domingo, 29 de marzo de 2015

EDAD LABORAL.

Lupita Domínguez, una reportera local, me recordó una realidad que va con nuestra edad: el tiempo o contexto para obtener un empleo. Hace tiempo lo supe, con una sobrina en Reynosa: fue a pedir empleo en una tienda de autoservicio y de inmediato la rechazaron… no cumplía el requisito de la edad, tenía 31 años.


Año con año, la Secretaria de Desarrollo Económico y Turismo, ahí donde cobra como Secretaria Mónica González García, promueve el empleo con su famosa Feria del Empleo. Organizan un evento donde las empresas, los negocios, dependencias e industrias ofertan empleos. Que son 600, 800 o hasta más de mil. Claro, con eso emocionan a más de alguien que carece del mismo.


Y ahí fue donde la reportera encontró un par de historias que, la verdad, son de muchos: hay una edad laboral, que marca la ley para ser productivo; sin embargo, para que termine en términos laborales, la jubilación o la pensión son los instrumentos. Sin embargo, aquellos que no tuvieron oportunidad de ingresar a un empleo formal, sea en gobierno o en el sector privado, la cuestión es otra: quien oferta el empleo consigna una edad máxima para estar en condiciones de ser contratado.


Cuantas personas viven la realidad de Gaby como de María Rosario: de no ser aceptadas en n trabajo por la edad que tienen. Esta realidad tiene un fuerte impacto en lo que se conoce como ejercito industrial de reserva (desempleados), porque a su vez, ellos tienen un impacto mayor sobre los que están empleados y tienen, vaya pues, un salario muy bajo. Al ser cuestionado, un líder obrero, sobre los bajos sueldos dijo: si no están de acuerdo, pues que se vayan, hay miles que por eso están dispuestos a trabajar.


Somos testigos, de forma cotidiana, como hay explotación de niños: unos están  como cerillos en tiendas de autoservicio (en otras personas adulto mayor), otros andan en los cruceros y otros más los mismos padres los traen vendiendo dulces, chicles y chocolates. Trabajan antes de tener la edad apropiada de ser productivos. Es una vil explotación que nace de una necesidad: ayudar a la familia para el sostenimiento o para ayudarse en sus estudios.


El extremo, de los niños, lo vemos con los adultos mayores: están en tiendas de autoservicio. Los vemos, incluso, hasta organizados; como son muchos, se turnan para estar en una caja y si son dos al mismo tiempo, se reparten las propinas. Hay quienes, incluso, hasta hacen notar que obtienen buenas propinas, que llegan en algunos casos hasta los 200 pesos. Pero eso no quita la realidad, de que son un ejemplo de cómo el sistema económico no redistribuye la riqueza, crea pobreza y desempleo.


A los niños y adultos mayores que observamos como cerillos en las tiendas de autoservicio, tenemos que considerar a quienes, en plena edad productiva, no pueden conseguir empleo porque el empuje de las nuevas generaciones que van relevando en las oportunidades de empleo. Estas realidades me llevan a pensar, por ejemplo, en quienes no teniendo un empleo formal, que se auto emplean, que son subempleados y que viven al día, que no cuentan con un medio de seguridad social, ¿Qué harán en su vejez?


Un día le pregunte a Don Rubén, un vecino de la Col. Vicente Guerrero, que tiene como 40 años vendiendo tacos: ¿usted cuando se va a jubilar? Y su respuesta fue cruel: ¡cuando me entierren! Cuantos como él, no pueden pensar en una jubilación, en una pensión, en una oportunidad para el descanso laboral… son, a todas luces, una muestra de cómo el gobierno, el sistema político, ha sido incapaz de redistribuir la riqueza y de mejorar las condiciones de vida. ¡Cada día hay más pobreza!


Contacto:
Web: http://meligue.blogspot.mx/
Twitter: @melitonguevara



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