Estamos en elecciones. Ya están, casi, definidos quienes
serán los candidatos a la presidencia de la Republica; están definidos, casi
todos, los candidatos a las senadurías; están en proceso de conformarse las
candidaturas a las diputaciones federales como a las alcaldías. Todo lleva un
ritmo, se van cumpliendo los plazos… y ya vivimos, al menos en la parte
presidencial, una guerra sucia de tremendas dimensiones. No cabe decir que se
dan hasta con la cubeta. No está al 100, quizá al 200 por ciento la guerra
sucia.
En este contexto es como Arcenio Ortega Lozano, el
representante del PT en el IETAM, se lamenta que el gobierno ni el IETAM hayan
tomado medidas para que los partidos políticos firmen un acuerdo de civilidad,
para que se permita, dice, una campaña de propuestas, sin agravios, ni ataques
entre quienes aspiran a un cargo de elección popular. No hay, dice, voluntad
política del gobierno ni del IETAM.
LAS REGLAS DEL JUEGO.
Creo, sinceramente, que es lamentable que Arcenio –de un
partido de izquierda-, le pida que sea árbitro al gobierno; y que, además,
quiera que el IETAM les recuerde a los partidos políticos que deben hacer una
campaña de altura, congruente con sus principios y programas de acción. Obvio,
el habla porque conoce la realidad. Pero esa realidad, nos dice, que partidos
políticos y candidatos no cumplen con las reglas del juego… y esas, obvio,
están muy claras.
La primera regla del proceso electoral son los valores de
la democracia. Los partidos políticos, por ejemplo, deben hacer prevalecer al
interior la igualdad entre la militancia; deben practicar la legalidad, la
justicia, la equidad, la transparencia. Si no los cumplen, ya están violentando
el proceso electoral. Por otra parte, el proceso se rige por una legislación
que marca pautas de comportamiento, restricciones, plazos, medios de
impugnación, de rendición de cuentas… si no se cumplen, obvio, no están
acatando las reglas del juego.
SIN PROPUESTAS, ATAQUES Y DESCALIFICACIONES.
Los partidos políticos representan, nos dice la teoría, a
una parte de la población; lo hace en la medida que cuenta con una declaración
de principios y un programa de acción, que propone una plataforma
política-electoral. Hoy en día, eso no cuenta, los partidos son una especie de
tuti fruti: una mezcolanza, como el PRD (izquierda) y el PAN (derecha) hacen
una alianza. Con eso, ya hay, en la teoría, una violentarían a la democracia…
que, en las campañas, se agudiza.
Se agudiza porque no hay propuestas concretas. Prometen
creación de empleos, que mejorara el poder adquisitivo del salario, que
terminaran con la pobreza… Pero eso, lo dicen todos los candidatos. Todos
ofrecen, por ejemplo, acabar con la corrupción. No hay diferencia, aunque si la
hay en la parte visible de la propaganda negra, que acusa, denigra, descalifica,
y eso nos lleva, en el plano de la decisión electoral, a votar por el MENOS
MALO.
POLITICA SIN MORAL.
Apenas termina la precampaña presidencial, estamos en la
intercampaña, y ya tuvimos una evidencia demasiado fuerte de cómo podrá ser la
publicidad negra en la campaña misma. ¿Por qué llegamos a eso? Creo que por una
simple razón: los políticos, los partidos políticos, ya nos acostumbraron a una
ejercicio de la política sin moral. Donde las reglas ahí están, pero se cumple
a medias y todo porque, entiéndase, los partidos políticos a través de sus
legisladores hacen las reglas y el órgano electoral simula ser ciudadano.
Los partidos políticos y sus candidatos no promueven,
como lo establece la Constitución, las prácticas democráticas. Lo estamos viendo
con la definición de las candidaturas en cada partido político. A un candidato
se le acusa de ser un peligro para México, a otro que es un ambicioso
empedernido y, a uno más, de que no puede ofrecer combatir la corrupción porque
el, precisamente el, es parte de ella. En la práctica, hoy en México, somos
testigos de cómo partidos, líderes y candidatos convierten en realidad la
sentencia de que, no importan los medios con tal de alcanzar las metas
propuestas.
INCONGRUENCIA DE ARCENIO.
No estoy convencido de los pactos de civilidad.
Efectivamente, en otras épocas, se han firmado. El gobierno, solo en el
discurso es imparcial; en los hechos, siempre, han tenido intereses… por eso
las historias del papel del Secretario de Gobernación; que compra o coopta a líderes,
enlaces o representantes de uno u otro partido –obvio, contrarios-, para que
hagan o dejen de hacer. Basta recordar las historias que se cuentan sobre
Reynosa… para que no pierda el PAN. Y al IETAM, tan simple, le toca hacer bien
su trabajo, como lo que es, un árbitro. Hace mal, Arcenio, en pedir un pacto de
civilidad.
Comentarios:
No hay comentarios:
Publicar un comentario