jueves, 12 de marzo de 2015

MALES DEL PRESIDENCIALISMO.

A raíz del triunfo de Enrique Peña Nieto a la presidencia de la Republica, al regreso del PRI a Los Pinos, vuelve a entrar en la polémica política el tema del presidencialismo. Ese que Daniel Cossio Villegas describió en sus libros en la década de los setenta. Presidencialismo que se retomo con las reformas constitucionales y, obvias, con el nombramiento de Eduardo Medina Mora como nuevo Ministro de la Suprema Corte…durara 15 años en el cargo.


Quienes saben de teoría de la ciencia política afirman que la democracia es la vía menos mala para gobernar. Y creo que lo enfatizarían si conocieron lo que sucede en un sistema democrático pero con énfasis en el presidencialismo, tal y como sucede en México: al grado que se atribuye a Mario Vargas Llosa etiquetarle la expresión de ser una “dictadura perfecta”, claro, refiriéndose a la época anterior a Peña Nieto.


La historia política explica que fue Lázaro Cárdenas el crear del presidencialismo mexicano. El momento clave fue cuando desterró a Plutarco Elías Calles para demostrarle que él, solamente él, era el Presidente de México. Y a partir de ahí, hasta el 2000, los presidentes emanados del PRI lo hicieron patente, demostraron que eran omnipresentes, poderosos, casi unos reyes o monarcas.


Quizá EPN no pueda decir, como Daniel Cossio Villegas, de que es un monarca sexenal. Lo cierto es que, en cada uno de sus actos –incluidas las reformas constitucionales-, da evidencias de que quiere ser igual: imponer su voluntad. El PRI le sirve de instrumento, no tanto como antes, pues no tienen mayoría. Sin embargo el nombramiento de Eduardo Medina Mora, es el mejor indicio: sin experiencia en el poder judicial, ya es Ministro y por 15 años.


Lo malo, muy malo, del presidencialismo es que quienes tienen el poder ejecutivo en sus manos crean que solo ellos tienen la verdad. Es una actitud que comparten, por ejemplo, gobernadores y alcaldes: tomas decisiones con su visión, no escuchan a los que saben, que tienen experiencia y conocimientos. Por eso, en muchos casos, sus colaboradores –para no hacerlo enojar-, prefieren callar, dejar que las cosas sigan. Y los que pagan, esos errores, es el pueblo.


Daniel Cossio Villegas describió el sistema político mexicano con un presidencialismo recalcitrante. Sustentado en el PRI, en sus sectores y en que no había una oposición fuerte. Hoy es distinto, sin embargo, somos testigos de cómo los intereses partidistas hacen posible imposiciones que evidencian rasgos de un subdesarrollo político, de cómo los puestos siguen siendo un botín político: a Eduardo Medina ni quienes hoy son sus compañeros lo querían, por eso, ya la oposición busca reformular el proceso para la designación de los Ministros de la Suprema Corte de Justicia.


La única manera de evitar un presidencialismo, como el de antes, es con una oposición política fuerte; y esta, en la práctica, solo puede manifestarse en la composición de las cámaras legislativas. De ahí, por eso, que EPN y el PRI busquen a como dé lugar ganar más y mas diputados federales en la próxima elección: Tamaulipas en las últimas elecciones solo ha aportado dos, de ocho; ahora, los optimistas, creen que pueden revertir y que sean 6 de 8.


Alejandro González Iñarritu, al ganar el premio del Oscar, advirtió:  ruego porque podamos encontrar y construir el gobierno que merecemos”. La cuestión es simple: hoy tenemos los que merecemos, porque se voto por ellos. Hay que cambiar, entonces, nosotros para que cambie el país, hacer conciencia de participación y de valorar el voto, como medio de tomar la decisión sobre quién debe gobernarnos: ¿tienen que ser los mejores?



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