martes, 7 de junio de 2016

LECCION DE RESPONSABILIDAD.

Tal y como estaba pactado el 5 de junio los tamaulipecos, con credencial de elector en mano, llegaron a las urnas y depositaron su voto: decidieron el destino político de la entidad, dando su voto mayoritario (de confianza) a Francisco Javier García, el candidato del PAN. Y en este caso, como debe ser, Baltazar Hinojosa, reconoció que el voto no le fue favorable. Los tamaulipecos dieron una lección de responsabilidad.


Es válido establecer que gano la democracia, pero sobre todo, que gano la participación ciudadana. Según las cuentas del PREP, la participación ciudadana rebaso el 56%; lo que significa un incremento de 12 puntos en relación con la elección anterior. ¿Por qué salió a votar la población? La respuesta, sin duda, debe de tenerla el PRI: participación que los condujo a la derrota.


La Victoria del PAN, para decirlo en palabras duras, es aplastante. La diferencia entre uno y el otro, el ganador y el perdedor, es de aproximadamente 180 mil votos; ni como cuestionar o impugnar. Pero eso no es todo, la mayoría parlamentaria será panista; así como los principales municipios de la entidad: Nuevo Laredo, Reynosa, Altamira, Mante… en total, como 25 municipios sean panistas. Para el PRI, Victoria, Matamoros y Tampico, de los principales.


La elección fue una lección de responsabilidad. Si, de los ciudadanos que, ese día, tomaron la decisión de acudir a la urna; fueron más que hace 6 años, que fue lo que hizo la diferencia. Los motivos y razones para hacerlo creo que, por años, los dirigentes prisitas y los gobernantes, los conocían, pero hacían oídos sordos a las imágenes de enojo, coraje, impotencia de buena parte de la población.


En las otras elecciones los panistas lo sentenciaron. Nos beneficia el voto de castigo, de los inconformes del PRI. Castigo porque se cansaron, digamos, de ver como los programas sociales son insuficientes; de ver cómo, en el quehacer gubernamental, el tráfico de influencias se incrementa y consolida un esquema de corrupción. De cómo el nepotismo, y el cinismo, enquistados en las esferas el poder y de la administración, se olvidan de hacer bien las cosas.


Los candidatos priistas tuvieron que enfrentar en sus campañas varios aspectos negativos: no podían presumir, por ejemplo, los logros de sus gobiernos, cuando estos tienen menos del 50% de aprobación; no podían presumir, digamos, un prestigio de su partido, de sus líderes y legisladores, porque son mal vistos por la sociedad. Y en otro plano, tampoco podían presumir “honorabilidad”, basta recordar las múltiples acusaciones que se lanzaron.


Los tamaulipecos demostraron que si pueden participar en la solución de sus problemas, en este caso, con su voto. Decidió la alternancia en el poder: ahora, lo que sigue, es que, quienes llegan, para quienes la administración pública, es una especie de botín, tengan la sensibilidad para responder a las expectativas que generaron las promesas de campaña: la población quiere, seguridad, y eso lo prometieron todos los candidatos, pero también quieren bienestar social.


La alternancia no debe ser gatopardismo político. No debe ser solo un cambio de personas en el poder; tiene que ser algo más, políticas publicas comprometidas con la población en general; más eficiencia y eficacia, pero también, más transparencia, menos opacidad; mas honradez que corrupción. Y eso, como la corrupción, son tan evidentes en todo el quehacer público. Ese es el reto de Francisco Javier García: cumplir las expectativas que generaron sus promesas, que fueron el impulso para el voto a su favor, para el triunfo.


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