Cuando fue la alternancia, en el año 2000, se dijo una y
otra vez: la democracia llego para quedarse. Y es que, en ese momento, se daba
como un hecho, una coyuntura, de que la alternancia era signo, síntoma, de que
ya había una mejor democracia en México. Y es que, antes de eso, siempre ganaba
el PRI. Fueron 70 años de dominio presidencial… aunque solo duro 12 años y
puede cambiar en el 18.
La cuestión es solo una: tenemos democracia, pero hasta qué
grado tiene calidad, es decir, responde a las expectativas de los mexicanos; de
los electores, de los partidos políticos, etc. Ahí es donde, en principio,
debemos preguntarnos: ¿Quiénes son los responsables de la democracia en México?
Diríamos que hay tres: los ciudadanos, los partidos políticos y los órganos
electorales.
¿Qué sucede con estos tres protagonistas de la
democracia? En principio, por parte de los ciudadanos, se entiende que hay poca
iniciativa, poco compromiso. Tenemos dos datos a la mano: por un lado, las
distintas encuestas de Cultura Política, hacen notar que más del 60% de los
mexicanos no se interesan por los problemas de la comunidad, es decir, son
individualistas; y, este dato, se amarra con el de la abstencionismo, que en
algunos procesos rebasa hasta el 50%.
Los órganos electorales, el INE a nivel nacional, el
IETAM en el caso de Tamaulipas, dejan mucho que desear en solo una coyuntura:
ven más por mantener el sistema, no pretenden ni buscan transfórmalo, actúan
conforme si no a consigna, cuando menos no se atreven a modificar o a alterar
practicas que riñen con una verdadera y autentica democracia: son cómplices del
sistema. A nivel nacional, basta anotar lo que sucedió con el Verde, sus
constantes burlas a la autoridad.
Y los partidos políticos no dan visos, señales, de tener
interés de cumplir el mandato de la Constitución: de promover, de fomentar e
impulsar la práctica democrática al interior del mismo. La mejor evidencia la
tenemos con los procesos de elección interna que se acaba de vivir en el PAN
como en el PRI y que se está desarrollando en el PRD. Si no practican la democracia, ¿cómo pueden
ser ejemplo? Veamos lo que sucedió:
El Partido Accion Nacional fue el único que practico una
democracia interna plena al hacer que la militancia sea quien elija, decida,
quien debe ser el líder nacional. Hubo una convocatoria y participaron dos
candidatos: Ricardo Anaya y Javier Corral Jurado. Claro, todo el equipo, la
maquinaria, fue a favor de Anaya. Fue una elección dirigida puesto que Corral
no fue capaz de levantar, de animar, a a la rebelión de las bases, tal y como
lo promovía.
El PRI en la practica no conoce la democracia interna.
Sus líderes, desde que tengo recuerdos de historia política, solo una vez ha
elegido a su líder nacional en consulta a la base. En esta ocasión fue una
democracia indirecta: por convención de delegados y solo se registro una
formula, la que encabezo Manlio Fabio Beltrones. Y, al ser único, no hubo
necesidad de algo mas, simplemente se le notifico ser el nuevo líder porque no
había contrario a vencer.
El caso del PRD es aun más grave: todas las veces que han
elegido a sus líderes, hay un “cochinero” al grado que la última vez hasta
pidieron al INE ser el organizador de la elección. Carlos Navarrete tomo posesión en octubre de
2014; por los escándalos de corrupción tomo la decisión de “renunciar” y este
mes le aceptaron la renuncia y, lo que son las cosas, en el PRD no hay nadie,
pero nadie, con imagen, carisma y liderazgo para asumir la dirección nacional.
Se pensó en externos y se menciono a José Woldenberg como
a Juan Ramón de la Fuente, ambos conocidos, uno por el IFE y el otro por la
UNAM, pero no aceptaron. Incluso el primero dijo que sería una tontería
aceptar. Y, para que se den una idea, todo hace indicar que será un priista
Agustín Basave: al menos ayer se publicito que se afilia al PRD y las tribus
casi lo aclaman como nuevo líder nacional.
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