Un principio democrático conlleva que todas las
expresiones, mayoritarias y minoritarias, estén representadas. Esa fue, sin
lugar a dudas, la coyuntura para que un momento dado aparecieran las
diputaciones de “representación proporcional”; y fue, también, la coyuntura
para que en una reforma electoral se crearan condiciones para un mayor número
de partidos políticos. Porque, en teoría, representan una expresión ciudadana.
Hace tiempo, también en elecciones, un campesino me
comento: ¿para qué tantos partidos políticos? A unos, agrego, ni siquiera
sabemos cómo se llaman, menos vamos a conocer a sus candidatos. Y si hacemos
caso a una que otra encuesta, de las que se han publicado, eso es lo que está
sucediendo: solo dos partidos políticos, solo dos candidatos, tienen
posibilidades reales de ganar la elección: Baltazar Hinojosa Ochoa y Francisco
Javier García Cabeza de Vaca.
En el caso de Tamaulipas aparece dibujado en términos
históricos un bipartidismo: el PRI y el PAN. El resto de los partidos todos
juntos no logran sacar muy apenas el 10%. Y los hechos, al menos por el
momento, están dando la razón al bipartidismo: por un lado, de manera formal,
hay una coalición integrada por el PRI, el Verde y el Panal; en tanto que, ayer
se dio a conocer, que el candidato independiente Francisco Chavira se une al
candidato panista y, piensan igual, como voto útil, los perredistas.
Este tipo de situaciones, de coyunturas, abonan la
critica que se le hace al sistema de partidos: su imperfección, puesto que
buena parte de los mismos, han dado muestras de ser, como quien dice, mero
instrumentos de una familia, como sucede con el Verde; de una persona, y para
ejemplo está el Movimiento Ciudadano o Morena. Y que otros partidos, pese al
tiempo transcurrido, al menos en Tamaulipas, no despuntan como sucede con el
PRD y el PT.
La presente elección es inédita. Primero, porque desde un
principio se dijo, se pensó, que en esta ocasión el PRI si tendría un opositor
fuerte, tal y como sucede con Francisco Javier García Cabeza de Vaca; Segundo,
por la aparición de los candidatos independientes, que tomaron fuerza el año
pasado con el triunfo de Jaime Rodríguez en Nuevo León, tanto que en una
encuesta (El Universal), aparece que el 37.2% se identifica con los
independientes. Sin embargo, todo indica, Chavira los está destruyendo.
La oposición es fundamental en todo sistema democrático.
Por eso hay, en la práctica, un partido en el gobierno y otros son opositores;
son los que pueden funcionar como contrapesos. El PRI en Tamaulipas no ha vivido
en la oposición; y gradualmente, eso sí, ha ido perdiendo terreno en la cancha
legislativa: en la actual legislatura no tenía mayoría para ser líder
congresal; con el cambio de dos legisladores verdes se construyó la mayoría que
requería Ramiro Ramos Salinas para ser el pastor legislativo.
En un proceso electoral la certeza predominante es que no
debemos creer en las encuestas. Pensamos que están mal hechas, torcidas, que
llevan una intención. En este caso, las dos últimas van por ese rumbo: en un,
Baltazar Hinojosa lleva 6 puntos de ventaja; en otra, Francisco García lleva 3
puntos de ventaja, y la empresa encuestadora lo da como un empate técnico.
Obvio, una es verdadera: ¿Cuál? Sera hasta el 5 de junio cuando conozcamos la
verdad.
Hay, sin embargo, un dato panista: hace tres años Arturo
Soto, en sus actos electorales, repartía un volante donde se describía una
encuesta: tenía una intención del voto que rebasada los 40 puntos; el que le
seguía, Gustavo Cárdenas del Movimiento Ciudadano, andaba en 30 y muy por abajo
colocaba a Alejandro Etienne del PRI, con 20. Al final, la encuesta ciudadana
dio como resultado que Soto quedaba en la tercera posición, debajo de Cárdenas.
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