TRISTEZA Y
FELICIDAD.
El cambio de poderes municipales, oficial a partir del 1
de octubre, tiene similitud a un partido de futbol: hay caras tristes y
alegres; los que se van, los que dejan el cargo, algunos nuevos desempleados,
bien que saben lo que cuesta conseguir un nuevo trabajo; los que llegan, aun
con el sabor del triunfo electoral, se regocijan, sonríen, muestran su
felicidad. Ya van a disfrutar del presupuesto y no estarán, en el error, fuera
de él.
El cambio de poderes, sin embargo, nos hace recordar uno
de los consejos de Nicolás Maquiavelo a los principies, entiéndase hoy
gobernantes: la primer decisión apunta, es la de seleccionar a sus
colaboradores; y tiene que ser la correcta, pues de otra manera se expone a un
rotundo fracaso. Pueden cometer el error, de siempre, de los priistas: dar
chambas a sus amigos y compadres, aunque no reúnan el perfil, pero que son
leales… el mejor ejemplo es Enrique Peña
Nieto, por esto México esta como esta.
COSECHAR AMIGOS.
Decía un gobernador al momento de tomar posesión de su
cargo y dar a conocer a su gabinete, el nombre de sus colaboradores. Muchos
hacen de sus amigos, sus colaboradores; y prefiero, dijo, hacer de mis
colaboradores mis amigos. La única verdad es que, es pura retórica, lo vemos en
cada gabinete, tanto estatal como municipal: no siempre llegan los expertos,
los que más conocen, en algunos casos, hay hasta forasteros.
Lo cierto, por otra parte, es que no todos los servidores
públicos pueden despedirse y, además, hacerlo con la convicción de que
cumplieron con su responsabilidad. Anotaba que, con entronización de nuevos
Presidentes Municipales, unos se van y otros llegan. Y en el Facebook me
encontré un post de Adriana Gámez, que anoto: “Hoy fue mi último día de
trabajo, gracias totales a todas las personas hermosas del campo y compañeras
que conocí a lo largo de 12 años, les reitero mi amistad y nos vemos pronto…”.
Al momento que leí el post, tres horas después de que se
escribió, tenía 125 me gusta y 46 comentarios, y uno apunta: “lo mejor de la
función pública y de la política es la cosecha de amigos que uno obtiene al
cerrar un ciclo… tu eres bendecida hoy y siempre por esa cosecha: gracias
totales”. Quienes de los que se van, sean alcaldes, directores, coordinadores,
entre otros, pueden escribir lo de Adriana y recibir, vaya pues, comentarios
respecto a lo que se cosecha.
DECISIONES CUESTIONADAS.
Líneas arriba recuerdo el consejo de Maquiavelo sobre la
selección de los colaboradores. Y entre los legisladores ha fue cuestionado,
criticado, rechazado, que unas comisiones hayan sido inicialmente asignadas a
un partido; pero luego, para enmendar el error, se asigna una de ellas, la de
Cultura, a Sergio Meyer, un actor. Al respecto, David Huerta (escritor)
sentencio: quitaron al PES y pusieron a un farandulero; y una artista y activista, como Lorena
Wolffer hace notar: “Es lamentable pasar de una pésima elección a otra”.
Otra visión, la de Ana Elena Mallet (curadora y
escritora): “No tiene ninguna experiencia en temas culturales, en hacer
gestión, cabildeo; pero prometió que se iba a incrementar el presupuesto en el
sector y la verdad es que eso si lo necesitamos tremendamente”. En fin, el
cuestionado actor, sobradamente conocido por “Solo para mujeres”, no se queda
callado y responde, se defiende: “No necesito ser Sócrates para presidir
Cultura”. Así, ahí tienen ustedes amables lectores que Miguel Carbonell,
jurista destacado, twitteo: “Es
muy mala noticia que ciertos legisladores presidan determinadas comisiones del
Congreso. Pero es mucho peor noticia simplemente que hayan llegado a ser
legisladores. ¿De veras estamos tan fregados para que nos representen esa clase
de diputados?”.
LA
SUERTE EN POLITICA.
El
mismo Maquiavelo, en su multicitada obra, hace notar que para obtener o llegar
al poder, unos lo hacen por sus méritos, sus capacidades, su experiencia, es
decir, por sus armas, pero que otros llegan por las armas de otros, es decir,
por el compadrazgo y el amiguismo, y unos más, tan solo por la suerte: así
pues, es fácil explicar la suerte de Sergio Meyer, como la de un político
victorense: Juan Antonio Ortega Juárez, que fue el Secretario General del
gobierno de Oscar Almaraz en la capital tamaulipeca y, días antes, dejo el
barco para irse a Madero, cuentan, a ocupar un cargo similar en el gobierno de Adrián
Oseguera Kernión. Lo malo, malo, malo, es que no todos tienen la suerte de
Sergio ni de Antonio.
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