Hace tiempo le escuche decir a un amigo periodista una anécdota,
de esas que cuentan, son de la vida real: en una reunión de amigos, carne
asada, cheves y wikis de por medio, estaba un encumbrado funcionario federal.
En cierto momento, saluda a un amigo, lo abraza y le dice: “Te quiero mucho,
somos amigos desde hace muchos, te quiero ayudar, pero ¿Cómo le hago? ¡Eres
bien pendejo!
La anécdota, vista tal cual la narro el periodista, pinta
a un funcionario excepcional. Y es que, muchos dicen, amistad que no se refleja
en la nómina, no es amistad. Y, en este caso, el servidor público hace constar
el motivo, la razón, de porque a su amigo no lo tiene en la nómina. Rara avis,
puesto que eso es lo más normal: gobernantes y funcionarios públicos de alto
nivel, prefieren al amigo, aunque sea un ignorante, pero que le garantice
lealtad.
Cuando Manuel Cavazos Lerma fue gobernador apantallo con
una de sus frases de campaña, pero luego no aplico: palabras más, palabras
menos, siempre explicaba que al momento de gobernar, es más difícil hacer de un
amigo un excelente colaborador; que el prefería que un excelente colaborador se
hiciera su amigo. Como diría en su momento Jesús Reyes Heroles: primero el
plan, luego el candidato. Por cierto, ya pregonan eso los panistas rumbo al
2018.
Todo lo anterior viene a colación por la renuncia que
presento Manlio Fabio Beltrones al liderazgo del PRI nacional. Se han ventilado
que hubo dos reuniones con el Presidente EPN; que le planteó la necesidad, para
continuar, de una congruencia; que era necesario castigar, si, castigar a quienes con sus acciones dieron pie a que
la corrupción y la impunidad procrearan el hartazgo que consolido la
alternancia política en algunas entidades.
Y los nombres todo mundo los conoce, el más señalado, fue
el gobernador de Veracruz a quien, se recuerda, hasta se pensó en pedirle que
renunciara para que no hiciera más daño al partido; y, entre los comentaristas
nacionales, consignan que Luis Videgaray, el Secretario de Hacienda, conocido
el resultado del 5 de junio casi festejo el que ya, Manlio, estuviera fuera de
la jugada, adjudicándose el resultado.
Y Manlio renuncio porque, como bien dice, las acciones
del gobierno las resienten los partidos políticos, luego entonces, por ahí se
tiene que empezar. Renuncio, porque el Presidente prefirió seguir con sus
amigos y cómplices, que le son leales y no con los colaboradores que, puede ser
eficientes, eficaces, pero no leales… y es que, eso era Manlio: no un amigo,
solo un colaborador a quien le tenían asignada una tarea y fallo. No es, amigo
ni cómplice.
En este sentido ya se supo que el gobernador electo
Francisco Javier García nombro a un equipo estratégico con un solo fin: revisar
perfiles para ocupar más de 2000 cargos, desde Secretarios hasta Jefes de
Departamento. Hagan de cuenta que son, o serán, los cazadores de talento, muy
al estilo de Vicente Fox; entre ellos, se anotan Jesús Nader, Carlos García, Gerardo
Peña, Javier Garza de Cos, Francisco Elizondo; obvio, también esta Cesar
Verástegui, hasta Lidia Madero y otros más.
Lo decíamos en un texto anterior: la primer decisión de
todo gobernante es, sin duda, nombrar a sus Secretarios; decisión que mostrara
el talente de congruencia, si son amigos o cómplices, o serán colaboradores
eficientes, eficaces; porque, de una u otra manera, por lo regular quienes
reciben ese tipo de nombramientos ya tienen una imagen, buena o mala, o media
mala y la suspicacia entre los sociedad sobre su probable actuación. Por
ejemplo, se dijo que Lidia Madero la enviaron en misión diplomática por malos
manejos: ¿hará lo mismo en Tamaulipas si recibe un cargo?
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