martes, 4 de agosto de 2015

BENITO, EL PUG DE LA CASA.

No busco imitar, menos emular, a Jorge Pérez y sus textos sobre sus perros. En la casa tenemos, ya como parte de la familia, a Benito; un pug que llego cuando tenía menos de un mes de nacido. Fue una decisión difícil: Ana Rosa insistió una y otra vez, por varios meses, hasta que recibió la aprobación de Martha: y en menos que canta un gallo, ya estaba en la casa un pug bebe, Benito.

Desde que llego, una y otra vez, he publicado sus fotos en mi muro del Facebook. Quienes me conocen, conocen también a Benito; y más de uno, sobre todo las amigas de Ana, han sido víctimas de sus travesuras. Quizá por eso, hace días, una amiga de Facebook me recomendó escribir historias sobre Benito, lo que hace y ha significado en la familia y en nuestro entorno social.

¿Qué ha significado Benito para la familia? En principio una conciencia más firme de lo que significa, como reto y compromiso, tener una mascota. Cuidados múltiples: vacunas, desparasitación, baños y estar pendiente de lo que hace, y de lo que no: mordió muebles de madera, rompió el forro de un sillón, destruyo zapatillas de Ana y bueno, cuando le di chance de entrar a mi oficina, se dio vuelo con revistas y uno que otro libro que estaba a su alcance.

Una anécdota de pequeñito sucedió a los dos o tres veces de estar en casa: Ana y Martha salen de la ciudad y lo dejan a mi cuidado. En la noche no hallaba que hacer: dejarlo encerrado en la recamara de Ana, dejar la puerta abierta para que se saliera o llevarlo a mi recamara. Decidí lo último: así que fui, tome su camita, me siguió y la puse a un costado de mi cama. Salió corriendo y, uno a uno, trajo sus juguetes: pensó que se cambiaba de recamara… y era por solo una noche.

Ya tiene 2 años 6 meses. Seguiré contando su vida, aventuras y travesuras.



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