No sé que piensen ustedes de que se hagan reconocimiento
a las personas en vida. Yo estoy de acuerdo con Ana Maria Rabate: en vida,
hermano, en vida. Tal y como Carlos Adrian Avilés (+) lo recordaba en cada uno
de su programas de “Alegría Matinal”. Y es que, en términos públicos, políticos
pues, en cierto momento a eso se le llamo “culto a la personalidad” y se
prohibió poner nombres a una que otra obra.
Recuerdo que hace tiempo hubo un pleito entre dos
periodistas. Y todo porque un alcalde de la zona centro le puso el nombre de un
periodista a un Salón de Actos en un ejido. Y el hecho fue tildado como parte
de un proceso de “halagos” mutuos. Así que, en ese sentido, cuando se hace un
reconocimiento en vida, siempre está uno de mal pensado…sin embargo, creo que
hay que considerar los motivos y las razones.
Este martes, por ejemplo, en las instalaciones del
Colegio de Tamaulipas hubo un evento, para mí, lleno de emoción, sentimiento,
pero sobre todo, de orgullo para los protagonistas. Resulta que el rector Ruy Matías
Canales González propuso a la junta directiva del Colegio hacer un homenaje, un
reconocimiento, a tres tamaulipecos que han sobresalido en el mundo de la
academia y de la investigación.
Fue así como al auditorio del Colegio se le impuso el
nombre de Dr. Ricardo Uvalle Berrones. Para mí, y quienes lo conocemos, un
ejemplo de vida académica. Y lo fue, también, al momento de hablar: reconoció
que el, lo que es, es consecuencia de las enseñanzas de sus padres, el Profr.
Blas Uvalle; como de su esposa e hijos. Ricardo es investigador nivel 3, es
doctor en Administración Pública y sus libros y cargos académicos son el mejor
baluarte para el reconocimiento que se le hace.
Fueron homenajeados, también, dos amigos más: Marco
Aurelio Navarro Leal y Octavio Herrera. Ni modo que alguien diga –del mundo de
la academia y la investigación- que no los conoce: Marco Aurelio ha dejado
huella en la Universidad en cargos donde ha dejado una profunda huella y ha
marcado el rumbo docente, académico y de investigación. Su nombre se impuso a un
aula de investigación, que es precisamente una de sus fortalezas: la
investigación en el área educativa.
Octavio Herrera fue el otro homenajeado. Se impuso su
nombre a otra aula de investigación. Herrera tiene el honor de haber sido el
fundador de El Colegio de Tamaulipas; fue el pionero en la investigación
histórica que, como el bien lo dice, en aquella época era una paramo, había
pocos investigadores, hoy la UAT y el Colegio de Tamaulipas han sido los
pilares para una valiosa camada de investigadores que ya son reconocidos a
nivel nacional.
Sin la menor duda, quienes asistimos al evento, al
Colegio de Tamaulipas, fuimos testigos de la emoción y los sentimientos de cada
uno de los homenajeados. Cada uno, en su momento, hicieron notar que quizá no
merecían el honor, pero que estaban muy agradecidos con el rector y la
comunidad docente por la distinción. En lo personal conozco a cada uno de
ellos, se de sus meritos y de sus éxitos en la vida profesional, mas en la
académica y son, para muchos, un referente de entrega y pasión por el trabajo.
Ruy Matías Canales es un político que incursiona en la
vida docente y de investigación. Y su llegada como rector del Colegio despertó
más de una suspicacia. Sin embargo, al paso del tiempo ha mostrado capacidad
para darle nuevo rumbo, empuje, a una Institución que nació para hacer de la
docencia y la investigación un baluarte en Tamaulipas: merecido, eso si, el
homenaje a su primer rector y fundador Octavio Herrera.
Estoy de acuerdo con Ana Maria Rabate: en vida, en vida,
hermano, deben ser los homenajes y reconocimientos cuando son justos,
merecidos, y no nacen de una actitud lisonjera, de halagar por halagar, por
simples intereses políticos. Bien hecho, Matías Ruy Canales. Por cierto,
presentes, grandes amigos: José Luis Pariente, Antonio Serna como Enrique
Alfaro, universitarios –como dicen-, de corazón.
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