La Universidad Autónoma de Tamaulipas esta convulsionada.
La toma de las instalaciones de la Unidad de Trabajo Social y la instalación,
ayer, de casas de campaña frente a Palacio de Gobierno, muestran hasta donde la
ambición y la manipulación son parte del juego para presionar y conseguir,
obvio, ganancias desde económicas hasta políticas. Y todo apunta, sin querer
queriendo, hacia Gonzalo Hernández.
¿Hasta cuándo va a durar, digamos, este conflicto de
ambición y de manipulación? Hasta que haya una solución; el problema es que la
solución no se ve cerca, en vista de que los propósitos centrales del conflicto
no son educativos: son políticos y de ambición de poder… ¿por dónde, me
pregunto, puede aparecer una solución? Se entiende que la actitud de los
protestantes es evitar la caída de Gonzalo.
PREMISAS DEL CONFLICTO.
El inicio del conflicto se puede ubicar en dos
dimensiones o momentos. 1) La salida de Gonzalo Hernández como Director de
Escolares y su incorporación, su apuesta, al triunfo de Francisco Javier García
Cabeza de Vaca; a partir de ahí, Gonzalo y su gente lo pregonaron: le
prometieron que, de ganar, sería el próximo rector de la Universidad. Y, bueno,
quiere que se lo cumplan.
Y, 2) El despido de José Amparo Vargas Martínez por haber
incurrido en violaciones sistemáticas al Estatuto Orgánico y, se entiende,
malos manejos de la institución. Se le rescindió la relación laboral y, por
ello en consecuencia, no puede seguir fungiendo como Director. Tramita un
amparo que, a la postre, ya le fue negado. Esta, pues fuera de la institución.
Y por la vía del Consejo Técnico aparece, su esposa y exdirectora, Irma
Esperanza Ibarra, como directora interina.
AGONIA DEL ÚLTIMO LIDER MORAL.
La UAT durante más de 30 años fue regida por los líderes
morales de cada facultad o unidad académica. Periodo que inicio su decadencia
con el rectorado de Humberto Filizola Haces: el líder moral era quien, en
la práctica gobernaba cada institución; decidía
quien sería el director, luego maestros y alumnos lo elegían. Así, hasta que
Filizola fue creando condiciones para ser separados de sus cargos y
responsabilidades. Y Filizola se fue de diputado federal.
Gonzalo Hernández heredó el “liderazgo moral” de Enrique
de la Garza Ferrer. Y el Grupo Azul ha sido, siempre, su soporte y fortaleza.
Por el hecho de ser alumno (a) automáticamente eres parte de él. Así, sin otra
opción, los alumnos van y vienen con la etiqueta de ser parte del grupo azul.
Sin la menor duda, la remoción de Amparo esconde el propósito de “acabar” con
dicho liderazgo “moral”. Gonzalo ha actuado como dueño, propietario, de la
Unidad y así quiere seguir.
AMBICION DESMEDIDA.
Ante las acciones de la Rectoría (Asamblea Universitaria)
Gonzalo se atrinchera y hace presión. Ya están tomadas las instalaciones y, se
entiende, no hay clases; en ese inter, para presionar al gobierno, ya realizo
una marcha hasta la Casa de Gobierno, y
ahora se plantan frente a gobierno: quiere, demanda, exige pues, que sea el
Gobernador el que tome cartas en el asunto… se olvida que Francisco Javier
García Cabeza de Vaca ha manifestado ser respetuoso de la autonomía universitaria.
Ya la Asamblea Universitaria tomó la decisión que haya
clases extramuros. La cuestión es, ¿hasta cuándo estarán, Gonzalo y sus
seguidores, secuestrando instalaciones universitarias? ¿Tensarán la cuerda
hasta que se rompa? ¿En una negociación que estaría en juego? ¿La permanencia
de Gonzalo como maestro y líder del Grupo Azul? ¿La salida de Gonzalo y el
aniquilamiento de su estructura de poder al interior? ¿Cuál sería el costo?
¿Qué papel juegan los alumnos: donde se ubicará la mayoría?
Eso sí: Debe terminar el imperio de Gonzalo.
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