Día con día leemos y escuchamos nombres de los
precandidatos a ser parte de la Cámara de Diputados; cada partido político hace
su proceso de selección en tanto que otros partidos, como el PANAL, se limitan
a difundir una lista como si ya los hubieran seleccionado. Y es cuando nos
preguntamos: ¿Qué sabemos de los precandidatos? Y es que, se supone, para tomar
la decisión de votar, debemos estar bien informados.
Siempre decimos, explicamos, que un candidato tiene que
tener un capital político: que tanto es conocido y aceptado como un buen
ciudadano, serio, responsable, comprometido. Para eso se hacen las encuestas,
para medir la popularidad y la aceptación. Cuentan que en Victoria, el mejor
posicionado era Oscar Almaraz, pero que el PRI no quiso correr riesgos con eso
de que fue el ex tesorero del sexenio pasado. Y quedo Miguel González Salum.
En un principio decíamos que un buen candidato tiene que
ser carismático, caerle bien a la gente; hoy, sin embargo, es necesario agregar
un dato más: que sean transparentes. La historia de los alcaldes perredistas,
de Guerrero como de San Luis Potosí, obligan a otro elemento: que sean
transparentes, que no tengan vínculos con la delincuencia organizada, de ahí
que ahora se diga que es necesario que los investiguen: en sus bienes y en sus
relaciones económicas.
Por no ser transparentes se cayeron potenciales
candidaturas: La de Eric Silva en Matamoros; ahí mismo la de Luis Alfredo
Biasi, funcionario de Leticia Salazar, y que punteaba para ser candidato y
luego hasta alcalde. Ya está muy comentada la acusación contra Homero de la
Garza y su renuncia como Secretario de SEDESOL. Por no ser honestos y
transparentes ya sufren las consecuencias.
¿Cómo puede ser transparente un candidato? No hay cultura
de la transparencia; sin embargo, la lucha misma por el poder, hace
transparente las acciones. Dos ejemplos: se le conoció una conducta tracalera a
Agustín Chapa, porque se hizo pública una deuda; se conoció que intento
manipular votos con despensas porque sus propios compañeros de partido lo
publicaron. Hoy nada, pero nada, permanece oculto.
Puede ser transparente un candidato, por ejemplo, si hace
pública su declaración patrimonial, sin recovecos, sin ambigüedades; es
transparente si acepta que lo investigan en todos los ámbitos: el económico
como el penal-judicial; ya no basta con una carta de NO ANTECEDENTES PENALES.
Si hay una certificación de solvencia dada, como bien dicen, por órganos
competentes… si no es correcta se convierten en cómplices de lo que pueda
aparecer.
¿Por qué la auditoria superior del Estado, encabezada por
Miguel Salman, no ha dictaminado las cuentas de Reynosa, de cuando fue alcalde
Francisco Javier García Cabeza de Vaca? Dicen que para usarlas como arma
política. Si están mal, si hay evidencias de corruptelas, no sería hoy en día
Senador por Tamaulipas. No fuera, en este momento, un personaje protagónico,
que da lugar a una y mil explicaciones sobre sus ambiciones políticas. ¿Ha sido
cómplice el gobierno estatal?
Hoy a un buen candidato no le basta darse baños de
pueblo, ser popular y carismático, tiene que ser además transparente: que sus
declaraciones patrimoniales sean publicadas, que haya transparencia en sus
decisiones y acciones, que no haya duda de que sus posesiones y bienes fueron
adquiridos de manera legal y hacerse exámenes médicos para dejar en claro que
no es adicto a sustancias toxicas…Da la impresión que ahora es más complicado
ser un candidato político.
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