Dos hechos de estos últimos días me han llamado la
atención: un video de un persona, hombre, que tuvo un accidente vial; borracho,
exclamaba, les voy a pagar con bote, no tengo dinero. Y por otra, la
disposición de Aníbal Martínez González, periodista, que se ofrece a tránsito
local para hacer una campaña de educación vial: accidentes que causan daños a
la salud y que, en algunos casos, dar por terminada una o más vidas. ¿Sera
suficiente la difusión?
Una de las cosas que han caracterizado al mexicano, al menos
en los estudios de análisis psicológico y sociológico, es que toma muy en
cuenta la expresión de José Alfredo Jiménez, de que la vida no vale nada; y de
que, al menos en caricaturas y en chistes, hoy memes, se burla y se ríe de la
muerte. ¿Cómo, pues, modificar este comportamiento?
IMPERICIA, IRRESPONSABILIDAD Y FALTA DE CONCIENCIA.
Los últimos días, quizá por la época navideña, de fiestas
y más fiestas, de pasarse de la mano con las bebidas alcohólicas, hemos sido
testigos los capitalinos de una recha increíble de accidentes. Ya no sabemos en
qué lugar hay más, porque son por todos lados. Unos son en carretera, otros en
las calles de la ciudad. Impresionante, dramático, impotencia, dolor, muchas
cosas pasan por mi mente al enterarme.
Impericia, irresponsabilidad y falta de conciencia son la
causa de tanto accidente, advierte Manuel Rojas Calvo, Coordinador Estatal de
la Policía Federal. Y la verdad, si tiene razón que se constata con el video
que, líneas arriba les menciono. Pero, además, uno mismo –yo en lo personal-,
he sido testigo y víctima de la impericia de unos y otros al manejar. Lo que
sorprende, en todo caso, es que esa falta de conciencia de que habla el policía
se pone en evidencia en más de una ocasión.
EDUCACION Y CULTURA.
¿Cómo hacer, o lograr, que los conductores tengan más
educación y cultura vial? Me remito a un hecho: durante años, muchos años, no
se usaba el cinturón de seguridad. Incluso, recuerdo un caso anecdótico: un
amigo recibió información de que su esposa había chocado. Estaba lesionada y el
agente de tránsito le dice: no traía puesto el cinturón de seguridad. Pero,
¿Cómo, dijo el amigo, el carro no prende si no se lo pone? Y la respuesta fue
contundente: “me lo pongo, y luego me lo quito”. Pero hoy en día, todos, o casi
todos, usamos el cinturón: fue porque empezaron a multar.
Siempre recordamos –los que ya somos adulto mayor- como
nuestros padres nos educaron. El ejemplo pero sobre todo el castigo, a veces
incluso corporal. Así que la autoridad tiene a la mano el medio: aplicar la
ley. A veces, con cierta ironía, decimos que cruzando el puente a Brownville o
McAllen nos comportamos diferente. No infringimos las reglas de transito… por
miedo, si, a las multas que aplican. Funciono con el cinturón, debe funcionar
con otras disposiciones de tránsito.
CHOCOLATES Y CELULAR.
La autoridad de transito ha identificado varias causas de
los accidentes viales. Afirma Leoncio Ariel López Talamantes, director de tránsito
capitalino, que los carros chocolates liderean los percances viales; hace
notar, sorprendente, que por cada carro nacional hay dos “chocolates”. Bien lo
sabemos, participan en un percance y, la mayor de las veces, ahí deja el vehículo
y no saben ni a quien sancionar. Por, debe aplaudirse la decisión de tener un
control vehicular de los mismos… lo único malo, si, es lo caro del mismo.
Otras situaciones más específicas de los percances viales
son: la impericia, es decir, no saben conducir; que se puede disminuir si,
efectivamente, se aplica el reglamente respectivo y, además, se hace el examen
a cada aspirante a disponer de su licencia de manejo. ¿La tendrán quienes traer
autos chocolates? Uno más, tiene que ver con la irresponsabilidad y falta de
conciencia: el usar el celular al ir manejando. Basta con pararse en una esquina,
o calle, y observar a los conductores… van con celular en mano y, lo más
increíble, algunos hasta texteando.
SOLUCIONES PRÁCTICAS.
Efectivamente, como lo propone el periodista Aníbal en
las redes sociales, un punto es la difusión de la educación vial; y otro, muy
importante sin la menor duda, es la aplicación de la ley: el operativo
antialcohol es una acción positiva; otro, tiene que ser el relativo al uso del
celular: para eso existe, por ejemplo, el manos libres o de plano, no contestar
llamadas y menos enviar mensaje. ¿Qué cuesta, en todo caso, detenerse,
orillarse, y atender el celular?
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