Por el título, es para pensar que los enemigos de Enrique
Peña Nieto, del PRI, como de los gobernantes emanados de ese partido político,
que son el pueblo, los maestros disidentes, los padres de los normalistas
desaparecidos, pero no: a ojos vistos, en este momento, son otros los enemigos:
el clero político y, obvio, los patrones que exigen normalidad para hacer sus
tareas de comercio, de industria, etcétera.
Y la verdad es que, ninguno de esos son los enemigos de
Peña Nieto y del PRI. No, porque con todo y que la iglesia se diga traicionada,
no puede negar que por sexenios han sido cómplices o van de la mano en buena
parte de las políticas públicas; y lo mismo se puede decir de los empresarios:
el gobierno les da todo y hasta le reclaman.
No, los enemigos de Enrique Peña Nieto, como de los
gobernadores emanados del PRI, son ellos mismos, los mismos priistas, la misma
clase política en el poder: engolosinados por el poder, por los múltiples
negocios y riquezas que concentran, no se dieron cuenta que estiraron hasta lo último
la confianza y la credibilidad social.
La confianza mata, dicen, y creo que gobernantes como
Enrique Peña Nieto y Egidio Torre Cantú, ya se dieron cuenta: confiaron en una
burocracia partidista; que les informo que todo caminaba bien, que la gente
seguía confiando, creyendo pues, en los priistas y sus candidatos. Y la verdad
se conoció en el 5 de junio: al menos en Tamaulipas los vientos de cambio
lograron la alternancia.
Para la historia quedara el gobierno de Egidio Torre Cantú
como el ultimo, después de 86 años, vestigio priista. Tamaulipas se resistía a
ser azul o amarillo. Ahora, para estos días, incluso ya se prevé la instalación
de la Comisión para la entrega recepción. En esto, ya Gilda Cavazos trabaja a
marchas forzadas, tal y como lo hicieron buena parte de las Secretarias que,
confiadas, esperaban el triunfo de Baltazar Hinojosa Ochoa.
Las ineficiencias, la irresponsabilidad, la ausencia de
sentido común, la soberbia y hasta la ambición son los enemigos de Enrique Peña
Nieto. Y es que ya, el clero y los empresarios claman; unos traición; los
otros, simplemente, gritan “Ya basta”. EPN empezó bien el sexenio con sus
reformas; de pronto, las ambiciones personales, hicieron que se movieran piezas
que hoy traen a colación una especie de ingobernabilidad.
La iglesia católica se dice traicionada. Sí, porque
siempre han ido de la mano, dicen, en cuestión de políticas públicas. Y de
pronto, el Presidente que se saca de la manga eso de las bodas gay; algo que
va, o es, contrario a la iglesia católica. Por eso, en las últimas elecciones,
orientaron, dirigieron el voto antipri. No son enemigos fáciles. Más de un
presidente lo sabe.
Y los empresarios, junto con el clero, son los últimos
enemigos que acaban de ponerse enfrente de Peña Nieto: ya no tiene amigos. La
cuestión es: ¿Para quién gobiernan? Y solo hay una respuesta: no lo hacen para
el pueblo, que cada día es más pobre; no para el clero, que se siente
lastimado; no para los ricos, que ya se sienten ultrajados en su riqueza…
gobiernan, en todo caso, para la ambición personal. Es lo único que les
interesa.
¿Quién gobierna México? Formalmente el Estado, es decir,
Enrique Peña Nieto como Presidente, los diputados y senadores, y los
Magistrados del Poder Judicial. En otra visión, siempre nos dicen que gobiernan
los “Poderes Reales” o “Poderes Facticos”, en la medida que son, digamos,
beneficiarios del ejercicio del poder. Pero si ellos, como la iglesia y los
empresarios están enojados, no es porque haya muchos beneficios para el pueblo.
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