Este jueves 12, prácticamente el fin del curso
universitario, en Derecho Victoria se festeja, o se conmemora, el Día del Comunicólogo;
expresión con que se conoce a quienes egresaron de una carrera universitaria. Y
en esta época, ahí en Derecho, se imparte la licenciatura en Ciencias de la
Comunicación, que es coordinada por Amparo Castillo Marroquín.
Si la mente no me juega una mala pasada, debo decir que
en 35 años de ejercer ahí como docente, es la primera vez que se realiza un
evento de esta naturaleza. La carrera inicialmente fue técnico superior en
periodismo, luego se transforma en licenciatura en Relaciones Publicas; pasa
por ser Comunicación y Relaciones Publicas, hasta llegar a la etapa actual como
Licenciatura en Ciencias de la Comunicación.
El evento toma relevancia, significación, porque va
destinado a consolidar la identidad de quienes estudian dicha licenciatura: que
la conozcan más, que tengan certeza en que los conocimientos teóricos como el
desarrollo de ciertas habilidades, les darán más confianza en el mundo laboral.
Identidad que fortalece y proporciona elementos de pertenencia: saber quiénes
son en términos profesionales.
Habrá un maratón de conocimientos pero creo que es muy
positivo que haya una conferencia donde un joven, egresado de ahí, muestre su
experiencia y de cómo la comunicación ha sido, para él, una herramienta que le
ha permitido destacar y destacarse en el ámbito del activismo cívico, amen como
un deportista triunfador. Eduardo Alonso Pinto Enríquez, quien puso en su muro
de Facebook: algún maestro dirá que no fui buen estudiante… pero, no le puede
negar que, hoy en día, es un triunfador, gracias a la comunicación.
Como parte de los ejercicios académicos a veces les
pregunto a mis alumnos: ¿Por qué estudian comunicación? Y que ¿Cuáles son sus
expectativas laborales?, es decir, en que tienen pensado ejercer su profesión.
Para la primer pregunta, más de uno –jocosamente-, advierte, porque no llevan
matemáticas como en otras carreras; los más, identificándose más con los medios
de comunicación, las relaciones públicas, la publicidad.
Entre mis alumnos hay un sinfín que hoy están en los
medios, entre ellos Melitón García, Diego López, José Luis Cuellar, Francisco
Cuellar, entre otros. En este semestre, por ejemplo, me sorprendieron dos
alumnos con sus respuestas: Katy Rodríguez, afirmando que su ambición es ser
escritora, que es un sueño o una meta que se fijó desde niña; y otro más,
Daniel García, me conto que desde niño con las cosas del patio de su casa
armada, hagan de cuenta, un estudio de televisión, y que practicaba como
locutor dando noticias o haciendo grabaciones. Espero ser, un día, testigo de
sus éxitos.
El comunicólogo tiene que tener, como premisa, las reglas
que Bertolt Brecht considera como las cinco dificultades para decir la verdad:
valor para escribirla, habilidad para descubrir la verdad, saber manejarla como
un arma, saber a quién puede confiar la verdad y, la última, tener astucia para
difundir la verdad.
Creo que todos, sin necesidad de ser comunicólogos,
conocemos el poder de la palabra: los demagogos la han usado para manipular a
las multitudes; otros, para manipular, engañar y tergiversar la realidad,
ocultarla. Pero en el deber ser, el comunicólogo debe ser capaz de lograr que,
con su mensaje, la sociedad conozco mejor, comprenda e interprete la realidad
presente. Para que haya una sociedad, un pueblo, mejor informado: tal y como lo
demanda la teoría de la democracia.
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