El gobernante y los líderes, de siempre, nos han dicho
que la educación es la palanca del desarrollo de los pueblos; que un pueblo
ignorante, y además pobre, es víctima de todos y está expuesto a no avanzar, a
estar en un círculo vicioso: ignorancia-pobreza-subdesarrollo. Y, siempre, el
gobernante pregona y presume lo que se gasta en educación.
Pero, andamos tan mal, si en educación, en el sistema
educativo, que Aurelio Nuño cuando dio a conocer la reforma educativa de
Enrique Peña Nieto asumió como objetivo básico que los niños, los estudiantes,
aprendan a estudiar…. ¿Qué ha sucedido con todas las reformas educativas?
¿Fracaso escolar continua?
La cuestión es que la educación es una tarea del Estado
mexicano. Y el artículo 3 constitucional establece, además, que la Educación es
parte de un sistema que: “Será democrático, considerando a la democracia no
solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un
sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y
cultural del pueblo; b) Será nacional, en cuanto –sin hostilidades ni
exclusivismos– atenderá a la comprensión”.
MAESTROS INSPIRADORES.
Todos, sin discusión, hemos estado frente a un profesor,
ante un maestro. Hemos recibido enseñanzas y en mi experiencia puedo afirmar,
como otros que ya lo hicieron, que hay tres tipos de profesores: los que te
generación acumulación de conocimientos, solo la depositan en tu mente; los que
te explican y, obvio, los que te inspiran para que sigas aprendiendo más y más.
Siempre he consignado que, en ese sentido, el recuerdo de
algunos de mis maestros es perenne: Graciela Guerra y Lupita Uriegas Zozaya en
la primaria; Nohemí Berrones en la Secundaria; en la preparatoria Alfonso Narváez
López y de la Universidad José Luis Pariente Fragoso. Me dieron conocimientos y
además fueron impulsores para que yo, ya con iniciativa personal, fuera por más
y más. Estoy orgulloso de ellos.
LOS PADRES Y LOS MAESTROS.
Pero si el sistema educativo debe observarse como parte
de un sistema de vida, luego entonces, la pregunta base es: ¿Qué tanto, los
profesores, han contribuido a la formación de una vida más democrática, como
premisa, para ser un país o nación más desarrollado? Y aquí quiero recordar lo
que, precisamente, un día me explico José Luis Pariente en relación con una de
sus ponencias sobre participación ciudadana y desarrollo democrático.
Nos explican que el mejor ejemplo para educar es el
ejemplo. Y, ¿Cómo se educa para la democracia? Durante muchas generaciones,
cubriendo la nuestras y otras más, el niño/a, como estudiante, abrevo en la
familia aptitudes, comportamientos pues, impositivos, arbitrarios, sin ningún
indicio de tolerancia, participación, dialogo y tolerancia. Lo mismo sucedía,
en pocas palabras, en las aulas: el profesor depositaba conocimientos, no
describía ni explicaba, menos hacia reflexiones. Los niños/alumnos se
acostumbraban a obedecer… fueron, sin duda, las bases de un fracaso escolar.
EDUCAR CON EL EJEMPLO.
Ayer, leí y escuche, en las redes sociales una y mil
descripciones de lo que es y significa ser maestro. Claro que estoy de acuerdo,
porque yo mismo he sido profesor; sin embargo, creo que cada profesor, maestro,
al margen de esas reflexiones y comentarios debe autoanalizarse, ser crítico, y
preguntarse: ¿Qué tipo de estudiante tuvo? ¿Qué tipo de ciudadano forjo? Porque
nadie, pero nadie, discute que en México hay un fracaso escolar y no
observamos, al paso de años y de sexenios, un avance sustancial en el
aprovechamiento de los estudiantes.
Hagan de cuenta que, por ejemplo, eso de educar con el
ejemplo: ¿Cómo han educado, los gobernantes y líderes, a las nuevas
generaciones? Basta solo ver lo que ha sucedido en México: Enrique Peña Nieto
pregona un combate a la corrupción y, sin embargo, en su sexenio, en su
generación, la corrupción está por todos lados… y México se consolida como país
de la corrupción: se enseña y se aprende la práctica de la corrupción.
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