En más de una ocasión las redes sociales y algunos
portales informativos hacen eco de expresiones y comentarios que el gobernador
electo García Cabeza de Vaca hace en relación con la Universidad Autónoma de
Tamaulipas. Comentarios que van en dirección hacia elementos de corrupción en
los dominios de Enrique Etienne. Incluso, le atribuyen al gobernador electo, la
expresión de regresarle la “Autonomía” a la Universidad.
Cuando Enrique Etienne llego al rectorado hablo fuerte,
dando a entender que se corregirían un y otros vicios de la vida de la Alma
Mater. Muchos le creíamos y más cuando dio algunos pasos, por ejemplo, en
dirección de eliminar a más de 4 que era aviadores. Hoy sin embargo, con el
compadrazgo enquistado, con la preservación de privilegios y prebendas para
algunos grupos políticos que aún persisten a su interior.
A partir de mi conocimiento puedo dividir la vida de la
UAT en tres etapas: 1) La de su nacimiento y desarrollo, creación de los
distintos campus; 2) La vida de los grupos políticos estudiantiles; y, 3) Su
conversión a ser una dependencia más del gobierno, y según cuentan, hasta la
caja chica de 3 gobernadores. Así, en pocas palabras, la UAT puede estar,
también, pendiente o vinculada a los vientos de cambio… ¿será blanquiazul?
La primera etapa está marcada por la lucha por la
Autonomía Universitaria. En cada Facultad hay democracia, los alumnos elegían a
sus líderes, a la mesa directiva. Y en ese proceso democrático, los
funcionarios rectorales fueron cooptando a las mesas directivas, los apoyaban
en sus procesos electorales y se convertían en interlocutores ante la autoridad
universitaria. Por ejemplo, Enrique de la Garza Ferrer fue el “líder” moral de
la Facultad de Trabajo Social, que luego heredo a Gonzalo Hernández.
En los 80´s se consolida la segunda etapa. Para ese
momento ya, cada Facultad tiene a su líder real, con poder y mando superior al
Director de la misma. Gastón en Derecho-Tampico; El Piojo en Comercio-Tampico;
Jorge Luna en Odontología; Alfonso Pérez Vázquez en Derecho-Victoria y Fernando
Arizpe en Veterinaria. Fue una etapa violenta, unos y otros grupos se agredían
o intentaban menguar el poder de otro grupo… entre unos había, incluso,
rencillas irreconciliables.
La tercera etapa inicia con el gobierno de Tomas
Yarringtón Ruvalcaba (1999-2005). Siendo rector Humberto Filizola se operó un
cambio gradual, cualitativo, para despojar a la Universidad de su Autonomía. El
gobierno le pide al rector que opere la salida, el aniquilamiento, de los
distintos grupos políticos y como recompensa se le ofrece una vida política, le
ofrecen una diputación federal. Y así fue a la postre aunque uno que otro
líder, con bajo perfil, siguió medrando en el quehacer y el presupuesto
universitario, entre ellos, Gonzalo Hernández, heredero de Enrique Ferrer.
Ese proceso de subordinación de la UAT se culminó con
Eugenio Hernández Flores como gobernador: se expulsó al rector Jesús Lavín
Santos del Prado. Creyó en la Autonomía Universitaria y declaro a la televisión
que el gobierno del Estado no entregaba las participaciones federales. La
respuesta fue sencilla: convocaron a la Asamblea Universitaria a un hotel,
sesionaron, lo acusaron de malversar fondos
y nombraron a Jose María Leal Gutiérrez como nuevo rector. Fue tal la
supeditación, que el tesorero universitario y el gubernamental eran hermanos.
¿Regresar la autonomía a la Universidad? ¿Imponiendo un
nuevo rector? ¿Exigiendo honestidad, transparencia y rendición de cuentas?
¿Cuándo veré que mi Alma Mater, por ejemplo, sea dirigida por un académico y no
por un administrador-político? Los vientos de cambio quieren llegar a todos los
rincones del quehacer político y administrativo; la UAT no será, pues, una excepción,
la cuestión está en la forma y en los procedimientos.
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