Lo apunto en su Facebook el jefe del INE en la entidad,
Arturo de León: terminada la campaña electoral, viene la etapa de reflexión
ciudadana, para que valoren la información que recibieron de cada candidato y
tomen la decisión. Y por lo que se percibe, la decisión definitiva, la
triunfadora, solo puede ser para Baltazar Hinojosa o para Francisco Javier García.
Así de fácil, los otros contendientes no pintan, no reflejan apoyo ciudadano
suficiente para el triunfo.
¿Qué es lo que está en juego? En principio, la
gubernatura, así como las diputaciones locales (22 de mayoría) y las 43 alcaldías
tamaulipecas. En promedio, en otras elecciones, el PRI ha perdido entre 8 y 10 alcaldías;
unas grandes y otras chicas. Entre las grandes, en este momento, Matamoros y
Nuevo Laredo están en manos de la oposición. La cuestión es: ¿seguirán, estas
ciudades, en manos del PAN o las recuperara el PRI?
En esas ciudades podríamos decir que esta un volado. El
problema son el resto de las ciudades, sin olvidar que hay 9 municipios que
concentran más del 80% de la población con credencial de votar. Son las
mencionadas (Matamoros y Nuevo Laredo) y Reynosa, Rio Bravo, Victoria, Mante,
Tampico, Madero, Altamira. Son como quien dice, los objetivos de priistas y
panistas; ganar esas elecciones, porque dan votos para la gubernatura como para
las diputaciones.
Está en juego la conservación del poder para unos, la
adquisición del mismo para otros. Por primera vez en más de 80 años, se
vislumbra la posibilidad de una alternancia que, incluso, algunos medios
nacionales ya dan por hecho. Terminará la campaña electoral y no se han
publicado más encuestas, solo tres: en dos que da 6 puntos de ventaja a
Baltazar Hinojosa y en otra ventaja de 3 puntos para Francisco J. García. Así
que, como dicen en el rancho, la moneda está en el aire.
Hay, sin embargo, un detalle que no se debe perder de
vista: en la elección local anterior el PRI no gano distritos suficientes para
detentar el poder congresal. Fue necesario que dos diputados del verde se
cambiaran de bancada y, de esa manera, darle una mayoría artificial a Ramiro Ramos
Salinas. ¿Sucederá lo mismo o, en esta ocasión, la pérdida del Congreso Local
será inevitable?
Para este momento los tamaulipecos ya tienen una idea
forjada de quien debe ser su próximo gobernador. Ya escucho, o leyó, las
propuestas de cada uno: en la práctica, ofrece lo mismo, con algunas variantes
de operación. Como también escucho, o leyó, todo lo que se dijo de uno y otro
candidato. Y es tarea de cada ciudadano, en este momento de reflexión, de hacer
un ejercicio sobre qué es lo que desea para su entidad, para su municipio.
A ambos candidatos, a Baltazar como a Francisco Javier,
les pesa una losa sobre su candidatura. Al candidato priista, la percepción de
corrupción e impunidad que campea en todo México, del cual Tamaulipas no es la
excepción; en tanto que al candidato panista, la difusión de hechos que lo
conectan con la corrupción, el tráfico de influencias y el aprovecharse de los
recursos públicos. Diríamos, uno es menos malo que el otro.
Los electores tienen una disyuntiva, menos aquellos que
siempre votan por el mismo partido (voto duro): votar por la oferta política o
por el voto “útil”; el segundo, impulsado por el PAN, solo tiene como propósito
cambiar a las personas, alegando que son corruptas, pero no dan evidencias, no
se conocen, de que sean mejores. Como quien dice, el elector, no la tiene
fácil.
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