anuncio de que se hará la obra; luego,
claro, se pone la primera piedra; más tarde la fotografía del avance de la
misma… y la mejor: la puesta en marcha, la inauguración, donde el gobernante
pondera la inversión, su monto, los múltiples beneficios para la población.
Fue tanto el afán de hacer obras públicas, una más de relumbrón,
que ante la costumbre de poner una placa alusiva, llego el momento que eso se
considero como un culto a la personalidad, así que se tomo la decisión de
eliminarlas. Servían, mínimo, recordar quien la hizo y si efectivamente la hizo
bien o solo fue para la foto y quedar en la memoria histórica. Y es que hoy,
cuando aparecen obras mal ejecutadas, es necesario recordar quien las hizo mal.
Cuando vemos carreteras destruidas, las calles con muchos
baches, drenes pluviales y puentes destruidos, es cuando nos acordamos de un
hecho que ha sido histórico en las obras publicas mexicanas: que es ahí, en
esas grandes obras, donde los principales servidores públicos involucrados,
donde hay más síntomas de corrupción. Recordaran como, al inicio del sexenio
actual, Manuel Rodríguez se curó en salud: ya no se cobra, ya no se pide, el
famoso diezmo. ¿Significa que estaba enterado de tal práctica?
Obras mal ejecutadas que salen a flote con las lluvias.
Por ejemplo, ya salió a relucir que el sector de la colonia Moderna tiene 25
años padeciendo el problema, donde hay más de 10 mil habitantes. Primero,
cuentan, hicieron un vado, luego unas adecuaciones y hasta el 2006 les pusieron
rampas. Y, recuerdan, desde el Gilberto han sido víctimas del agua y, obvio, el
gobierno, los servidores públicos, hacen como que lo arreglan… ¿cada años será
la misma constructora?
Para no ser menos ahí este el caso de la COMAPA. Ya lo
dijo el gerente Raúl García Leal: solo les cobramos el traslado. Sin embargo,
hay también una realidad: la red de drenaje esta reventada, porque colapso en
varios sectores al registrar fugas, hundimientos y varias líneas rotas. Las
imágenes que se difundieron en las redes sociales, los noticieros de televisión
como en los medios impresos, indican la magnitud del problema en la capital
tamaulipeca. Quieren recursos del FONDEN para arreglar la situación.
Ahí está, así lo veo, la oportunidad para que Egidio
Torre Cantú sea recordado en la capital tamaulipeca: por hacer la obra que
daría seguridad a la vialidad, a la red de agua y drenaje, que garantizaría a
la población un servicio de calidad y eficiencia. La reparación de las líneas
de agua y del drenaje es algo que repiten una y otra vez los gerentes de la COMAPA
y, sin embargo, pasan los años, se deteriora mas y no hay un gobierno que
enfrente el problema… prefiere dejarlo así, que se vaya acumulando rezago y
deterioro. ¿Un día reventara todo?
CONTACTO.
Correo: meliton@prodigy.net.mx
Web:
http://meligue.blogspot.mx/
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