domingo, 19 de abril de 2015

EL CANDIDATO

Acabo de leer un pequeño librito, como un manual, de Ricardo Homs: Las 28 reglas de oro de la estrategia electoral; y al observar cómo se están conduciendo los actuales candidatos a la diputación federal, tengo la impresión que Gustavo Cárdenas, el candidato del Movimiento Ciudadano, ya le leyó. Está cumpliendo con buena parte de las reglas de oro que propone el autor, experto en mercadotecnia política.


La primera regla, la que tiene que ver con el posicionamiento, está cumplida a cabalidad: Cárdenas tiene un posicionamiento en la capital del Estado que no puede ser soslayado por sus adversarios, principalmente por Miguel González Salum, el candidato del PRI. Posicionamiento que viene desde que fue alcalde panista y candidato a otros puestos de elección popular, entre ellos, dos veces a la gubernatura.


Gustavo no nació ayer, ni es un improvisado, menos un tonto. Está llevando a cabo una campaña que cumple perfectamente con las reglas 2 y 11; en ambas, la emoción es el ingrediente directo: portavoz de una misión de alto contenido emocional; y convencer, no con razones, pero si con emociones. Da la impresión que cada uno de sus actos va encaminado a eso, a estimular la emoción y el sentimiento, quizá de impotencia o coraje de los electores.


La victoria electoral, dicen los expertos entre ellos Víctor Gordoa, llegan por las percepciones. Y es aquí donde Gustavo se mueve como pez en el agua: busca decirle a la gente lo que quiere escuchar, no promesas que nunca se van a cumplir; pero si, de que hay males, de que hay cosas mal, y que es necesario corregirlas o combatirlas. Nadie, pero nadie, puede soslayar que hay corrupción como enriquecimiento (explicable) de funcionarios y políticos.


Y la gente quiere oir que eso tiene que terminar. Es el éxito de Gustavo: por eso, ahí donde llega, a donde va, siempre encuentra una mano que se le tiende y le ofrece su apoyo; una sonrisa de complicidad, porque crean la percepción, de que ahora las cosas pueden ser diferentes. Pero además Gustavo es muy práctico para ver donde hay una oportunidad mediática, de hacer ruido y estar en los comentarios políticos, como el caso de la señora que fue despojada de su casa por no pagar una deuda a un pastor prestamista (recuerdan, Jesús los corría del templo).


A Gustavo, cierto o no, se le ha creado una imagen de corrupto; de que hace ruido y vende sus candidaturas, se entiende, para favorecer a los candidatos del PRI. Sin embargo, pese a eso, en la última elección –para Presidente Municipal- obtuvo 40 mil votos; mas que Arturo Soto y candidato del PAN y estuvo a menos de 8 mil votos de Alejandro Etienne, pudo quitarle el triunfo. Así que ahora, que busca ser diputado federal, hace su lucha, bien que sabe, que los votos que obtenga pueden no ser para un triunfo, pero si para posicionarse aun mejor, rumbo a la elección del 2016.


¿Cuál es el mejor candidato? Obvio, el que obtiene más votos; sin embargo, que condiciones o requisitos debe tener: inteligente, activo, decidido, buen orador, honrado, persuasivo (Eulalio Ferrer, en Por el ancho mundo de la propaganda política). Pero hoy, además de eso, tiene que tener otras: capacidad de empatía con la gente, caerles bien, entender a la población y, claro, tener fama de que cumplen lo que prometen… no digas que fuiste diputado, recomienda Víctor Gordoa.


No es fácil para un candidato opositor ganar en Victoria. Puede ser el mejor candidato, pero se topa con un voto duro que tiene el PRI (siempre vota por el partido, sea quien sea el candidato), con la estructura y capacidad de movilización el día de la elección y, obvio, con la capacidad de persuadir (operación tamal, barbacoa o despensas) para conseguir votos. Hay, además, con tantos partidos, una tremenda pulverización del voto.


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