No busco imitar, menos emular, a Jorge Pérez y sus textos
sobre sus perros. En la casa tenemos, ya como parte de la familia, a Benito; un
pug que llego cuando tenía menos de un mes de nacido. Fue una decisión difícil:
Ana Rosa insistió una y otra vez, por varios meses, hasta que recibió la
aprobación de Martha: y en menos que canta un gallo, ya estaba en la casa un
pug bebe, Benito.
Desde que llego, una y otra vez, he publicado sus fotos en
mi muro del Facebook. Quienes me conocen, conocen también a Benito; y más de
uno, sobre todo las amigas de Ana, han sido víctimas de sus travesuras. Quizá
por eso, hace días, una amiga de Facebook me recomendó escribir historias sobre
Benito, lo que hace y ha significado en la familia y en nuestro entorno social.
¿Qué ha significado Benito para la familia? En principio una
conciencia más firme de lo que significa, como reto y compromiso, tener una
mascota. Cuidados múltiples: vacunas, desparasitación, baños y estar pendiente
de lo que hace, y de lo que no: mordió muebles de madera, rompió el forro de un
sillón, destruyo zapatillas de Ana y bueno, cuando le di chance de entrar a mi
oficina, se dio vuelo con revistas y uno que otro libro que estaba a su
alcance.
Una anécdota de pequeñito sucedió a los dos o tres veces de
estar en casa: Ana y Martha salen de la ciudad y lo dejan a mi cuidado. En la
noche no hallaba que hacer: dejarlo encerrado en la recamara de Ana, dejar la
puerta abierta para que se saliera o llevarlo a mi recamara. Decidí lo último: así
que fui, tome su camita, me siguió y la puse a un costado de mi cama. Salió
corriendo y, uno a uno, trajo sus juguetes: pensó que se cambiaba de recamara…
y era por solo una noche.
Ya tiene 2 años 6 meses. Seguiré contando su vida, aventuras
y travesuras.
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