México es un país, aparte de subdesarrollado en términos
políticos, que es muy suigeneris en su comportamiento, digamos institucional en
términos electorales. Acaba de concluir la etapa de precampaña e inicia el
periodo denominado “intercampaña”. En principio, hay que aclarar que fueron
precampañas porque así lo marca la ley electoral; pero en la práctica, como
procedimiento electoral, fue un periodo de campaña electoral.
La diferencia entre precampaña e intercampaña es
sencilla: en la primera se entiende que, en cada partido político, los
distintos contendientes por la candidatura, hacen labor de proselitismo entre
la militancia de su partido con el fin de ganar, obvio, la candidatura
presidencial. Y, por lo que se vio, en cada partido político hicieron lo mismo:
solo un precandidato, que usa tiempo oficial para dirigirse a su militancia.
TOMBOLA: DEMOCRACIA DE MORENA.
En otros países se le conoce como elecciones internas
para luego ir a la elección constitucional. En el caso de México la intención
de la ley electoral es, precisamente, eso, que en regular de manera correcta la
lucha interna partidista por las candidaturas. Sin embargo, por el tipo de práctica
política que se realiza, es imposible que haya una elección interna. Y, lo
malo, es que en ningún partido político se practica la misma.
No hay democracia interna en ningún partido político. Por
ley, por obligación constitucional, los partidos políticos están obligados a
realizar trabajos para promover e impulsar la democracia. Sin embargo, en la práctica,
cada partido responde a intereses de grupo, de cúpula, de una burocracia
partidista, y no de su militancia… es más democrática la tómbola que realiza
MORENA para definir a algunos de sus candidatos.
PRECAMPAÑAS: CASTIGO A LA NO MILITANCIA.
Concluyo el periodo de las precampañas y los mexicanos
fuimos torturados, bombardeados, por una infinidad de mensajes publicitarios en
radio y televisión. Y en todos, al final, se hacia la advertencia que era un
mensaje dirigido a la militancia de su partido. Sin embargo, quien escucha la
radio o ve la televisión, tenía que escuchar todos, independientemente de su
filiación partidista. Es, entonces, quiérase o no, un acto neto de publicidad
política. Ni modo, si, de no escucharlos.
Y es que, estoy convencido, la exposición de un mensaje a
la larga tiene su impacto. Hace días, por ejemplo, en un negocio estaban
precisamente los comerciales políticos de los precandidatos. Al pasar el del
Movimiento Ciudadana, el del niño, vi como que dos o tres niños presentes en el
negocio casi se ponen a bailar, a imitarlo. Es música pegajosa, sin duda, pero
uno se pregunta: ¿Cuál es el mensaje?
MENSAJES GENERICOS.
Hasta el 29 de marzo es el periodo de intercampañas. Es
un tiempo, en la práctica, para que los precandidatos –que se convertirán en
candidatos-, hagan la planeación de su campaña. Y sus actos, en ningún momento,
pueden invitar a la ciudadanía a emitir su voto. Pueden, eso si, reunirse con
sus militantes, platicar, comentar, debatir, pero si que tengan una difusión
pública. Se reunirán con sus militantes, con grupos organizados, sean
sindicalizados, de profesionistas, siempre y cuando sean parte de la
militancia.
Y será el momento de que los órganos electorales,
principalmente, nos torturen con mensajes publicitarios sobre la democracia, la
participación ciudadana, el voto ciudadano, de que el voto si cuenta, de
nuestra obligación de ser parte activa en la elección de nuestros gobernantes.
Serán, dice la ley, mensajes genéricos, que no llamen, inviten o incitar a
votar por uno u otro partido o candidato político.
INTERES EN EL MENSAJE.
Termino la precampaña y el escenario sigue igual. No
cambia. AMLO sigue en el primer lugar. Los golpes bajos, mediáticos, no
disminuyen, le restan puntos. Para unos es consecuencia de un hartazgo social
sobre la corrupción y la impunidad que impulsan y protegen el resto de los
partidos políticos. ¿A quién echarle la culpa? ¿A los candidatos que no tienen,
no cuentan, con carisma y atractivo electoral? ¿A sus mensajes que no prenden
porque no responden, a fin de cuentas, a una expectativa del grueso de la
población?
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