Estamos acostumbrados a que, en ciertos lugares, eventos
o actividades, se maneja una especie de ritual; el más conocido, sin la menor
duda, es el de la misa: hay un orden, una secuencia, la pregunta es: ¿sucede lo
mismo en la política? ¿Hay planeación o todo sale, digamos, de improviso? Y si,
si hay un ritual. Veamos algunos de sus momentos.
a) La
elección del candidato. En otros tiempos se decía que había un tapado que, se
destapaba, por la decisión del fiel de la balanza, así era identificado el
Presidente de México. La forma de explicarlo era: quien se mueve, no sale en la
foto. Hoy, es distinto: quien anhela una candidatura tiene que hacer dos cosas:
1) Cultivar la amistad o la relación con quien, o quienes, toman la decisión;
y, 2) Placearse, darse baños de pueblo, tener pues una imagen positiva. Lo
primero ya no es suficiente.
b) Protesta
del candidato partidista. Una vez que el partido tomo la decisión, no las
bases, como lo hizo el PRI y el PAN, procede un registro o declaración de
formal candidato. Aquí al menos los priistas están acostumbrados a las grandes
movilizaciones: llegaron a la capital tamaulipeca autobuses, y mas autobuses,
de los 43 municipios; y luego viene la foto, y el boletín, que habla de la
reunión de mas de 15 mil priistas para apoyar a su candidato.
c) El
registró ante la autoridad electoral. También se hace en forma masiva, para
impresionar a los oponentes. Aquí, lo significativo, a nivel municipal, es que
se da a conocer el nombre de los integrantes de la planilla. Tal y como
sucedió, este miércoles, con Oscar Almaraz: nombres que consignan los intereses
de grupos, los acuerdos y compromisos de camarilla y, claro, no se observan a líderes
naturales, esos que hacen talacha y son responsables de la movilización el día
de la elección.
d) Equipo
del candidato. Es uno de los momentos, digamos cumbres, porque se da a conocer
quienes tendrán tareas en el equipo de campaña-político electoral. Y es ahí,
obvio donde se visualizan tempraneramente, quienes serán los compañeros en la
tarea de gobernar. Nombres como el de Antonio Martínez Torres, Oscar Luebert,
Jaime Villarreal, Felipe Garza Narváez, Bladimir Martínez Ruiz, Luis Humberto
Hinojosa Ochoa, entre otros, ya están listos para asaltar la nomina se gana
Baltazar Hinojosa Ochoa.
e) La
campaña electoral y el fuego amigo. Es la etapa más difícil, no solo para el
candidato. Aquí los integrantes del equipo, de pronto, olvidan que lo
importante es hacer el trabajo y ganar la elección. Se trenzan en un fuego
contra fuego, se delimitan los grupos y sucede que hay purgas: unos se van, los
corren o despiden, por los chismes, la cizaña, codazos, golpes bajos. Y lo
invertido se pierde.
f)
Elección: ¿triunfo o derrota? Los ciudadanos
emiten su voto, el equipo de campaña hace su movilización, y la autoridad da a
conocer el veredicto de los votos. Unos y otros enfatizan los aciertos y
errores, según será triunfo o derrota.
g) Equipo
de transición. Ganada la elección viene el equipo de transición, son los
responsables de participar en la entrega-recepción. Aquí empiezan a
vislumbrarse potenciales responsabilidades; quien va a una u otra área o
Secretaria.
h) Toma
de protesta. Es el acto culminante de un proceso electoral. El triunfador ya
tiene en sus manos, en sus decisiones, la autoridad para ejercer el poder
político: y es cuando esbozo, delinea, las líneas principales de un programa de
gobierno… que, obvio, debió ofrecer en su campaña en busca del voto. Se ven
caras de alegría, por uno y otro lado, porque ya muchos tienen la certeza de
que no vivirán por seis años fuera del presupuesto.
La cuestión, elemental, es si en todo este proceso, hubo
o no democracia; si hubo o no participación ciudadana, si los partidos
políticos y su candidato fueron capaces de motivar al elector a ir a votar.
Históricamente, el abstencionismo gana terreno; lo que significa que, elección
tras elección, hay menos legitimidad de quienes nos gobiernan.
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