Este miércoles concluyeron las campañas electorales. Ya
cada partido y candidato hizo su trabajo de proselitismo; ahora, lo que sigue,
es que cada uno de los ciudadanos, los electores –registrados en el padrón
electoral-, tome su decisión: de votar o no votar. No olvidar que votar es un
derecho… no hacerlo, no tiene implicaciones de ningún tipo. Si acaso, de
conciencia cívica.
Parece que todo está dicho, o hecho, en Tamaulipas. La última
encuesta que publicaron los medios de comunicación, realizada por la Américas-México,
da por seguro que el PRI tendrá 7 triunfos y en uno de ellos, el Distrito I,
establece que hay un empate técnico porque la diferencia es de un punto (43 a
42) a favor del PAN. Si los resultados no se confirman el próximo domingo será
motivo de explicar: ¿Quién pago la encuesta?
La Constitución Política del país, por ende la estatal, así
como la legislación electoral, establece que los partidos políticos son
organismos de interés público y que tienen, como tarea esencial, promover e
impulsar las prácticas democráticas. Los hechos, vaya pues, demuestran que no
lo hacen, porque con frecuencia violan los derechos de sus afiliados.
Los partidos políticos, por otra parte, tienen como
objetivo adueñarse del poder político. Para eso presentan a los electores sus
candidatos. Y con ellos, hacen campaña, hacen propuestas (promesas),
pronunciamientos sobre la problemática social, económica, educativa y política.
Buscan convencer, persuadir, a los electores de que son la mejor opción y de
que, frente a la urna, voten a su favor.
Con todo y esto, a nivel nacional, se está dando un
movimiento de NO votar o de ANULAR el voto. La acción tiene un firme propósito:
hacer notar al gobierno, a las elites políticas y económicas, que no están de
acuerdo en cómo trabajan, que no están haciendo lo correcto. Me recuerda el
ensayo de Saramago: La lucidez, donde todos los electores anularon su voto,
asi, como una muestra de repudio.
Hay, por otra parte, individuos y grupos que contra
argumentan: no votar, o anular el voto, no ayuda –dicen-, a la democracia. Al
final, va a ganar el candidato que tenga mayor voto. Yo recuerdo que en Soto la
Marina, hace tiempo, un candidato gano la presidencia municipal con un solo
voto de diferencia. Por eso, estos ciudadanos, proponen que se debe de votar y
que, si no nos gusta ni un candidato o partido político, se haga de manera
razonada: es decir, por aquel que satisfaga más nuestras expectativas.
Si observamos la última
encuesta se puede hacer notar un detalle: que solo dos partidos tienen la
posibilidad de ganar, el PRI y el PAN; en promedio acumulan de intención del
voto el 70%. Los otros, es tan reducido su porcentaje de intención del voto,
que algunos de ellos corren el riesgo de perder su registro nacional, como
puede suceder con el Humanista y Encuentro Social que, en el caso de
Tamaulipas, ni pintan, ni se sabe de su existencia o presencia en las campañas
político-electorales.
Las elecciones del próximo domingo son intermedias,
federales, lo que significa poca participación ciudadana; si rebasa el 50% en
la entidad, será un éxito de partidos políticos, candidatos como del INE local.
Los resultados, desde el año 2000 han sido derrotas para el PRI. Por eso, hoy
que se pronostica que pueden ganar 7 de 8, de convertirse en realidad, será un
duro golpe para el PAN. Y, no se les olvide, los resultados ayudaran a
configurar la decisión 2016, tanto para el PRI como para los panistas… que son
los únicos partidos que se disputan el poder en Tamaulipas.
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