Buena parte de los mexicanos, sobre todo los católicos,
esperan y viven a plenitud la navidad. La fiesta para celebrar el nacimiento de
Jesús… por eso, en muchas familias, la tradición de “acostar” el niño. Es una
celebración familiar en donde, lo normal, son los tamales, los frijoles
refritos y de todo tipo de bebidas. Ya disfrutamos las posadas y es momento de
exclamar ¡Feliz Navidad!
Decimos ¡Feliz Navidad!, en la oficina, en el taller, en
el negocio; a quien nos saluda, a quien nos vende o compra algo. Es una
expresión cotidiana en diciembre para decirle, al familiar, al amigo, al
vecino, que le deseamos que tenga una feliz navidad por el festejo religioso
del nacimiento de Jesús. Y todos, compartimos así, amor, cariño, fraternidad,
pero también nos engulle un tremendo consumismo.
AMOR Y FRATERNIDAD.
Como todos profeso una fe religiosa. Y en ella la imagen,
la presencia, la vida y otra de Jesús es parte importante; porque de él, de sus
actos, hechos y palabras se extraen enseñanzas. Una de ellas es esencial para
la vida: amaos los unos a los otros. Y este precepto, sin embargo, es más de
las veces lo hacemos a un lado por la envidia, la vanidad, la intolerancia y,
parece mentira, por la intolerancia familiar…hay quienes, por su creencia
religiosa, la navidad no existe.
La familia, decimos y repetimos, es lo esencial en la
vida. Y la relación filial se fortalece en la medida que hay, digamos,
solidaridad, comprensión, apoyo, y sobre todo cariño y amor filial. Y la
fraternidad es, por otra parte, el cemento que une la vida, hechos y
pensamientos de todos; como dice el salmo 133: “Mirad cuán bueno y cuán
delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía”. Y es cierto, además, de
que por nuestros hechos somos conocidos.
CONVERSION RELIGIOSA.
La religión tiene una función fundamental en la sociedad,
según se vea, se sientan y se practiquen sus preceptos. Quiérase o no, la fe
religiosa inculca valores y principios, y estos ahí están, en nuestra mente y
conciencia, y tienen un impacto en la sociedad y hasta en la política. Por
ejemplo, a los candidatos panistas se les cuestiona –sobre todo en campaña-
sobre temas complicados como el aborto: pero otros, como los perredistas, son más
laxos o de mente más abierta…pero, en fin, ya se juntaron en términos
políticos.
Lo cierto, incuestionable, es que cada día que pasa la
población mexicana es menos guadalupana, menos católica; se observa, en todos
los ámbitos, una conversión religiosa. Y una de las causas, sin duda, es que en
los grupos no católicos hay más interacción entre la feligresía con el pastor,
hay más apoyo y solidaridad entre ellos mismos. La iglesia católica sigue
siendo, es indudable, la mayoritaria en México, pero el terreno que pierde se
hace más grande.
EL CONSUMISMO NAVIDEÑO.
Casi todos, salvo excepciones, derrochamos alegría y
felicidad en estas fiestas. Queremos que todos nos vean felices. Pero además,
la ocasión se presta, para hacer intercambios de regalos en las oficinas, en
algunas familias. Y a partir de ahí es cuando entramos en una espiral
consumista: chicos y grandes, pobres y ricos, hombre o mujer, nadie escapa a
una situación como esta… y lo triste, si, lo triste, es que en algunas familias
de escasos recursos a veces Santa Claus no llega.
La iglesia católica se opone a este tipo de consumismo.
Sin embargo, no es fácil: a parte de los regalos, hay toda una serie de
publicidad que conlleva despertar deseos y motivar a la gente que sus cenas y
fiestas navideñas las pueden disfrutar en lugares paradisiacos, en la playa, en
lugares donde el lujo es parte del escenario… muy lejos, si, muy lejos, de la
pobreza que vivió Jesús: ahí es, además, donde se falla, ante la ausencia de
humildad y generosidad.
¡FELIZ NAVIDAD!
Para finalizar quiero desear una ¡feliz navidad! A mis
padres, Erasmo y Josefina; a mis hermanos; a mi esposa Martha García y a mi
hija Ana Rosa. A la familia García Guerrero con quienes, año tras años,
compartimos el pan y la sal en Noche Buena. A toda la familia de El Diario así
como a los portales que también reciben mis colaboraciones, a mis caros
lectores, mis mejores deseos para que la Noche Buena sea de amor, fraternidad,
salud y alegría en cada uno de sus hogares. ¡Que la felicidad, la dicha y la
alegría los acompañe!
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