jueves, 27 de agosto de 2015

SIN DEMOCRACIA PARTIDISTA.

Cuando fue la alternancia, en el año 2000, se dijo una y otra vez: la democracia llego para quedarse. Y es que, en ese momento, se daba como un hecho, una coyuntura, de que la alternancia era signo, síntoma, de que ya había una mejor democracia en México. Y es que, antes de eso, siempre ganaba el PRI. Fueron 70 años de dominio presidencial… aunque solo duro 12 años y puede cambiar en el 18.


La cuestión es solo una: tenemos democracia, pero hasta qué grado tiene calidad, es decir, responde a las expectativas de los mexicanos; de los electores, de los partidos políticos, etc. Ahí es donde, en principio, debemos preguntarnos: ¿Quiénes son los responsables de la democracia en México? Diríamos que hay tres: los ciudadanos, los partidos políticos y los órganos electorales.


¿Qué sucede con estos tres protagonistas de la democracia? En principio, por parte de los ciudadanos, se entiende que hay poca iniciativa, poco compromiso. Tenemos dos datos a la mano: por un lado, las distintas encuestas de Cultura Política, hacen notar que más del 60% de los mexicanos no se interesan por los problemas de la comunidad, es decir, son individualistas; y, este dato, se amarra con el de la abstencionismo, que en algunos procesos rebasa hasta el 50%.


Los órganos electorales, el INE a nivel nacional, el IETAM en el caso de Tamaulipas, dejan mucho que desear en solo una coyuntura: ven más por mantener el sistema, no pretenden ni buscan transfórmalo, actúan conforme si no a consigna, cuando menos no se atreven a modificar o a alterar practicas que riñen con una verdadera y autentica democracia: son cómplices del sistema. A nivel nacional, basta anotar lo que sucedió con el Verde, sus constantes burlas a la autoridad.


Y los partidos políticos no dan visos, señales, de tener interés de cumplir el mandato de la Constitución: de promover, de fomentar e impulsar la práctica democrática al interior del mismo. La mejor evidencia la tenemos con los procesos de elección interna que se acaba de vivir en el PAN como en el PRI y que se está desarrollando en el PRD.  Si no practican la democracia, ¿cómo pueden ser ejemplo? Veamos lo que sucedió:


El Partido Accion Nacional fue el único que practico una democracia interna plena al hacer que la militancia sea quien elija, decida, quien debe ser el líder nacional. Hubo una convocatoria y participaron dos candidatos: Ricardo Anaya y Javier Corral Jurado. Claro, todo el equipo, la maquinaria, fue a favor de Anaya. Fue una elección dirigida puesto que Corral no fue capaz de levantar, de animar, a a la rebelión de las bases, tal y como lo promovía.


El PRI en la practica no conoce la democracia interna. Sus líderes, desde que tengo recuerdos de historia política, solo una vez ha elegido a su líder nacional en consulta a la base. En esta ocasión fue una democracia indirecta: por convención de delegados y solo se registro una formula, la que encabezo Manlio Fabio Beltrones. Y, al ser único, no hubo necesidad de algo mas, simplemente se le notifico ser el nuevo líder porque no había contrario a vencer.


El caso del PRD es aun más grave: todas las veces que han elegido a sus líderes, hay un “cochinero” al grado que la última vez hasta pidieron al INE ser el organizador de la elección.  Carlos Navarrete tomo posesión en octubre de 2014; por los escándalos de corrupción tomo la decisión de “renunciar” y este mes le aceptaron la renuncia y, lo que son las cosas, en el PRD no hay nadie, pero nadie, con imagen, carisma y liderazgo para asumir la dirección nacional.


Se pensó en externos y se menciono a José Woldenberg como a Juan Ramón de la Fuente, ambos conocidos, uno por el IFE y el otro por la UNAM, pero no aceptaron. Incluso el primero dijo que sería una tontería aceptar. Y, para que se den una idea, todo hace indicar que será un priista Agustín Basave: al menos ayer se publicito que se afilia al PRD y las tribus casi lo aclaman como nuevo líder nacional.


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