ALCANZAR
LA MAESTRÍA.
La vida nos ofrece oportunidades y retos. Uno
de ellos, sin la menor duda, es el de estudiar, el de prepararse, darle a
nuestros padres la satisfacción de que su hijo concluye una etapa de formación.
Terminar una licenciatura es, en todos lados, en cualquier parte, una fiesta
familiar. Sin embargo, concluir, alcanzar un maestría, es más íntimo, más
ligado al espíritu de superación, de conocimientos, de ahondar específicamente
en una disciplina.
Ayer viernes atendí la invitación que me hizo Eduardo Leos Villasana
y asistí, emocionado, recordando otros momentos inolvidables, como estudiante y
luego como profesor a la graduación de la Maestría en Ciencia Política y
Administración Pública, sexta generación. Fue en el Auditorio de la Facultad de
Derecho y Ciencias Sociales (Victoria). En momentos como esos, uno reviví,
siente que el espíritu renace y hasta dan ganas de volver a estudiar.
TRIUNFADORES INDISCUTIBLES.
Cuando fui docente a mis alumnos de
licenciatura les decía que eran triunfadores. Triunfadores porque lograban
estar en la Universidad y les recordaba, les explicaba, la pirámide educativa;
de cómo, de 100 alumnos que ingresan a la primaria, sólo 12 ó 14 lograban
llegar a la Universidad. Y, el primer día de clase de maestría –no se diga de
Doctorado-, siempre felicitaba a mis alumnos por su ánimo, sus ganas de seguir
adelante, de construirse un peldaño más en su conocimiento.
Así que, en esta ocasión, lo menos que puedo es
felicitar uno a uno, a quien con desvelos, quemándose las pestañas, quitándole
tiempo al sueño, momentos de recreación a la familia, concluye su maestría:
Juan Saldívar, Rebeca Castillo, Johana Carrillo, Judith Mejía, Alejandra Díaz,
Suleima Hinojosa, Aarón García, Bertha Herrera, Alma Leal, Yuliana Salas,
Alejandro Hernández, Dheli Peña, Ashley Wvalle y a Eduardo Leos. Enhorabuena,
pero les recuerdo que, en la práctica, aún no concluye la etapa, falta la
titulación.
BRINCO FORMATIVO.
Y los nuevos Maestros en Ciencia Política y
Administración Pública, en una de sus primeras decisiones, tengo la certeza de
que no se equivocaron al llamar a su generación “Maestro Armando Martínez Manríquez”,
uno de sus docentes, el que les impartió la cátedra de “Desarrollo de las
Instituciones Públicas”. Debo confesar que por mi formación inicial, de LAP,
siempre he tenido aversión o molestias porque Contadores o Administradores de
Empresas impartan cátedras exclusivas de Administración Pública. Pienso que deforman,
tergiversan, la naturaleza, además de que no conocen bien la materia.
Por lo que veo, leo y escucho Armando es una
excepción. Lo es porque tránsito de una formación empresarial a una pública:
Ciencia Política y Administración Pública y luego el Doctorado en Administración Pública, en ambas, con el mejor promedio. Claro, entiéndase, llegó a esta
condición porque conoce de la cosa pública: fue diputado local dos veces, allá
en Altamira, por el PRI; ha sido, también, candidato a alcalde: primero por el PRD
y luego por MORENA. Es la satisfacción que le falta: gobernar a al pueblo que
lo vio nacer. En fin, enhorabuena y la felicitación doble… para los alumnos que
lo eligen como nombre de su generación y para él, por el reconocimiento a su
calidad como servidor público y como docente.
CAMPEÓN DE ORATORIA.
Por ser el mejor alumno de la generación
Eduardo Leos Villasana es el responsable de hablar a nombre de la generación
(incluida una del área de Derecho). Campeón de oratoria, una y otra vez,
reconocido por su capacidad para la argumentación jurídica –se entiende por el
trabajo que desempeña en el TRIELTAM-, hace que enmudezca el auditorio: sus
palabras calan hondo, no solo en alumnos, también en los ahí presentes. Bien
que sabe, eso de las técnicas de persuasión.
El desarrollo del país, de la comunidad, dice,
requiere de conjugar la teoría y la práctica, por eso ellos se superan; el
pueblo demanda, cada día más, servidores públicos capaces y capacitados y hace
énfasis en un punto crucial: es inmoral y anticonstitucional que el quehacer
del servidor público no busque el beneficio del pueblo. Y a sus compañeros les
recuerda que, ellos como egresados, son el prestigio de las instituciones… y
ese quehacer, que da prestigio, es reciprocidad a la institución que los forjo
como nuevos Maestros de la Ciencia Política y la Administración Pública.
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