En política, dicen, nada es seguro. Sin embargo, hay
cosas que si son seguras, inevitables. Y son los plazos, entre ellos, el que
dura un gobernador: por eso, en estos tiempos, ya más de uno piensa en ser el
sucesor de Egidio Torre Cantú. Obvio, el futurismo es dentro del PRI; futurismo
que, por otra parte, tiene un punto coyuntural: los resultados de la elección
del 2015.
El punto neurálgico de la elección gubernamental en el
2016 tiene, en el PRI, también dos ventanas: la local y la central. Y se
entiende que los resultados de la elección de este año, la federal, puede hacer
subir o bajar los bonos de Egidio Torre Cantú: si además de conservar las dos
diputaciones locales (Victoria y Mante) es capaz de recuperar otras y, de esa
forma, contribuir a que el PRI tenga más presencia en la Cámara de Diputados.
Si logra un triunfo el PRI en el 2015, el gobernador
tendrá –como primer priista de la entidad-, mayor capacidad de maniobra, para
proponer y argumentar en el proceso de selección interna. Se entiende que, si
es así, sus gallos son o pueden ser: Alejandro Etienne (plan A) y en el plan ve
bien pueden anotarse, desde Antonio Martínez Torres, Ramiro Ramos o Edgar
Melhem Salinas. Es cuando menos la fotografía del momento.
Alejandro es el actual alcalde capitalino y, en el
proyecto, fue necesario alcanzar la alcaldía para promoverse. Ahora nadie
desconoce que se placea por la entidad, que se reúne con alcaldes, con
empresarios e industriales, incluidos ahora los candidatos de su partido a la
diputación federal. Antes se mencionaba a Homero de la Garza, pero las
acusaciones en Estados Unidos sobre dinero “ilícito” en cuentas bancarias lo
hicieron renunciar.
Antonio Martínez Torres fue incluido en la lista a partir
de que asume la SEDESOL estatal. Porque, además, tiene una fama –creo que bien
ganada como operador político. En tanto que Ramiro Ramos viene de ser líder
partidista y actualmente es el coordinador de la fracción local del PRI. Por lo
tanto, el líder congresal. Su paso, no tanto en el partido, pero si en el
Congreso, le permite tener este tipo de ambiciones, legitimas, que se
consolidan por el trabajo realizado.
La fuerza federal tiene como exponentes a Mercedes del
Carmen Guillen Vicente, Alejandro Guevara Cobos y se anota a última hora
Baltazar Hinojosa Ochoa. Los tres están vinculados a la política tamaulipeca;
se les considera que son, una especie de heraldos del centralismo político,
porque llegan a una posición de ser candidatos por el apoyo y cercanía que
tienen con Enrique Peña Nieto. De los tres, el que menos sufrirá para llegar a
la Cámara, sin duda que es Hinojosa Ochoa: Paloma y Alejandro tienen que pasar
la aduana de los votos.
Paloma viene de ser subsecretaria de Gobernación,
Alejandro de ser el Coordinador de Giras Presidenciales, en tanto que Hinojosa
Ochoa de ASERCA, una entidad pública vinculada al desarrollo rural. Y, ojo, a
cada uno se le atribuye un padrino diferente: Osorio de Paloma; Videgaray de
Baltazar y de Alejandro siempre se le ha atribuido un padrinazgo en la cúpula
militar.
El futurismo político dentro del PRI no es nada nuevo.
Tomas Yarrington, Eugenio Hernández Flores e incluso Egidio Torre Cantú, pueden
ser considerados decisiones locales. En aquel momento gobernaba el PAN la
presidencia de la Republica; ahora, Enrique Peña Nieto, representa y significa
el regreso al centralismo político: esa es, y no otra, la fuerza que mueve la
ambición de Paloma, de Alejandro, de Baltazar… saben, bien que saben, que su
posición a nivel local no es para resultar triunfantes.
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