Ya faltan menos días para el día de la elección. Y en
estos días lo que arrecia es la guerra sucia y las mentiras de las encuestas.
Son los momentos en que, como ciudadanos, debemos reflexionar o preguntarnos
sobre el valor del voto; instrumento, hoy en día, de la democracia para tomar decisiones:
elegir a quienes nos gobiernan y toman decisiones por nosotros y que afectan, a
veces, nuestra propia rutina.
Votar es un derecho y que en la práctica, al menos en
Tamaulipas, un aproximado del 50% no lo ejerce; incluso menos, cuando son
elecciones federales intermedias, como la del próximo 7 de junio. Se pueden
consignar una y mil razones o argumentos para no votar; es decisión personal,
pero hay una verdad incuestionable: a más del 60% de la población no le
interesan los asuntos de la comunidad, los intereses públicos.
Hay varios tipos de votos. Por lo regular, medio mundo
identifica al voto duro o al voto de castigo; con el primero se identifican los
votos emitidos por ciudadanos que tienen una identidad plena con un partido
político y votan por el, sin ver o valorar al candidato; y el de castigo, lo
dice su nombre, es una forma de rechazar algo que no les gusta. El voto de
castigo significa votar en contra, dar la contra. Les recomiendo esta lectura: http://www.razonypalabra.org.mx/N/N75/varia_75/varia2parte/16_Valdez_V75.pdf
Cuando se habla de un voto “útil” es preciso tomar, antes
una decisión: que es lo que queremos. Y en el caso de la elección del próximo 7
de junio, creo que pueden ser solo dos alternativas: a) Que el gobierno de EPN
tenga mayoría priista en la Cámara de Diputados, para que haga y deshaga, sin
estorbos; b) que el gobierno de EPN tenga contrapesos y sea obligado a negociar
con uno o dos partidos, para así lograr la mayoría que puede tomar decisiones
legislativas.
Un voto razonado nos debe llevar a tomar una decisión
congruente con ideas y con propósitos. Por ejemplo, Vicente Fox propuso y consiguió el voto útil,
con una consigna: sacar al PRI de Los Pinos y lo consiguió. Hace poco Ana
Guevara, que es senador del PT, pidió votar por la candidata del PRI a la
gubernatura en Sonora. Obvio, es voto útil; y lo mismo acaba de suceder en
Nuevo León, con la declinación que hace el candidato del Movimiento Ciudadano
en favor del “Bronco”.
En un sistema democrático lo necesario, lo normal, es que
haya contrapesos. Ya son normales en virtud de que el PRI, desde hace buen
rato, ya no es mayoría calificada en la cámara de diputados; ahora está en
coalición con el Verde, ese partido que acostumbra violar la ley o cuando menos
no hacer caso a las reglas del juego en términos de publicidad política y ya ha
recibo una y otra multa. Por esa coalición, el gobierno de EPN puede alcanzar
250 curules de mayoría.
El mejor ejemplo de cómo funcionan los contrapesos fue el
Pacto por México que ideo EPN y que dio vida a las reformas constitucionales de
este sexenio. Cada partido político aporto su granito de arena; hubo dos o más
propuestas y, paso a pasito, se fueron construyendo consensos de tal manera que
EPN puede presumir que logro reformas que otros gobiernos, de Fox o de
Calderón, ni siquiera intentaron.
Votar y hacerlo de manera razonada, útil, es la tarea de
cada ciudadano. Hacerlo por el partido o el candidato que satisface nuestros
ideales; cuyas propuestas van encaminadas hacia el fortalecimiento de la
sociedad. Votar, no por el candidato que dice lo que es, sino por lo que ofrece
hacer, o que ya cuenta con un buen historial, con experiencia pues.
Contacto:
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@melitonguevara
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