Los victorenses ya no tenemos capacidad de asombro. No,
si, al menos en relación con la actitud que toman los servidores públicos –en
este caso los municipales-, en relación con los servicios públicos que prestan.
La última nos la ofreció Fernando Méndez, el actual alcalde capitalino, al
pedir disculpas por no prestar un eficiente servicio de recolección de la
basura.
¿Basta una disculpa? Yo creo que no. Puede haber una y
mil explicaciones para no cumplir con una encomienda que se deriva de una tarea
pública; pero no es suficiente, ni una disculpa, ni una explicación. Y es que,
la población lo que quiere son soluciones y n retorica que, en estas
circunstancias, se convierte en demagogia pura.
No valen las disculpas. El Presidente Enrique Peña Nieto
una y otra vez se ha disculpado; pero esas acciones, de aparecer como
arrepentido, no valen ni han impactado en la visión o percepción que se tiene
de su gobierno, porque no viene acompañada –la disculpa-, con elementos que
justifiquen la acción o que demuestren ese arrepentimiento.
El servidor público, sea federal, estatal o municipal,
sabe que tiene tareas que cumplir. La Constitución Política establece la
distribución de competencias. Y en el caso del Municipio, el artículo 115
establece las tareas que debe ofrecer a la población: son las mas próximas a su
vida comunal, como son: recolección de basura, mercados, panteones, agua
potable, parques y jardines, entre otros.
Y la basura, trienio tras trienio, es el coco de todos
los alcaldes, no solo el capitalino. En este caso, Fernando Méndez hace notar
que se cuenta con 32 camiones más una flotilla de camionetitas cortas para
atender a más de 400 colonias; y que de esos 32 camiones, en promedio, se
cuenta con 22 haciendo el trabajo cotidiano porque aproximadamente el 10%
siempre está en reparación. Es, a todas luces, una explicación justificadora.
¿Por qué hoy en día casi todas las ciudades padecen el
mismo problema? El principal argumento es siempre el mismo: que no hay
presupuesto, que no alcanza el presupuesto para cubrir todas las necesidades de
la población. Diría Malthus, la población crece más rápido que la capacidad del
hombre para administrar su propia ciudad. Y, la verdad, no le faltaría razón.
El gran problema de los gobernantes, sobre todo a nivel
municipal, es no cubrir con el perfil mínimo para el puesto: 1) no tienen
vocación de servicio, porque no son políticos; llegan a los cargos, si, llegan
por compadrazgo, nepotismo o ser parte de una camarilla; 2) No cuentan con
capacidades, talento y conocimiento en el arte de gobernar, de administrar las
tareas comunales; y, 3) Carecen de experiencia en la administración Pública y,
por eso, la improvisación conlleva a errores con impacto social. No conocen,
pues, la problemática social.
La evidencia de la falta de sensibilidad para conocer y
actuar a tiempo en determinada problemática han llevado, por ejemplo, a que un
Eugenio Hernández Flores, como gobernador, un día recomendara a los
tamaulipecos a cuidarse solos ante la inseguridad; en tanto que un alcalde,
Arturo Diez Gutiérrez, recomendó a los victorenses no salir a la calle después
de las 8 de la noche.
En, Peña Nieto se ha disculpado con los mexicanos, Méndez
con los victorenses, pero no es válida, ni suficiente, una disculpa: reconocido
el error, deben ofrecer, a sus representados, soluciones a la problemática que
se padece; porque en su condición de servidores públicos, deber ser gestores,
coordinadores e impulsores de esfuerzos, recursos y acciones que beneficien a
todos, que resuelvan los problemas comunes.
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