Al fin, los diputados locales, los que comanda Ramiro
Ramos Salinas, se salieron con la suya: lograron que el ombudsman, que José
Martín García Martínez, comparecieran en la casa del pueblo. Y no cabe la menor
duda, en todos –bueno, no en todos-, debió campear una idea: se equivocaron en
toda la extensión de la palabra al momento que, en otro momento, aprobaron y
tomaron la protesta de rigor al titular de la Comisión de los Derechos Humanos.
Recuerdo que en una clase Higinio Carrillo, magistrado
federal, explico cómo en ciertos nombramientos, a la experiencia y al
conocimiento, debe abonarse una exigencia más: la calidad moral, la estatura de
servidor público, la vocación de servicio, de quien asume una u otra
responsabilidad. Y, en aquel momento –creo que ni en el actual-, José Martín García
Martínez, ha estado a la altura de las circunstancias.
Los Derechos Humanos nacen, como una respuesta del Estado
–en términos generales- a las demandas y acusaciones de la sociedad civil sobre
corrupción, impunidad y violación de las esenciales garantías que consagra la
Constitución. No es por nada, pero yo tengo la certeza que el nacimiento de los
Derechos Humanos, como una instancia protectora, es la confirmación de que el
Estado ha fallado en sus propósitos de gobierno.
Hoy en día los Derechos Humanos, su defensa y su
ejercicio, es un talón de Aquiles de todo gobierno, sea el federal, el estatal
o el municipal. Son la defensa de derechos y garantías constitucionales; pero
también, ya en el ámbito de lo político, es un elemento más que hace referencia
a la calidad de la democracia: ahí donde no se garantizan los derechos humanos
no se puede hablar de justicia, ni de equidad, menos de transparencia.
Los diputados locales, sobre todos los de oposición,
aquellos que en su momento avalaron la designación de José Martin García Martínez,
ya se dieron cuenta que se equivocaron. Formalmente son independientes; en la
práctica, desarrollan procesos de cabildeos y, en todo caso, el principal
responsable de su nombramiento es Ramiro Ramos Salinas. Es quien, como un día
dijera Arcenio Ortega Lozano: da línea, hace recomendaciones o sugerencias.
La pregunta de los 64 mil pesos, sin la menor duda, es
¿Por qué tardo 9 meses en comparecer? ¿Por qué no atendía la invitación que los
diputados le hicieron una y otra vez para ir y explicarles el Informe del año
2014? ¿Acaso José Martín se considera autónomo al grado que no asimila que los
diputados representan al pueblo? El caso es que, José Martín, no da muestras de
respetar a los diputados. Su actitud de rebeldía no tiene justificación, menos
sentido político o legal.
La actitud del titular de la Comisión de Derechos Humanos
semeja a la de un burócrata: que se siente dueño, poderoso, por ser el
responsable de una estructura orgánica. Sin embargo, la mística del origen y la
naturaleza de la dependencia a su cargo, conlleva asumir un comportamiento
distinto a la de un burócrata: las decisiones y las acciones, ahí en la
Comisión de los Derechos Humanos, no pueden manejarse y menos desarrollarse con
la inercia del dejar hacer, dejar pasar.
Todas las instituciones públicas, y la Comisión Estatal
de los Derechos Humanos, no es la excepción, tienen un compromiso social:
apuntalar el Estado de Derecho, consolidar los derechos sociales y políticos,
pero sobre todo, evidenciar que vivimos en una democracia en donde los
autoritarismos, las irresponsabilidades, la corrupción y la impunidad, tienden
a ser cosa del pasado. Sin embargo, los hechos, dan la impresión que vamos
hacia atrás.
Contacto:
Bloggs: http://meligue.blogspot.mx/
Twtter:
@melitonguevara
No hay comentarios:
Publicar un comentario